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Ningún relojero podría llegar a pensar hace veinte años que se iba a quedar sin trabajo por culpa del teléfono móvil, y ningún dueño de videoclub se imaginaría a finales de siglo que la piratería y la llegada de nuevos formatos acabarían con su negocio. Pero ambas cosas han sucedido hasta convertir relojerías y videoclubes en establecimientos que casi rozan lo ‘vintage’. Tanto es así, que para encontrar una relojería en Palencia hay que rebuscar mucho, pero hay que hacerlo aún más para dar con un videoclub. Y es que muy pronto Acuario se convertirá en el único establecimiento de alquiler de películas de la ciudad.
El Videoclub Goyo cerrará la persiana para siempre cuando se deshaga de las 2.500 películas que tiene en ‘stock’, material que ahora vende a un ridículo precio de entre uno y tres euros la unidad. El dueño, Jesús Valderrábano, se ha cansado de perder poder adquisitivo y ahora, a sus 65 años, se jubila de este negocio, que le hizo ganar dinero y contar con hasta tres establecimientos distintos en la capital palentina.
jesús valderrábano / dueño del videoclub goyo
No. Valderrábano no pensaba a finales de siglo que la piratería podría llegar a terminar con su forma de vida, y cree que el símil con los relojeros con el que hemos empezado esta información no es muy acertado, ya que la llegada del móvil al mercado fue algo legal, pero la piratería ni lo fue ni lo sigue siendo, aunque sí lo son los nuevos formatos que han hecho cambiar la forma de consumir cine y series, como las plataformas de vídeo bajo demanda. «Por más que hemos luchado, no hemos conseguido que esto se cortase. La piratería ha sido nuestro cáncer y al final ha terminado ganando la batalla», se lamenta Jesús Valderrábano, que trató de defender al sector como presidente de la Asociación Nacional Provideo durante cinco años, pero muchos de sus esfuerzos fueron en vano.
Todo negocio necesita ingresos para seguir adelante y el Videoclub Goyo lleva ya demasiado tiempo en números rojos, a pesar de que tiene el local en propiedad. «En los últimos seis años hemos llegado a perder entre 15.000 y 20.000 euros anuales», incide Valderrábano para dejar bien claro que la situación es insostenible, que no puede continuar con su actividad.
La piratería de juegos y películas ha sido el detonador de la crisis de los videoclubes, pero otro factor también ha sido clave: la aparición y proliferación de páginas con contenido explícito para adultos. El alquiler de películas porno era un pilar sobre el que se mantenían en pie los videoclubes, pero el surgimiento de páginas como youporn o pornhub ha hecho que el consumidor de material pornográfico tenga películas al alcance de la mano en un solo clic. «El alquiler de películas porno es lo que más ha bajado en los últimos años», sentencia el aún dueño del Videoclub Goyo.
Jesús Valderrábano se ha dado de plazo hasta marzo para vender todos sus productos y pasar a ser un jubilado más en Palencia, algo que no podrá hacer el otro trabajador de la empresa, su cuñado Luis, que a sus 48 años se ve en la complicada tesitura de buscar trabajo cuando lleva desde 1988 en un sector que ahora agoniza, en el que pronto solo quedará un superviviente palentino.
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