Joana Carneiro: «Siempre quise dirigir, recibí mi primera batuta a los nueve años»

La francesa Nathalie Stutzmann fue la primera mujer que dirigió a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León y Joana Carneiro será la segunda. La titular de la Orquesta Sinfónica Portuguesa se pone al frente de la OSCyL en la quinta cita de abono que abordará el único concierto de violín que compuso Sibelius, en este 150 aniversario de su nacimiento que termina, y dos piezas programáticas de Richard Strauss. Contará con el violinista chino Ray Chen para la primera parte.

Joana Carneiro (Lisboa, 1976) quiso dirigir desde niña, quizá por estar entre las mayores de nueve hermanos. A los nueve años su padrino le regaló su primera batuta, aunque tuvo que seguir estudiando la viola. «A los 18 empecé a dirigir y a estudiar dirección». Las recomendaciones de sus profesores la llevaron a Estados Unidos.

«Para mí una orquesta es el mejor ejemplo de construir algo bello en comunidad, con compañeros que tienen adjudicado un papel igualmente importante para recrear la imaginación del compositor que compuso la obra. La orquesta tiene una dimensión humana muy completa que no existe cuando tocas solo», explica quien se siente «portuguesa 100%, pero cuando estoy frente a una orquesta soy música, ese es un lenguaje universal. Tengo influencia anglosajona, me formé y trabajé diez años en Estados Unidos, pero creo que en el podio es muy difícil hoy tener identidad nacional».

Titular de la Orquesta Sinfónica Portuguesa desde enero de 2014, reconoce que «nunca he tenido problemas por ser mujer. Sí, los propios musicales, de no tener bien preparada la obra o de no haber química con una orquesta. He tenido mucha suerte, siempre sentí que la música era más importante que mi condición de mujer. Hay una desigualdad numérica, pero no artística».

La OSCyL será su cuarta orquesta española, ha trabajado con la de Euskadi, la de Asturias y la Nacional. Si se le pregunta por el programa que afronta aquí enseguida sentencia: «Me resulta más fácil dirigir la música que hablar de ella. Los dos compositores tienen una clara dimensión sinfónica y hay un gran peso romántico. Strauss es más objetivo, su música está al servicio de una historia que tiene un reflejo muy real en la obra. Sibelius es más abstracto, su gran sinfonismo también es de tradición romántica. Los dos avanzan pero Sibelius me suena casi como contemporáneo, le veo una dimensión futurista».

Como directora titular, siente que la implicación que demanda es absoluta. «Dirijo una orquesta de 95 músicos y un coro profesional de 64 voces, porque también hacemos ópera. Son dos instrumentos muy ricos para imaginar muchos programas y temporadas bonitas pero da mucho trabajo». Ahora está pendiente de un concurso para nombrar director artístico, «que me ayudaría a diseñar la temporada sinfónica y operística. Nuestra orquesta toca en todo Portugal. También hacemos una importante inversión en encargar obras nuevas a compositores nacionales. Este año hemos hecho dos estrenos. También espero abordar el gran sinfonismo, hacer los ciclos de Brahms, Bruckner o Mahler».

Acostumbrada a trabajar a ambos lados del Atlántico, considera que no hay diferencias musicales, sí de modelo de gestión. «En Estados Unidos se sostienen con mecenazgo privado y en sus consejo de administración está implicada toda la comunidad, hay una comunicación directa con el público al que se sirve. En cambio en Europa, son mayoritariamente públicas y no tienen ese hilo directo con la sociedad. Para mí lo ideal sería una combinación de ambos modelos».