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luis v. huerga
Viernes, 27 de marzo 2015, 11:30
En lo que hoy se conoce cómo la Cámara de Doña Sancha residió Alfonso IX, aquel rey que, por primera vez en la historia, dio voz a representantes del pueblo en una Curia Regia. El habitáculo se sitúa bajo la torre de la Real Colegiata de San Isidoro, coronada por el característico gallo que da cierta identidad al monumento. Cerca de aquella cámara se ubicaba el cementerio de los monarcas, hoy panteón real, así como la iglesia primitiva que dio origen a lo que ahora es uno de los lugares más emblemáticos de toda la provincia leonesa.
Era el año 1188 cuando, en lo que se puede interpretar como gesto simbólico, aquel joven rey llamó a Cortes a los habituales. Nobleza y clero se dieron cita en el claustro colindante al palacio, que hoy pertenece al propio complejo de la Real Colegiata. Alfonso IX abrió las puertas de su reino a los hombres buenos, representantes de las ciudades del reino, para dirimir asuntos de gobierno. «Fue el inicio, el arranque, el primero de este tipo de actos», reconoce ahora el abad de San Isidoro, Francisco Rodríguez.
"Pisar este espacio es recordar nuestras raíces"
Hablar de Cuna del Parlamentarismo necesariamente lleva a relacionar ese concepto con León e, inmediatamente, con San Isidoro, el sitio en el que tuvieron lugar físicamente las primeras cortes con representación popular para tratar de buscar «la forma más adecuada de gobernar» de un rey enfrascado en la reconquista en aquel siglo XII recién iniciado. Ese hecho histórico «dignifica y engrandece», según considera Rodríguez, a ese «rey leonés». «Pisar esta tierra, pisar este espacio supone estar continuamente recordando y rememorando nuestra historia y nuestras raíces».
Los tres estados se citaron en la casa del monarca, bajo un halo de «solemnidad y protocolo» para, finalmente, construir entre todos «una institución y una forma de gobierno que sigue en vigor hasta nuestros días». De aquel encuentro queda la llamada Carta Magna leonesa, un texto en el que se señalan los «temas, problemas y dificultades para gobernar a su pueblo», así como los acuerdos que se tomaron, que son «muy elementales, de sentido común y de convivencia».
Unos acuerdos de "conducta y comportamiento"
«Ojalá los tuviéramos hoy presentes para todos, tanto para la responsabilidad del Gobierno como de los súbditos de la nación, para atenernos a ellos y tenerlos como norma de conducta y de comportamiento», opina el abad, que no esconde la «gran satisfacción» por saber custodio del escenario físico de aquel hito. «Estamos encantadísimos de tener el encargo de conservar este patrimonio, importante y fundamental para el Cabildo, pero también es necesario para conocer y valorar la historia de León.
El abad, Francisco Rodríguez, por ello, asumió con honor que, hace ya cinco años, las Cortes de Castilla y León aprobaran la concesión de la Medalla de Oro de la Comunidad a la Real Colegiata o que, en 2014, los presidentes de los parlamentos autonómicos del Estado se reunieran en León con motivo de la declaración concedida por la Unesco como Cuna del Parlamentarismo. Aquel rey, estas paredes, este claustro rezuman hoy historia y, en cierto modo, la democracia latente que León mostró a Europa.
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