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Ricardo Sánchez Rico
Viernes, 31 de marzo 2017, 09:59
Entran escalofríos solo de imaginar la situación. Piensen en la escena: caído dentro y atrapado 51 horas en un sifón de acequia de riego en el polígono industrial de Villamuriel de Cerrato, encajonado en un espacio a unos cuatro metros de profundidad y con la pecina y los topillos muertos sobre la altura del pecho. Pidiendo en vano auxilio de día y de noche, sin que pasase nadie por el lugar y le oyese. La pregunta es obvia. ¿Pensó que iba a morir? «Sí, creía que allí acababa todo», asiente categórico Marcos Pozurama, de 44 años, el vecino de Villamuriel que el pasado martes, en torno a las 12:15 horas, fue rescatado por la Guardia Civil de ese sifón de acequia al que se precipitó dos días antes, sobre las 9:15 horas, cuando buscaba cebos para pescar. Su madre asegura que sobrevivió «porque es muy fuerte», aunque a Marcos Pozurama le han quedado secuelas en sus pies de tan terrible experiencia. «Los tengo muy fastidiados», señala en la habitación del Hospital Río Carrión donde está ingresado desde que fue trasladado el martes con hipotermia.
Marcos Pozurama desapareció el domingo de Villamuriel de Cerrato, localidad donde vive, cuando salió a primera hora de la mañana a por lombrices para pescar. Llegó hasta el sifón de acequia de riego ubicado en el polígono industrial El Arriero del término de Villamuriel. Según comentaba ayer, sufrió un percance cuando estaba recogiendo los cebos vivos para la pesca, tropezándose e introduciéndose en la arqueta sin poder salir, debido a la profundidad de la misma, que imposibilitaba su salida por sus propios medios, y a que en el fondo había fango. Además, Marcos Pozurama había dejado a un lado la cartera y el teléfono móvil cuando estaba buscando los cebos, así que, aunque daba señal cuando se le llamaba, nada podía hacer.
Su familia comunicó el domingo a la Guardia Civil su desaparición, y al tener conocimiento el instituto armado de que Marcos Pozurama no había acudido el lunes a su trabajo, intensificó el amplio dispositivo de búsqueda. «Pedí auxilio día y noche, pero como soy bajo y estaba a tanta profundidad, la arqueta se comía mi voz», afirma este hombre de 44 años vecino de Villamuriel, que pasó una angustia indescriptible.
«No tenía espacio para moverme, saqué fuerzas de donde pude para intentar mover un poco las piernas porque no podía hacer más, tenía pecina hasta el pecho y había ratas y topillos muertos. Pensaba que iba a ser mi último día, que iba a morir. Era llorar y llorar», recuerda Marcos Pozurama, que no olvidará nunca el instante en el que vio el rostro de su amigo Enrique Luengo, el vecino de Villamuriel de Cerrato que le localizó, asomarse a la arqueta. «Le vi la cara, se asomó y me voceó. Me decía ¡Marquitos! Marquitos! ¡Qué haces aquí, que te está buscando todo el pueblo! Y nos pusimos a llorar.Tengo el recuerdo de esa ilusión, de esa esperanza al encontrarme», hace hincapié Marcos Pozurama, que asegura que conoce ese lugar «desde que tenía 8 ó 9 años» y que ese día «tuve mala suerte».
En el rescate intervinieron un helicóptero con base en La Virgen del Camino (León); dos guías y dos perros del Servicio Cinológico con base en Zamora; el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS), con base en Valladolid, y personal de Seguridad Ciudadana y del Seprona de la Comandancia de Palencia, así como Protección Civil y voluntarios. «A todos les doy las gracias», añade Marcos Pozurama.
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