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Integrantes del equipo vallisoletano de waterpolo.
WATERPOLO

Waterpolistas en el dique seco

El reglamento de piscinas municipales permite nadar al equipo de waterpolo de Valladolid pero no entrenar con balón y para competir debería alquilar la instalación si está disponible y comprar las porterías

J. B. I. - ICAL

Domingo, 15 de febrero 2015, 18:58

El único equipo de waterpolo de Valladolid, que nació en octubre del pasado año con el claro objetivo de formar jugadores desde la base y asentar un deporte casi inédito en Castilla y León, se ha topado con un hecho inesperado. El reglamento de la Fundación Municipal de Deportes del Ayuntamiento, que rige el uso de las piscinas, no autoriza a los 17 waterpolistas que lo forman a utilizar un elemento tan inherente a su disciplina deportiva como el propio agua, es decir el balón.

«Hemos hablado con el gerente de la Fundación Municipal de Deportes del Ayuntamiento de Valladolid, y se nos dice que debe primar la actividad de los usuarios habituales que acuden a nadar a las piscinas municipales. No se nos impide ejercitarnos en la piscina como un equipo de natación, pero ya que el balón está prohibido es como si un equipo de fútbol alquilase un campo municipal y solo se le dejase correr en los entrenamientos», apunta José Ángel Renero, presidente y uno de los fundadores del equipo.

El denominado Club Waterpolo Valladolid se ha integrado en una liga no federada en la que hay cinco equipos más, dos de Castilla y León ubicados en Zamora y Burgos, y otros tres de Sestao (Vizcaya), Oviedo (Asturias) y Logroño (La Rioja). Otro inconveniente añadido para este grupo de amantes del waterpolo se centra en la disputa de los encuentros, ya que los que han podido jugar hasta ahora ha sido bajo la condición de conjunto no local fuera de su territorio.

«Si quisiéramos disputar encuentros en nuestra propia ciudad deberíamos alquilar una piscina con una consulta previa sobre la disponibilidad de la misma. Y también tendríamos que comprar las porterías e instalarlas para delimitar el campo de juego, ya las instalaciones municipales no disponen de este material imprescindible para practicar nuestro deporte», explica Renero.

A su juicio, lo importante es «salir adelante y que esta modalidad deportiva tenga practicantes» en la ciudad pero el conjunto que preside «está muy condicionado por no poder usar el balón en el agua». Además se queja de que así se esfuma la posibilidad de crear una escuela de formación de futuros waterpolistas «al no disponer de una estructura adecuada que permita ir incorporando niños y así consolidar una cantera para surtir de jugadores a distintas categorías desde la base».

De cara a conseguir este objetivo el Waterpolo Valladolid tiene previsto pasar a formar parte este mismo mes del Club Natación Parquesol como una de sus secciones. Así podrán participar en la II Copa Regional de Waterpolo que organizará el próximo dos de mayo la Federación de Natación de Castilla y León en Valladolid como su meta más inmediata, donde estarán los otros dos equipos de la Comunidad y los que acudan de fuera de ella por invitación federativa.

José Ángel Renero -que confirma que en breve se disputarán también dos partidos de la liga no federada en la que están inscritos primero en Zamora y luego en Sestao (Vizcaya)- cree que la normativa de las piscinas municipales tiene que cambiar y pide buena voluntad al Ayuntamiento. «Aunque tengamos buenos nadadores y con la resistencia que otorga el poder entrenar esa faceta, sin balón no se puede mejorar la técnica en la piscina, ensayar cómo defender o atacar y diseñar las jugadas de estrategia», arguye.

Opinión de los jugadores

Tres de los integrantes que componen la plantilla del Waterpolo Valladolid opinan sobre su compleja situación a la hora de poder utilizar una instalación pública donde entrenar con balón y prepararse para competir. Todos confían en la proyección de este deporte en la capital con un espejo en el que mirarse, ya que las selecciones nacionales -especialmente la femenina- han cosechado en los últimos años importantes éxitos en campeonatos europeos, mundiales y olimpiadas.

Uno de los jóvenes del equipo, Pablo Renero, de 17 años, señala que su afición al waterpolo le viene de lejos. Junto a su hermano pequeño, Javier, comenzó a jugar en Las Palmas, donde ambos nacieron y residieron junto a sus padres. «Había un equipo donde entrenamos y el waterpolo nos parecía mucho más divertido que la natación, que también practicamos», recuerda.

Al regresar a Valladolid y no existir tradición waterpolista, se pusieron en contacto con los equipos que había en Zamora y Burgos y se desplazaban a jugar allí, hasta que a su padre José Ángel se le ocurrió impulsar un conjunto en la capital vallisoletana. «A través de internet recabamos información, contactamos con posibles jugadores y empezó a crearse una pequeña estructura de club. Luego se unieron algunos estudiantes universitarios residentes en Valladolid y procedentes de otras ciudades, que ya tenían experiencia en la práctica del waterpolo», afirma Pablo.

El club intentó acceder inicialmente a la piscina de las instalaciones de la Junta de Castilla y León en Río Esgueva, pero al no tratarse de un equipo de alto rendimiento y no estar federado la normativa impedía el acceso para entrenar. «Como mi hermano Javier compite con el Club Natación Parquesol su piscina es el lugar donde hemos empezado a prepararnos, pero la normativa municipal impide hacerlo con balón. También quedamos en un parque para hacer trabajo físico y entrenamiento con balón en seco. Lo lógico es coger técnica en la piscina y adquirir la estabilidad necesaria y es un gran problema no poder hacerlo actualmente», se lamenta.

Alquilar o ceder una instalación

Por ello, Pablo pide que la Fundación Municipal de Deportes modifique la normativa o, en caso contrario, que se ceda o alquile al Waterpolo Vallladolid a un precio asequible un espacio acuático apropiado para entrenar con balón o que, finalmente, se conceda a los waterpolistas la forma de hacerlo en la piscina de Parquesol. En su corta trayectoria, el equipo ya ha jugado un encuentro de la liga no oficial con victoria en Burgos, y una derrota en un amistoso con Zamora, a través de una plantilla que oscila entre 14 a 30 años y que está formada por 16 chicos y una chica.

Por su parte Álvaro Asensio, de 19 años -uno de los fundadores y a su vez capitán y colaborador en las labores técnicas junto a otros jugadores veteranos- sostiene que el waterpolo tiene futuro en la ciudad, «pero algo tendrá que hacer el Ayuntamiento para que se pueda practicar con normalidad y también la Federación de Natación debe tomar cartas en el asunto», arguye.

Su relación con el deporte acuático surgió a los ocho años de edad y se inició en la Asociación Coruñesa de Waterpolo. Actualmente es estudiante de Ingeniería Química en la Universidad de Valladolid (UVA). «Intento compaginar los estudios y, como resido en Palencia, entreno con el Club Natación de mi ciudad y luego también en Valladolid preparando la técnica en seco con mis compañeros», apunta.

En su opinión, para un estudiante son muchas horas de sacrificio que, en su caso, compensan. «A mi practicar deporte me estimula y es un buen complemento para la actividad académica. Nuestro equipo de waterpolo tiene un buen nivel pese a todas las dificultades y pretendemos ganar la Copa de Castilla y León y la liga no federada para demostrar que este deporte no es uno más y que se puede hacer un hueco importante en Valladolid», enfatiza.

Presencia femenina

En el equipo hay también presencia femenina representada por Julia Benito, de 16 años, que proviene de la natación sincronizada, donde se inició en el primer curso de Primaria para practicarla durante nueve años. «Mi padre jugó al waterpolo hace unos 30 años en Valladolid, donde llegó a jugar en un equipo que luego desapareció y a mi me llamaba mucho la atención este deporte», señala para explicar su relación con esta disciplina acuática.

Luego la casualidad hizo que una amiga de instituto de Julia -que coincidía en clases de alemán con Pablo Renero, jugador del Waterpolo Valladolid- le comentase que se había enterado de la existencia de un equipo y así se puso en contacto con los fundadores y empezó a entrenar. «Soy la benjamina, la única chica y me tratan muy bien todos los compañeros. La verdad es que estoy muy a gusto y me considero una más», manifiesta.

Julia recuerda que cuando practicaba la natación sincronizada se trataba de una modalidad deportiva «muy sacrificada y casi no había tiempo para estudiar», por lo que su paso al waterpolo le supuso un acicate para seguir vinculada a una disciplina acuática. «Al no poder ejercitarnos con balón en la piscina a cada miembro del equipo se la da una ficha con ejercicios específicos. Estamos luchando para que cambie la normativa, ya que es ilógico que no exista una instalación adecuada para entrenar en condiciones. Esperamos que se acerquen posturas con el Ayuntamiento», concluye.

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