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Bandas sonoras para el optimismo

Bandas sonoras para el optimismo

Una de las losas que pesan sobre la música clásica es su inclinación a la melancolía. Esta es una invitación a la escucha alegre

Victoria M. Niño

Lunes, 18 de enero 2016, 21:17

No suele estar en los propósitos del nuevo año, pero bien podría ser uno: probar su oído en distancias medias, sentir la reacción ante frases musicales que sobrepasen el machacón estrofa/estribillo/estrofa de tres minutos y ver la reacción ante sonidos más aventureros. La llamada música clásica, no merece el condenatorio adjetivo que bien puede sustutirse por desarrollada como decía Bernstein, tiene millones de pentagramas dedicados al amor, a la tristeza, a los celos, a Dios, a la naturaleza, y también hay miles de obras que invitan a la alegría. Para quienes quieran un narcótico inocuo, aquí va una breve y personal selección. Si el arte es el alimento del alma, los manjares elegidos obedecen al puro gusto del comensal. Espero que estos sacien a alguien.

Comenzamos calentando el alma con la marcha de Ruychi Sakamoto, un compositor vivo, ensasillado en algo así como la 'new age'. Además de que Rain es cuando menos estimulante, sirve para recordar al recién fallecido Bowie. En la que quizá sea su mejor película como actor, Felicidades Mr. Lawrence compartía escenas con el músico, también actor en esa cinta.

Holst puso música a los planetas y otorgó a cada uno una cualidad. Júpiter es el portador de la alegría. Juzguen ustedes.

A pesar de la fama de taciturno solterón de Brahms, escribió un concierto de violín cuyo tercer movimiento levanta el ánimo fácilmente. Elegimos la versión de Anne-Sophie Mutter.

Los compositores de música vocal se han permitido juegos con sus cantantes como el Dúo de gatos de Rossini.

Otra de las cantantes que ha unido a su especialidad en el repertorio barroco, una gran capacidad cómica sobre el escenario es Patricia Petibon. Valga como ejemplo esta píldora de Offenbach.

Cambiando de escenario, viajamos a Sevilla de la mano de Albéniz. Pura alegría dirigda por Rafael Frübeck de Burgos.

Al director Rinaldo Alessandrini le duran las piezas menos que otros colegas suyos. Le imprime ritmo acelando a todo. Este Gloria de Vivaldi sirve para cantar a todo lo celebrable de la vida. Lo interpreta el Concerto Italiano.

A Vivaldi, el cura del pelo rojo que tanto dio que hablar a su gremio por su entrega a la ópera, le sigue otra propuesta barroca del papá de los músicos. J. S. Bach y su Badinerie.

No podía faltar una sugerencia del tremendo Beethoven, que escribió sobre todas las emociones. La sonata Waldstein, en las manos de Alfred Brendel, es la elegida. En caso de no poder oírla toda, se recomienda no perder el tercer movimiento.

Y para terminar, hay cientos, los aires cinematográficos de Bernstein en la Candide overture.

Terminamos con una propuesta de luthiers lugareños con humor. Jorge Arribas y Diego Galaz forman Fetén Fetén, un dúo que busca el sonido en objetos inverosímiles. Ahí esta jota del Wasabi y quien quiera ver a Galaz en directo, el próximo jueves en el Aula de Cultura de El Norte.

Queda abierta la invitación a sumar sugerencias.

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