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marco alonso
Jueves, 6 de abril 2017, 15:27
El lobo es, desde tiempos inmemoriales, el enemigo número uno de los ganaderos. Millones de cabezas de ganado han caído en las fauces de este cánido, que ha pasado de ser el malo de todos los cuentos, a convertirse en una especie protegida que es defendida en muchos lugares, no solo en los vídeos de youtube de la afamada serie 'El hombre y la Tierra'.
Félix Rodríguez de la Fuente lo tenía claro y en su programa dedicado al lobo eximía al animal de las responsabilidades de sus actos, que han afectado, y mucho a los ganaderos de ayer y hoy. «No se puede olvidar que los lobos no matan intencionadamente. No tienen más remedio que hacerlo para comer». Eso decía el amigo Félix, pero los ganaderos también tienen que comer y cada bocado que pega el lobo a sus reses es un mordisco en su economía, en su orgullo y en sus ganas de seguir trabajando en una profesión tan dura como necesaria.
Tres de estos ganaderos que pelean a diario con el lobo se reunieron ayer en la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Palencia (UPA) con la meta de hacer ver a la sociedad que el lobo sigue haciendo mucho daño, en pleno Siglo XXI. «Cada año se nos hace más complicado seguir porque la Junta escucha más a los ecologistas que a nosotros», afirma José Ángel de Cossío, un joven ganadero palentino que lleva varios años sufriendo ataques de lobos.
Pero el lobo no es el único animal que hace daño a los ganaderos, que están viendo como el aumento de número de jabalíes afecta directamente a los pastos. «Los jabalíes levantan todos los prados y luego no podemos recoger los pastos, que son imprescindibles para nuestro ganado. Segamos y recogemos tierra en lugar de hierba y eso es lo que tienen que comer los animales en invierno», apunta Toñi Gutiérrez, ganadera de vacuno de la zona de Lebanza.
Miles de personas se manifestaron el mes pasado en Madrid para proteger al lobo, pero esa protección deja desprotegidos a los ganaderos, que piden a la administración una solución que permita al hombre convivir con esta especie, algo que no se ha logrado a lo largo de la historia. Son muchos los ganaderos que amenazan con echar la persiana a sus explotaciones si no se soluciona este problema con celeridad y este asunto amenaza con seguir el guion del cuento de 'Pedro y el Lobo'. La moraleja del cuento es bien distinta para productores y ecologistas y, por ahora, ni unos ni otros son felices ni comen perdices.
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