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Fernando Caballero
Miércoles, 26 de noviembre 2014, 18:20
José Luis Abia vivirá este jueves su último pleno en la Diputación después de 35 años. Licenciado Derecho por la Universidad de Valladolid y en Ciencias Políticas por la Complutense de Madrid, Abia comenzó su andadura como secretario municipal en 1971 en Haro (La Rioja) como interino, y continuó en Conil de la Frontera (Cádiz) y Azcoitia (Guipuzcoa), antes de recalar en mayo de 1980 en la Diputación de Palencia, primero como vicesecretario entonces la plaza se llamaba oficial mayor y luego como secretario general desde 1990. Es natural de Abia de las Torres «me congratulo y me honro haber nacido en un pueblo», asegura.
Este jueves vivirá su último pleno. ¿A cuántos ha asistido?
Calculando 35 años por una media de doce, salen 420.
¿Cuáles son las funciones del secretario general de la Diputación?
La más importante es la fe púbica de la documentación que expide la Diputación. Luego tiene otra función importante, que es la de asistencia y asesoramiento (se informa jurídicamente de los expedientes o de proyectos).
Ha vivido unos años convulsos y de muchos cambios políticos e institucionales. ¿Cómo los ha vivido desde su posición?
Inicié mi carrera en la dictadura, pero a Palencia ya vine en la Transición. Los cambios son importantes. La forma de vivir la política en el año ochenta no tiene nada que ver con la de ahora. Entonces había un cierto romanticismo y ahora los políticos están profesionalizados, lo que me parece razonable porque es una función que exige las 24 horas del día. Este cambio ya fue importante. Las corporaciones en estos años han sido del mismo color político. En este sentido, lo que han variado han sido las formas de gobernar y de relacionarse con el personal de cada presidente.
¿Cómo ha evolucionado la institución en estos años como prestadora de servicios?
Las funciones básicas de la Diputación son prestar servicios y colaborar con los ayuntamientos. Ha cambiado mucho en todo lo referente a los servicios sociales. En el año ochenta, la política de servicios sociales estaba empezando. Hubo una pequeña iniciativa de la Presidencia de crear un servicio social embrionario, pero posteriormente estos servicios los ha arrastrado la demanda de la sociedad, que hace que cada día haya más personas en situación de necesidad y acuden aquí como prestadora de este tipo de servicios. También ha habido mucha incidencia en el sistema de colaboración en las obras de los Ayuntamientos, los Planes Provinciales, que viene marcada por el aumento de la disponibilidad económica. Luego la Diputación tiene otras competencias complementarias, que no dejan de ser importantes, como la Escuela de Enfermería.
¿Cómo ha evolucionado la provincia?
La evolución es llamativa. La forma en que están atendidos los pueblos, los servicios municipales, la mejora de las infraestructuras (pavimentaciones, acometidas de agua, depuradoras, electrificaciones) ha evolucionado muchísimo, y la Diputación ha tenido mucho que ver. Probablemente, es la administración que más ha incidido en la mejora de los pueblos.
Desconocimiento de la institución
¿Entonces las diputaciones siguen siendo necesarias?
El debate parte del desconocimiento de la labor de las diputaciones. Los ciudadanos, en general, no saben lo que hacen las diputaciones y piensan que la administración autonómica puede sustituir a la provincial. Podría modificarse el sistema administrativo actual, pero tal y como está ahora diseñado, las diputaciones provinciales, sobre todo en provincias como la nuestras, cuyos pueblos están diseminados en muchos núcleos de población pequeños, son necesarias. Suprimirlas sería un error manifiesto.
¿Se marcha con muchos secretos inconfesables?
No. He tenido la suerte de haber mantenido una buena relación con las corporaciones. En los expedientes que me han llegado a mí, que son casi todos, no hay ningún secreto, no ya inconfesable, ni siquiera confesable.
¿El nombramiento de secretarios por libre designación puede restar independencia a su trabajo?
En teoría, sí; en la práctica creo que no tanto. Hay que tener en cuenta que los nombramientos trascienden a la corporación que los nombra. En el entorno nuestro de Castilla y León no conozco secretarios que hayan sido cesados por discrepancias políticas o personales con sus presidentes o alcaldes. En el sur del país sí que ha habido algunos casos en los las discrepancias han provocado el cese.
¿Consigue un secretario general ser independiente de las órdenes de los presidentes cuando son injustas o debe acatarlas?
La relación del secretario con la Corporación es muy estrecha. Cuando la orientación del equipo de gobierno se mantiene dentro de la normativa nunca ha habido problemas. No recuerdo que me haya sido impuesta ninguna decisión contra mi criterio, en el sentido de hacerme elaborar un dictamen que me repugnara. A mí no se me ha dado. No digo que no pueda ocurrir. Cierto es que el funcionario se pliega a la inclinación política o a la decisión política cuando esta no contraviene el ordenamiento jurídico. Lo que no puede el secretario es decir que sí a una actuación manifiestamente irregular. No conozco casos, y a mí afortunadamente ni se me ha planteado. Hay que buscar acomodo a la decisión dentro del ordenamiento, y si no se encuentras, tienes que decirlo y buscar otras fórmulas, siempre dentro del ordenamiento jurídico. Yo no me he visto desbordado por una decisión del político que me haya tenido que dejar un amargo poso. Todo lo que he hecho ha sido acorde con el reglamento.
¿No ha tenido presiones?
Nunca he tenido presiones. He podido acertar o equivocarme, pero según mi criterio y mi leal y saber entender. He actuado con total libertad.
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