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CONCHI VICENTE / ICAL
Lunes, 26 de octubre 2015, 11:52
Todo apunta a que los restos de un campamento romano de campaña hallado por cuatro arqueólogos cántabros en el alto de Vistrió, en la línea de cumbres que separa Liébana (Cantabria) de La Pernía, en la provincia de Palencia, podría estar relacionado con el episodio del Monte Vindio, uno de los hitos de la conquista romana de Cantabria y uno de los cuatro escenarios citados por los clásicos como principales focos de resistencia de la última fase del dominio de Augusto junto a Monte Bergida, el Castro Aracellium y el Monte Meludio.
TECNOLOGÍAS
La localización de los restos de los campamentos se llevó a cabo gracias a la revisión de las colecciones de ortofotografías aéreas disponibles en Internet que permitieron una primera identificación de los recintos que fue ratificada mediante el procesamiento de las imágenes Lidar disponibles en el portal del Gobierno de Cantabria. Gracias a esta nueva técnica de teledetección, basada en el uso del láser para la obtención de una muestra densa de la superficie de la tierra, pueden ser identificadas estructuras que, hasta ahora, pasaban desapercibidas a los ojos de los investigadores. Hierro asegura que a la espera de concluir las investigaciones en marcha, el hallazgo de estos dos campamentos romanos de campaña parece ratificar la opción del macizo de Peña Prieta y «nos sitúa más cerca de localizar la ubicación exacta del que probablemente sea el monte más famoso de la historia de Cantabria».
Este hallazgo no haría más que constatar la importancia que tuvo el territorio palentino durante las Guerras Cántabras (29-19 a. C.). «Se cree que fue en Asturias y Cantabria, pero en Castilla y León, especialmente en Palencia, tuvieron lugar la mayor parte de los escenarios de las batallas de los cántabros y astures contra las tropas de Augusto», asegura Jesús Francisco Torres, arqueólogo del Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico (Imbeac), que destaca la excepcionalidad de los hechos, cuyos restos materiales y de estructuras se conservan bajo suelo palentino en mejores condiciones que en otras localizaciones gracias a las características del terreno y la escasa intervención del hombre.
Cuatro emplazamientos
Pero este hallazgo vendría a despejar otra incógnita en la misma línea de la hipótesis planteada ya desde el Imbeac de que Monte Bergida, otro de los cuatro emplazamientos citados por los clásicos, podría corresponderse con el castro de Monte Bernorio, en Aguilar de Campoo, enclave que está siendo en los últimos años objeto de campañas de excavaciones arqueológicas.
El arqueólogo José Hierro, uno de los cuatro descubridores del hallazgo, explica que el campamento romano, ubicado a unos 30 kilómetros de Aguilar de Campoo, podría corresponderse con el asentamiento al habrían huido los cántabros de Monte Bergida derrotados en el año 25 a. C. por las legiones comandadas por Cayo Antistio Veto para, según los relatos de Floro y Orosio, guarecerse en las estribaciones orientales de la Cordillera Cantábrica, donde «pensaban que antes subirían las aguas del mar que los ejércitos romanos». Por la distancia y la localización entre ambos asentamientos, agrega, todo indica que Monte Bergida es lo que hoy se conoce como Monte Bernorio.
El arqueólogo cántabro, que junto a Eduardo Peralta, Enrique Gutiérrez y Rafael Bolado localizó los restos del campamento, señala que aunque la mayoría de los investigadores sitúa a Monte Bernorio en los Picos de Europa, algunos, como el propio Peralta, que en su momento dirigió las excavaciones en La Loma de Santibáñez de la Peña, ya lo localizaban en el entorno del macizo de Peña Prieta, en la zona del parque natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña Palentina y en el límite sur de Liébana. Una hipótesis también defendida desde el Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico.
Jesús Francisco Torres explica que el objetivo de las tropas romanas era controlar los pasos de la Cordillera Cantábrica, de ahí la importancia de dominar los asentamientos localizados al norte de la provincia palentina, de los que existen otros vestigios como en la Loma de Santibáñez de la Peña o en la ciudad de Dessóbriga, más al sur entre Osorno y Melgar de Fernamental (Burgos), donde los trabajos arqueológicos desarrollados el pasado verano sacaron a la luz que también fue un foco de resistencia a la dominación de Augusto en contra de lo que contaron los cronistas romanos.
Junto a la excepcionalidad de los acontecimientos que atesora bajo su suelo el territorio palentino, Torres destaca el buen estado de conservación de los materiales y estructuras que guarece gracias a que en las zonas altas no se daban prácticas agrícolas que los deteriorasen, a la propia morfología del terreno o a una menor humedad, entre otros factores. El hallazgo de los restos en el alto de Vistrió se produjo de forma paralela a la localización de otro campamento romano de campaña en el Castro Negro situados entre sí a una distancia de 13 kilómetros en línea recta.
Una legión en cada recinto
Se trata de dos grandes recintos campamentales de entre 9 y 11 hectáreas de extensión, por lo que, de haber estado ocupados al mismo tiempo podrían haber albergado una legión cada uno. Están situados a 1.900 y 1.500 metros de altitud, respectivamente, controlando los importantes pasos naturales de los Puertos de Riofrío y de Sierras Albas, a una distancia de unos 13 kilómetros en línea recta el uno del otro. Ambos cuentan con plantas más o menos rectangulares con esquinas redondeadas y presentan defensas en forma de terraplén (agger), combinado al menos en uno de ellos con un foso al exterior.
Hierro señala que es muy significativa la presencia en los dos de las llamadas «puertas en clavícula», un tipo de estructuras presentes en otros enclaves de las Guerras Cántabras, como Cildá o Campo de las Cercas, y que es lo que les ha permitido catalogarlos, sin lugar a dudas, como campamentos romanos de campaña.
La presencia de estos dos campamentos en un entorno de alta montaña y la existencia, no lejos de ellos, del topónimo Binduey Vindoey en la Edad Media es lo que permite a los investigadores plantear la posibilidad de encontrarse ante una parte del escenario del episodio del Monte Vindio mencionado por los historiadores romanos.
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