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Victoria M. Niño
Martes, 31 de marzo 2015, 14:53
Será un concierto extraordinario de Semana Santa. Haydn recibió el encargo de dos nobles gaditanos de escribir una obra para la Hermandad de la Santa Cueva que llenara el ejercicio de las tres horas del Viernes Santo (entre las doce y las tres de la tarde, una práctica de las misiones jesuíticas). Y Haydn asumió el «reto de componer para un sitio reducido, a oscuras, apenas con una vela. No podía hacer un oratorio o una gran sinfonía, tenía que ser algo menos ambicioso», explica el británico Paul Goodwin que dirigirá a la Sinfónica de Castilla y León. Interpretarán Las últimas siete palabras de Cristo en la Cruz, el resultado de aquel encargo. «Construyó siete movimientos en los que saca un gran número de colores, logra un carácter distinto en cada uno. El reto es buscar el sabor, la emoción, que va con las palabras de cada parte. Las más intensas son las palabras de la madre y la última de la muerte. Es una obra aparentemente sencilla, pero que permite profundizar para encontrar su variedad y su dinámica».
Goodwin, que dirigió a la OSCyL en el programa que clausuró la primera temporada en el Auditorio Miguel Delibes, celebra «tener tres días de ensayos, como si fuera un programa sinfónico. Eso nos permite profundizar, veremos hasta que punto, en la sofisticación de la obra. Los músicos quieren aprender, es un placer trabajar así».
Este oboísta antes que director está maravillado con el auditorio. «Muchos directores británicos daríamos un dedo por tener un instrumento como este». Alumno de sir Eliot Gardiner, director de varias orquestas especializadas en música antigua, «desde hace diez años estoy en el repertorio sinfónico pero siempre desde el punto de vista historicista, me da igual que sea Stravinsky o Sibelius, busco las grabaciones originales, lo más puro posible. Quiero borrar el exceso de romanticismo que cubrió todo. No es aceptable que hoy se toque el repertorio clásico con esa carga romántica. Intento ser lo menos indulgente posible».
Trasvase de conocimiento
Herederos de la generación de Gardiner, Hannoncourt, Herrewegue, Christie, Curtis... «quizá lo que nos distinga a sus sucesores es que ellos hacen esa música con sus orquestas, dirigen con el gesto, se entienden así. Nuestro trabajo es llevar ese conocimiento al sinfonismo, a las formaciones grandes, trasladar ese saber a un lenguaje que le va bien a la orquesta con batuta». Director del Festival de Bach en Carmel (California), «allí se da el fenómeno de la filantropía. En Carmel vive gente con mucho dinero que en la última etapa de su vida decide gastarlo en cultura. Son gente inteligente, cultivada y muy interesada cuando les entusiasmas. Mi trabajo como director artístico es acercarles esa música y lograr que disfruten».
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