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A partir del kilómetro 103, en Aguilar de Campoo, se ha cortado la circulación a todo tipo de vehículos debido a la acumulación de nieve.
Parados (y resignados) por la nieve

Parados (y resignados) por la nieve

Más de 30 camiones y dos autobuses procedentes de Huelva con 73 pasajeros permecen parados en la estación de servicio de Santillana de Campos por el temporal

ical

Miércoles, 4 de febrero 2015, 14:24

Resignados mientras matan el tiempo al calor de un pequeño calefactor en la cabina del camión, limpian y colocan papeles acumulados durante los años en los rincones o tratan de engañar al frío y al transcurrir de los minutos con la tenue combustión de sus cigarrillos. Así pasan las horas de los conductores de camiones retenidos en el área de servicio de Santillana de Campos (Palencia), a escasos seis kilómetros de Osorno, donde la Guardia Civil de Tráfico embolsa vehículos pesados tras haber cerrado la circulación en la A-67 debido a la fuerte nevada.

Son más de 30 los camiones que se pueden contar en el área de servicio 'Los Chopos' obligados a parar porque la nieve ha tomado la carretera. Aparcados junto a ellos, dos autobuses procedentes del municipio onubense de Escacena del Campo. Sus pasajeros, más de 70, forman parte de un viaje programado que debería haber llegado a Noja, Cantabria, pero que de momento toman café en la cafetería del área de servicio mientras plantean cambiar los planes y dar la vuelta para pasar el día en la zona. Entre los excursionistas reina cierta apatía; la espera se hace larga, aunque reconocen que haber visto nevar les ha hecho mucha ilusión. Loli Hidalgo confiesa que a sus 61 años es la primera vez que ha visto y tocado el blanco y gélido elemento.

Entre los camioneros reina la resignación, aunque alguno de ellos, los autónomos, ya calculan las pérdidas económicas que les está generando el estar parados. Las cargas que llevan no son de entrega urgente, pero sí que deberían de llegar en tiempo a su destino para poder continuar con la jornada.

«El tiempo parado es dinero perdido», asegura Miguel Hernández bayeta en mano mientras se afana a limpiar y recoger la cabina de su camión que, cargado de chatarra, que debería haber llegado a medio día a Santander.

«Todo son gastos, y ya hoy no puedo hacer otro viaje que tenía previsto, con lo que es dinero que no gano», añade para apostillar que tras tres horas aparcado nunca había estado tanto tiempo parado.

Una noche 'en el mejor hotel'

A la puerta de la cafetería de la estación de servicio José Alonso, Miguel Herrero y José Ruiz charlan tranquilamente y fuman sin hacer caso ni al frío ni a la nieve que sigue cayendo de forma ininterrumpida. Cada uno ha llegado a una hora. El que más tiempo lleva retenido es José Ruiz, que tuvo que hacer noche «en el mejor de los hoteles», bromea; la cabina de su camión. También es autónomo y también tendrá pérdidas por la parada pero dice comprender perfectamente la prohibición de circular. «La nieve es muy complicada; soy conductor profesional y todavía no la entiendo, así que mejor estar aquí que salir a hacer el indio», reflexiona.

«Nadie tiene la culpa, los guardias hacen lo que tienen que hacer para evitar percances y no nos tienen que dejar marchar hasta que estén seguros de que no habrá problemas», apunta Miguel Herrero.

Dentro de la cabina de su camión cargado de azúcar procedente de la Azucarera de Olmedo (Valladolid), Eliseo Bonillo, deja pasar el tiempo relajado al calor de un calefactor: «Por suerte, ya no soy autónomo, soy asalariado y lo único que me acarreará el estar parado es tiempo que no estoy con mi familia», indica con media sonrisa.

Dentro de la cafetería, las mesas están repletas de gente ociosa. En algunas, las charlas son más animadas que en otras y sobre ellas empiezan a desaparecer los restos de los cafés y bollería que tomaron hace varias horas como desayuno. Los más de 70 integrantes de la excursión procedente de Huelva llegaron al área de servicio para hacer la última parada antes de alcanzar su destino en Noja, y ahí se han quedado.

El guía del viaje, Christian Castaño, baraja la posibilidad de dar media vuelta para pasar la jornada en Palencia o Valladolid a la vista de que las noticias en vez de ser mejores son peores, pues acaba de conocer que se ha cerrado totalmente la circulación de vehículos a tan solo 30 kilómetros de donde se encuentra.

Antonia Fernández, Dolores Gil y Loli Hidalgo todavía miran con cierto asombro por la ventana de la cafetería para contemplar cómo se precipitan los copos de nieve, nunca caída en su pueblo. Dicen que les hace mucha ilusión ver nevar y que las previsiones meteorológica que anunciaban el temporal las conocían: «vinimos sabiéndolo y con todas las consecuencias», confiesan.

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