El mito de la hibernación

Convengamos, lo primero, que es raro ver a un osezno intentando progresar por la escalera de una casa. Por mucha nieve que hubiera y por muy despistados que estuviera el pobre animal. Así que, la imagen, en sí misma ya vale mucho. Pero estoy convencido de que casi todos lo que han visto esa fotografía, lo primero que se han preguntado es ¿pero los osos no hibernan? ¿Qué hace ese oso despierto con tanta nieve?

Vamos a ver si contestamos a esas dos preguntas con claridad.

Lo primero: los osos no hibernan. Es una creencia nacida del desconocimiento. Los osos, en España, es cierto que reducen su actividad metabólica durante el invierno. Tienden a ocultarse en cuevas o en agujeros en el suelo para pasar los meses en los que apenas hay comida. Porque esa es la razón principal de su aletargamiento: la comida. El frío es muy relativo para un animal con ese pelaje y con la aclimatación que tiene a las zonas altas. Pero no se quedan dos o tres meses dormidos. No pueden. Y la razón estriba en que toda la energía que pudieran ahorrar durante ese tiempo la perderían al despertar dado el volumen corporal que tienen. Son muy grandes, vaya. De hecho, el mayor animal que hiberna es la marmota alpina (la famosa Phil del Día de la Marmota), y pesa cinco kilos. Un oso adulto supera con creces los 300.

Total, que nuestro osezno apareció por la escalera porque buscaba comida. No le había despertado nadie. Simplemente, no estaba dormido porque debió nacer muy tarde y no logró acumular la suficiente grasa parda en sus tejidos para poder sobrevivir aletargado. Así que, impelido por el hambre, y esto responde a la segunda pregunta, abandonó a su madre y se lanzó a la búsqueda de comida. No la encontraría, pero esperemos que haya podido volver a su refugio. Si no lo ha conseguido, tendremos que ponernos en lo peor.