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maría de lara
Miércoles, 22 de marzo 2017, 12:03
El mismo día que se celebraba el Día de la Poesía, Javier Dámaso decía: «Valladolid tiene una dilatada trayectoria poética, hasta la han insultado en verso». De esta forma, el organizador del proyecto Poesía en Valladolid. Tradición y modernidad destacó el valor que la ciudad tiene en la creación de versos, durante la inauguración del ciclo que quiere repasar la poesía contemporánea de las cuatro últimas décadas en Valladolid.
El poeta vallisoletano contó con la compañía del director de El Norte de Castilla, Carlos Aganzo, y del director de la Fundación Jorge Guillén y colaborador de este diario, Antonio Piedra, para presentar, en la Sala Francisco de Cossío de la Casa Revilla, la primera sesión de Poesía en vivo, en la que los poetas Luis Díaz Viana, Irene DeWitt y Jacob Iglesias leyeron parte de sus obras.
«Tres poetas distintos, de tres generaciones muy diferentes», así los definió Dámaso. Esta variedad de lírica es uno de los objetivos que el ciclo perseguía, mostrar un panorama poético significativo, en el que se viesen representadas diferentes voces y generaciones. Además, se quiere celebrar el bicentenario del nacimiento del dramaturgo José Zorrilla, «desde una perspectiva jocosa, reflexiva y amena», destacó el organizador, y recuperar la memoria del autor Luis G. Pasquau, quien dinamizó la poesía en la ciudad entre los años 70 y 90.
El zamorano Luis Díaz Viana, fue el encargado de abrir el recital poético con la lectura de algunos textos de su libro El honor de la quimera (editorial Devenir), un poemario que resume parte de su trayectoria en versos escritos, como el mismo afirmó, «desde Valladolid, en Valladolid y sobre Valladolid», aunque en muchos de ellos no se haga referencia a la ciudad de forma explícita. Su lectura la concluyó con poemas incluidos en un «libro inédito», La cortesía de los suicidas.
A este veterano de la literatura en verso, le siguió benjamina de la velada, Irene Enríquez Pígazo, o como todos la conocen, Irene DeWitt. La vallisoletana a sus 23 años, que se ha convertido en una de las caras más conocidas entre los autores que están tejiendo una red lírica en los bares de la ciudad, ayer hizo un repaso de su «corta trayectoria como poeta». Comenzó por los poemas escritos cuando tenía 17 años, en los que ya se podía ver el simbolismo al que tendería su obra, y terminó con sus último trabajo en los que aseguró encontrarse en «una nueva etapa con la que me estoy adentrando en la poesía erótica».
El broche final de esta primera sesión de Poesía en vivo lo puso el palentino Jacob Iglesias, que presentó su último poemario No todas hieren (La Penúltima Editorial). En él Iglesias no alude a la temática amorosa, sino al tiempo, a las horas «que son las que no hieren», puntualizó. Se trata de una obra que «entrelaza instantes de alegría y celebración con momentos de rutina y aburrimento».
La sesión nocturna
La segunda sesión, que se celebró en horario nocturno (22:00 h.) en la Casa Zorrilla, contó con la participación de autores como Fermín Herrero, Esperanza Ortega y Fernando del Val, que fueron presentados por el poeta medinense Mauricio Herrero. Ortega, leyó versos de distintos libros y algún poema inédito, con los que pudo mostrar la esencia de su poesía, que ella misma describe como «un misterio que tiene la capacidad de transformar la realidad por medio del lenguaje». Por su parte, Fermín Herrero hizo un recorrido por toda su trayectoria lírica con el recital de poemas pertenecientes a sus diferentes obras, con los que también comentó su poética. Para ello, el colaborador de El Norte escogió una serie de versos que indicaban la manera en que él entiende este género literario.
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