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Fernando Caballero
Lunes, 15 de diciembre 2014, 11:29
Nacido en Santurce (Puerto Rico) en 1976, Abel Isacc Pagán Valentín es el cuarto de seis hermanos. Después de estudiar en su país logró el título de Bachiller en Economía y comenzó la carrera universitaria en esta especialidad, llegó a la Diócesis de Palencia en 2008 a España había venido un año antes de vacaciones, pero se quedó. Ahora es diácono y está destinado en varios pueblos del norte de Palencia. El 26 de diciembre será ordenado sacerdote por el obispo en la iglesia de la Virgen de la Calle.
¿Por qué ha decidido ordenarse?
Es una historia que el Señor ha ido escribiendo en mi vida desde los 8 años, pero que yo le daba largas. Por muchos años le di la espalda a esa llamada hasta que un día el Señor pudo más. Quiero ordenarme sacerdote para poder ofrecer aquello que he recibido en mi vida: misericordia y amor por parte de Dios, sin olvidar el anuncio del evangelio.
¿Qué le atrae de la vida sacerdotal?
Esa libertad interior que se siente cuando se va discerniendo lo que es la voluntad de Dios y ponerla en práctica. También la cercanía con las personas, el acompañamiento que se puede dar a muchos que buscan, pero sobre todo, me atraen tres grandes cosas: la resurrección, la vida eterna y la santidad. Sin esto, la vida religiosa no tendría sentido.
¿Qué espera de la Iglesia?
La pregunta correcta sería: ¿Qué espera la Iglesia de mí? Ella espera que sea fiel en mi ministerio, y que sea capaz de configurarme a Cristo Sacerdote cada día un poco más. Y de la Iglesia espero que siga siendo fiel a la misión que Jesús le encomendó. Además, que muestre cada días más al mundo su papel de madre y maestra. Con eso ya tenemos mucho adelantado en la nueva evangelización.
¿Por qué cree que hay ahora tan pocas vocaciones?
Varios factores influyen en este dato. Primero, no es que Dios no llame, siempre llama, lo que sucede es que nos hacemos los sordos. Segundo, ante propuestas más fáciles de estilos de vida, la vida sacerdotal parece un tanto fuera del contexto cultural en que vivimos. También podría suceder que los jóvenes no tienen un referente sacerdotal fiable o animador de su vocación.
¿Qué puede hacer la Iglesia para dar la vuelta a esta situación?
Lo único que puede hacer la Iglesia es rezar sin desfallecer por las vocaciones. Es lo único. No tiene que cambiar nada de su estructura o de sus enseñanzas para atraer vocaciones. Esto es una opción de vida que libremente hemos escogido vivir, siempre desde la iniciativa de Dios. Dios llama, la Iglesia reza y el hombre responde. Por si acaso, y como veo por aquí el tema de que los curas se puedan casar, pues diré que el problema no es el celibato. Si se vive con alegría, el problema es del corazón del hombre que se ha apegado a lo transitorio y se ha olvidado de lo trascendental. Hemos conquistado el mundo exterior universo, especio, planetas..., pero se nos ha olvidado el mundo interior, lo que en realidad importa.
Utiliza mucho las nuevas tecnologías en los pueblos del norte de Palencia. ¿Qué aportan a la labor pastoral?
Son una gran oportunidad para poder llegar a aquellos que no asisten a la iglesia. Por ejemplo, una de las labores pastorales que estoy realizando desde los pueblos es a través de las redes sociales. He creado un blog (con twitter, Facebook, correo electrónico) que se llama PerCaPo. Surge de las iniciales de La Pernía, Castillería y Polentinos, las tres grandes áreas que atiendo pastoralmente. Esta iniciativa la puedo considerar la parroquia número 19, eso sí, es una parroquia virtual. Y muchas cosas que publico son leídas por más personas de las que vienen a las celebraciones dominicales en los pueblos.
¿Qué cree que se puede hacer para atraer nuevos fieles a la Iglesia o para recuperar a los que se han ido?
El catolicismo no hace proselitismo. No queremos atraer, sino ofrecer la buena noticia de la salvación. La fe se propone y libremente se acoge por gracia de Dios. Aquel que quiera responder a esa gracia, por medio de la predicación autentica y sincera del ministro es bienvenido a nuestra gran casa. Aunque confío en que muchos se darán cuenta de que sin Dios, la vida es imposible, y que la Iglesia es ese lugar privilegiado para encontrarse con él y con su oferta de vida eterna.
¿Cómo debe ser un párroco en un pueblo del medio rural?
Como cualquier otro párroco: enamorado de su ministerio, y de aquí surge lo demás. Claro, quizá tenga que fortalecer o desarrollar ciertas cosas dada la realidad donde vive.
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