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Un piloto sube a su avión antes de despegar para atacar Irán. Efe
Editorial

Diplomacia a bombazos

El ataque de Israel a Irán lleva a preguntarse si Trump y Netanyahu apuntan de verdad al programa nuclear o a un cambio de régimen

El Norte

Valladolid

Sábado, 14 de junio 2025, 08:32

Donald Trump llegó en enero por segunda vez a la Casa Blanca con la promesa electoral de terminar con las guerras en las que Estados Unidos se había implicado en las últimas décadas. El alcance de su compromiso podía medirse por el trato que cerró con los talibanes al final de su primer mandato y la posterior retirada vergonzosa de Afganistán que tuvo que gestionar Joe Biden. Ahora, en cuatro meses, la intervención de su Administración en el conflicto en Ucrania empuja cada vez más al país invadido hacia la capitulación ante Rusia. Pero es Oriente Próximo el escenario bélico en el que el presidente estadounidense despliega su más errática y desinformada gestión, a la par que parece haber perdido capacidad de control sobre su aliado privilegiado en la zona. Lo acredita que Israel decidiera lanzar ayer ataques a gran escala contra Irán con la excusa del programa nuclear de los ayatolás, cuando Washington todavía desplegaba una apariencia de negociación con Teherán que incluso tenía una próxima cita mañana. La impotente respuesta iraní invita a dudar del carácter «preventivo» con el que Tel Aviv viste su ofensiva de cara a la opinión pública global. La infiltración hebrea en el territorio del adversario ya era conocida por anteriores episodios, y los asesinatos de altos mandos militares y responsables del programa atómico calcan la pauta seguida para descabezar a Hamás y Hezbolá. Un 'eje de la resistencia' que ha resultado una ruinosa inversión para Irán. El anuncio de la Agencia Internacional de la Energía Atómica de que el país persa estaría violando sus obligaciones de no proliferación por primera vez en dos décadas abre la puerta a que Netanyahu golpee las instalaciones de Natanz, aunque los iraníes puedan seguir enriqueciendo uranio en Fordow. Y a que Trump descubra la amenaza detrás de su diplomacia: «Hasta ahora hablaron los de la línea dura y ya están todos muertos». Una invitación a la desestabilización interna del régimen teocrático, no para democratizarlo sino para desactivarlo como potencia regional. La reacción de la comunidad internacional al nuevo frente caliente en Oriente Próximo oscila entre el cinismo de Moscú, cuando reprocha a Netanyahu su ataque «no provocado», y la gestión por los países europeos de su propia irrelevancia. Regresa en la UE el alineamiento cerrado con Israel e incluso las apelaciones a su «derecho a la defensa». Una prerrogativa sepultada por miles de cadáveres de civiles en Gaza.

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