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Silvia G. Rojo
Jueves, 13 de abril 2017, 21:28
Mientras que en comunidades autónomas como Andalucía o Castilla la Mancha se habla de un «cosechón», en Castilla y León algunos se la juegan a lo que pueda pasar en los próximos ocho o diez días y a si las posibles y deseadas lluvias, salvarán parte de la cosecha de secano.
En el caso del regadío todo son dudas y muchos apuran los días para decidirse por un cultivo o por otro. Los que ya han hecho su elección y han sembrado las tierras han apostado a que no habrá incidencias con el riego hasta final de campaña. Habrá que esperar.
Pero como siempre, esto va por barrios y donde más complicada está la situación del regadío es en aquella zonas que dependen del sistema Carrión. Blas Donís, agricultor de San Cebrián de Campos, es de los que piensa que «la cosa pinta muy mal», al tiempo que lamentaba que no se hubiera comenzado a organizar la campaña de riego antes. Justo este martes tuvo lugar una junta de ese canal del Bajo Carrión en la que se determinó que, en principio, cada agricultor dispondrá de 2.000 metros cúbicos por hectárea para toda la campaña.
Si la realidad fuera otra, este agricultor palentino es de los que habitualmente se decanta por remolacha, maíz y alfalfa y de momento, a la remolacha ya se la pasó el tiempo de siembra y con ese cupo, poco se puede hacer para sacar adelante el maíz por lo que ya está pensando en el girasol. «Tengo paradas todas las tierras pero seguramente siembre girasol y estoy convencido de que en la cuenca del Carrión maíz no se sembrará». Se estima que cada hectárea de regadío necesita unos 6.000 metros cúbicos de agua.
Lógicamente, no es la primera vez que se vive una situación de falta de agua de estas características, pero la gran diferencia con épocas pasadas es que «no había esta sequía y no estaban así las tierras pero no llueve desde mayo», asegura.
Blas Donís fue presidente de su comunidad de regantes y «algún año repartimos el agua con la Guardia Civil delante». Considera que no se llegará este año a esa situación, en su comunidad «la gente tiene mucha más conciencia pero va a ser una campaña muy conflictiva». Este agricultor también representa a La Alianza UPA-COAG en el consejo del agua de la Confederación Hidrográfica del Duero.
En el caso del secano concluye que, al menos en su zona, «está muy afectado».
En la provincia de Valladolid, en una localidad próxima a Tordesillas, se encuentra Valentín García que se refiere a la situación de pozos y perforaciones. «Este año el agua en vez de a 50 metros está a 60 metros, y aquellos más superficiales se arriesgan a quedarse sin agua». Sostiene que la gente apura la siembra, «están pensando a ver qué pasa, a lo mejor esto cambia en abril y se arregla».
Ventura González labra una explotación agrícola en Madrigal de las Altas Torres, Ávila, y valora varias circunstancias: «Hay cultivos como el maíz o las cebollas que tienen diferentes ciclos y está la opción de poder cambiar a ciclos más cortos o llegado el momento cambiarlos por otro cultivo como el girasol». Pero no todo funciona de la misma manera y «la gente que siembra patatas tiene la semilla encargada, normalmente a Holanda, desde diciembre y la remolacha se sembró en febrero por lo que tanto en un caso como en otro, ahora no puedes echarte atrás».
Maíz dulce
Por lo que comenta, tanto en su zona como en la de Segovia «hay gente que se está echando atrás con el maíz y el guisante verde y parece que cultivarán maíz dulce que se siembra en junio y se recolecta en septiembre». Su precio ronda los 130-140 euros por tonelada y tiene menos gastos que el maíz para pienso.
Pero hay algo más. Aquellos que riegan con energía eléctrica se están encontrando con problemas en la potencia contratada. «Cuando acaba la campaña de riego se baja la potencia para pagar menos y cuando comienza, la vuelven a subir pero como la ley ha cambiado, ahora solo se permite una modificación al año y los que la hemos bajado en octubre o noviembre ahora no podemos volver a subirla y regar en la medida que quisiéramos», lamenta Ventura González.
A la hora de hablar del secano se muestra contundente y califica la situación de «catastrófica» pues «en Palencia hubo mucho problema de sequía que afectó a la nascencia y en Valladolid, Ávila, Salamanca y Segovia llegó a un punto óptimo pero ahora está en unos niveles que cada día que pasa está perdiendo». Se refiere a la última interprofesional del cereal en la que participó recientemente y comenta lo que allí se escuchó: «En Castilla la Mancha y Andalucía si lloviera en 20 días sería un cosechón y nosotros ya, cada día que pasa nos resta».
En lo que respecta a los embalses de la provincia de Salamanca son los que presentan un mejor momento por lo que la denominada Junta de Explotación del Tormes tiene una situación de «normalidad».
Isidoro Palomero reside en la zona de las Villas y comenta, por ejemplo, que «aquí se están terminando de sembrar las patatas, te diría que ya están sembradas al 95%, y ya se va a empezar con el maíz».
El secano «está al límite», matiza, pero la situación se está complicando por momentos en La Armuña o Peñaranda.
Félix Arribas pone sobre la mesa la situación del secano de Burgos y de entrada resume que «el cereal tiene una sed tremenda pero estamos resistiendo, a ver qué hacemos». Al igual que en otros lugares de la región, «si no llueve próximamente, el cereal se va a secar».
Su percepción es que «en el caso de Valladolid hay zonas que las tierras son más flojas y aguanta menos pero aquí todavía, a duras penas, estamos resistiendo; la suerte está echada y no tenemos otra alternativa». Arribas considera que «si en diez días lloviera, en Burgos igual se salva el 70% y sería una cosecha mala pero para cubrir gastos». Este agricultor también cuenta con que habrá que sumar algo de los seguros pues «comprando abono, herbicidas y todo lo demás, no tenemos ahora mismo ni para gastos».
La única esperanza de Félix Arribas es que «en el campo se ven cosas muy raras como empezar a llover en mayor y nacer todo el tardío». Eso sí, «ahora arriesgamos más que hace unos años empezando por unas rentas y unos inputs que son desproporcionados». Una vez más: a mirar al cielo.
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