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ARTURO CASADO
Viernes, 12 de agosto 2016, 23:26
La jornada del viernes, la primera de atletismo de los Juegos Olímpicos, no fue el mejor día para los nuestros. La prueba de los 20 kilómetros marcha masculino se presentaba como una de las grandes esperanzas de medalla para nuestro atletismo, puesta en el vigente Campeón mundial y europeo, el murciano Miguel Ángel López. También se esperaba mucho del emergente promesa Álvaro Martín, entrenado por José Antonio Quintana.
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La carrera empezó con un altísimo nivel de humedad. Se celebró en un circuito muy estrecho que podría dificultar la visión de los jueces para determinar la corrección técnica de los deportistas y que también podría provocar choques, empujones y codazos entre los competidores.
Tal y como hiciera el pasado año en Beijing, Miguel Ángel se situó en el grupo de cabeza pero sin dar la cara en ningún momento. A simple vista, no mostraba signos de fatiga y parecía que controlaba perfectamente el ritmo de la carrera y que esperaba pacientemente a que los que estaban en cabeza fueran desfondándose y poder así, con un cambio de ritmo demoledor a falta de cinco kilómetros, alzarse con el oro olímpico. Pero esa era otra historia, la del oro mundial de hace un año en Beijing.
En esta, Miguel Ángel se vio afectado por una humedad bestial y no encontró su mejor prestación, a la que ya estábamos mal acostumbrados. Después de descolgarse de ese grupo de cabeza en torno al kilómetro 15, luchó con todo lo que tenía para conseguir un meritorio undécimo puesto. Un puesto que le dejaba desolado. Observó con un dolor profundo e interno como los dos chinos Wang Zhen yZelin Cai se hacían con las dos primeras plazas. El primero de ellos completó los 20 kilómetros en 1 hora, 19 minutos y 14 segundos, algo menos de 2 minutos de diferencia con Miguel Ángel. Álvaro Martín conseguía así mismo una 22ª posición.
'A pesar' de este resultado, Miguel Ángel es uno de los grandes referentes mundiales de esta especialidad. Su compañerismo y su lucha constante por un deporte limpio hacen de él un deportista modélico. Sus tres anteriores temporadas no pudieron ser mejores y a pesar de este pequeño tropiezo, nunca hay que dejar de valorar lo que uno de nuestros más grandes atletas nos ha dado. Alguien que merece todo nuestro apoyo en unos momentos en los que su extrema competividad hacen que sean los más duros. También lo merece su entrenador, el genio de José Antonio Carrillo. Lo positivo es que todavía se pueden resarcir en los 50 kilómetros marcha.
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