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Lalo García saluda al público de Pisuerga en 1996
El mítico cinco

El mítico cinco

Icono del club, el jugador siempre querido por la afición, Lalo García era algo más que un jugador, era el CB Valladolid en sí mismo

Víctor Borda

Martes, 31 de marzo 2015, 17:00

Gonzalo García Telléz, más conocido como Lalo García, fue durante muchos años la representación de la cantera en el primer equipo, el hombre de la casa que se codeaba con los mejores del baloncesto nacional. Hizo toda su carrera en el entonces Fórum Valladolid, equipo del que fue capitán. Tuvo posibilidades para salir hacia otros equipos, pero la fidelidad a unos colores y su entrega en la pista lo convirtieron en todo un mito en el equipo morado. Tanto que es el único jugador que tiene su dorsal retirado. Su 'cinco' cuelga del techo de Pisuerga. Ha sido también miembro del consejo de administración, director deportivo y presidente de la fundación del club.

El escolta fue internacional en diferentes categorías. Salido de la cantera del Lourdes dio el salto al juvenil del CB Valladolid para de ahí hacerlo al primer equipo en 1988, donde estuvo hasta el 2001. Ese año, lastrado por problemas físicos, se retiró. El club le homenajeó tres años después con la retirada de su camiseta.

De 2006 a 2008, con Javier Herrero como presidente del club, fue el director deportivo morado. Entró precisamente en el puesto de Sunil Bhardwaj, actual presidente del CB Valladolid. Ese último año, una temporada convulsa por cuestiones extradeportivas que acabó con el descenso a LEB Oro, terminó con la salida de Lalo del club.

En los últimos tiempos, colaboraba y echaba una mano para intentar sacar del hoyo económico en el que se encuentra el CB Valladolid. Es el 'cinco' mítico del CB Valladolid.

De su vida deportiva en el club morado se cuentan cientos de anécdotas. A él siempre le gustaba contar la que le sucedió con uno de los múltiples americanos con los que coincidió. Un buen día, Lalo, a la sazón cofrade de la Siete Palabras, acudió al entrenamiento con el hábito de la hermandad, ya que pocas horas después debía salir en procesión. Guardó los ropajes en la taquilla del vestuario, pero como el capirote no le cabía, y mientras buscaba un lugar donde dejarlo, se lo encasquetó en la cabeza. El problema es que cuando su compañero estadounidense le vio pensó que estaba ante un miembro del Ku Kux Klán. Lalo siempre relataba lo mucho que le sorprendió la cara de pánico de su gigantesco compañero y como, a toda velocidad, se armó con el gancho de una percha para defenderse de su presencia. Ni siquiera cuando Lalo se quitó el capuchón y se mostró ante él se tranquilizó. Y solo cuando se le explicó en qué consistía esa caperuza y cual era su significado empezó a tranqulizarse. Desde entonces había una tácita orden en el club de que a los estadounidenses negros que llegaban al club había que explicarles lo que es la Semana Santa.

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