«No hemos dejado de pensar en esa pobre familia en todo el día»

Sola, acompañada únicamente de una infusión, esperaba pacientemente el regreso del grupo de jubilados de Palma de Mallorca la guía turística que esa mañana viajaba con ellos en el autobús. No había tenido fuerzas para continuar el viaje tras el accidente. Lo había vivido mucho más intensamente que el resto de los ocupantes del autocar, puesto que el impacto se produjo justo delante de su asiento. Dolorida de la rodilla, únicamente acertaba a repetir: «no puedo hablar, no puedo hablar...».

Pudo levantarse cuando recibió el mensaje de que el grupo estaba a punto de llegar al hotel Rey Sancho de Palencia, y se encaminó hacia la puerta, en donde recibió visiblemente emocionada a los excursionistas. Se fundió en un abrazo con los primeros que accedieron al vestíbulo del hotel, mientras no paraba de recibir muestras de afecto y preocupación. «¿Cómo te encuentras?. ¿Te sigue doliendo la rodilla?», le preguntaban inquietos, conmocionados aún, aunque ya hubiesen pasado siete horas desde el momento del accidente.

Porque era este, y no desgraciadamente las maravillas de La Olmeda o de Frómista que habían visitado a lo largo del día, el único tema de conversación que se palpaba en el ambiente. Y no solo para ellos, las conversaciones en el hotel eran recurrentes y en especial para otro grupo de jubilados procedentes de Madrid, que, como los mallorquines, disfruta durante estos días de una estancia en Palencia en el marco de los viajes del Imserso.

Estancia en la ciudad

«Nos hemos enterado esta misma mañana, poco después , al verlo por Internet. Y luego nos avisaron que nos cambiaban el horario de la comida porque el otro grupo había tenido un siniestro», explicaba una de las excursionistas madrileñas tras llegar al hotel Rey Sancho, en el que se alojan ambas expediciones.

El grupo de Palma de Mallorca llegó a la capital palentina el pasado lunes y permanecerá en la ciudad hasta mañana viernes. La jornada de ayer era una de las más esperadas, puesto que ofrecía dos de las visitas más espectaculares, la villa romana de La Olmeda y posteriormente la localidad de Frómista, con la joya románica de San Martín. Y precisamente en el trayecto entre ambos destinos, una vez visitado el yacimiento arqueológico, ocurrió la tragedia.

«Ha sido muy extraño, porque el coche venía de frente, despacito, por su carril, y de repente se ha girado, ha invadido el nuestro y lo hemos embestido», explica Antonio Ramis, cuyas palabras eran corroboradas por el resto de compañeros. «Ha sido tan rápido que nuestro conductor no ha podido ni frenar. Si el coche se cruza tres segundos antes, no hubiese ocurrido nada», explicaba este excursionista, quien insistía en que ninguno de los dos vehículos circulaba, bajo su impresión, con una excesiva velocidad.

«La verdad es que en ese momento caía un poco de aguanieve, pero tampoco era mucha. No granizaba, aunque a lo mejor había granizado antes, pero en ese momento lo que caía era aguanieve y la carretera estaba un poco mojada, pero tampoco para que el coche hiciera aquaplaning. Pero se ha venido hacia nosotros y le hemos golpeado con la parte derecha. Pobre gente», indicaba otro de los ocupantes del autocar, que insistía en que no se explicaba cómo podía haber ocurrido el trágico accidente.

Tranquilidad rota

«Ya no hemos podido pensar en otra cosa en todo el día. Cuando hemos sabido que habían muerto tres personas de una misma familia, ya no hemos podido pensar en otra cosa. Ha sido muy duro, porque aunque eran visitas muy bonitas, ya no hemos disfrutado de nada», explicaba una de las viajeras, mientras que otra de sus compañeras indicaba que no podía quitarse de la cabeza el sonido de la colisión. «Estábamos tranquilos. Yo iba comentando con mi compañera lo bien que conducía el chófer, lo despacito que iba, sin movimientos bruscos ni nada, y, de repente, hemos oído blom y hemos sentido un golpe», indicaba Margarita Cardeñosa.

Tras el accidente, los viajeros permanecieron alrededor de dos horas en el autobús hasta que fueron transbordados a otro vehículo, en el que han podido continuar la ruta turística programada. Únicamente la guía, afectada por un ataque de ansiedad, abandonó el viaje. Los excursionistas apenas si sufrieron daños, a excepción de pequeños golpes y algunos cortes. «Me han tenido que dar tres puntos», explicaba uno de los hombres que lucía un pequeño vendaje en la cara, al tiempo que indicaba que otro viajero se había cortado en el labio. «Menos mal que todos llevábamos puesto el cinturón», aseveraba una mujer.