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S. S.
Miércoles, 31 de mayo 2006, 02:00
Támara alberga cuatro asociaciones: la de jubilados y pensionistas San Hipólito, la cultural Acuvita, la juvenil Pelayuelo y la de cazadores. Cada una es independiente, tiene su historia particular, su programa de actividades y sus propias fiestas, pero también colaboran entre sí. De este modo, el grupo de mayores, que es el más numeroso, desarrolla varias actividades, entre las que destaca una semana cultural, que el año pasado contó con una charla de una socióloga, un taller de risoterapia y una excursión a Baltanás para participar en un encuentro provincial de mayores. Todo ello lo recogen y plasman por escrito los vecinos en la revista 'Villa de Támara', que edita cada trimestre el colectivo cultural Acuvita.
Estos grupos dinamizan la vida cultural del pueblo, pues colaboran en la organización de las fiestas patronales en honor a San Hipólito, el 13 de agosto, y están tratando de recuperar antiguas tradiciones, como el Auto de los Reyes Magos, la fiesta de Carnaval y la de la vendimia. Ésta última tenía bastante arraigo debido a la cantidad de viñedos que había en la zona y a la tradición de elaborar vino en los lagares.
Los mayores aún recuerdan las juergas de las cuadrillas de vendimiadoras y sacatarreros cuando cantaban las canciones 'de quién esta cuadrilla de tanto rumbo, es la cuadrilla del hotel que lleva la sal del mundo', y cuando subían a la bodega a beber en una tártara de madera.
Sin embargo, es la fiesta de la Virgen de Rombrada la que araña un mayor esfuerzo de todas las asociaciones. Pequeños y mayores viven con especial devoción y fervor esta fiesta. El 25 de abril, San Marcos, celebran la romería del pan y el quesillo en la ermita de Rombrada, donde asisten a una misa. Después trasladan a la virgen en procesión hasta la localidad.
El 3 de mayo, fiesta de la Cruz, regresan la imagen mariana a la ermita que lleva su nombre. Un grupo de nueve jóvenes, ocho danzantes y el chiborra, la reciben en las eras con la imagen del patrón San Hipólito para posteriormente bailar la típica danza del paloteo, recitar y cantar algunos versos, como los que recuerda la pequeña Irene: «San Hipólito vendrá a recibirte a las eras, donde tus mayores con alegría te esperan. Aquí te dejamos sola como siempre un año más, pero sabes que tu pueblo nunca te abandonará. Y ya para despedirme, diré con mucha ilusión, viva la Virgen de Rombrada».
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