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Pablo Garcinuño
Jueves, 2 de julio 2015, 17:49
Cuando el ganadero abulense José Antonio Pedrero, de El Herradón de Pinares, se encontró la semana pasada a una de sus vacas devorada por los buitres, pensó que el animal había fallecido al parir y que, una vez muerta, los aves carroñeras habían aprovechado para comer su carne. Sin embargo, unos días después pudo ver unos fotos que le espantaron: mostraban que la res seguía viva mientras era devorada.
Opinión
«Antes no era normal que a un animal vivo, aunque estuvieses tumbado, le atacasen, pero ahora van a por cualquier vaca que cojee o no pueda levantarse», afirma el ganadero. «Es bastante común porque hay muchos y pasarán hambre». Su explotación está en el paraje conocido como Las Beatas, a solo 150 metros de la carretera comarcal 505. «He ido a la Junta [de Castilla y León] y me han dicho que esto no lo pagan, como sí ocurre con los lobos; me parece fatal», añade. Calcula que las perdidas económicas por la muerte de los dos animales pueden superar los 1.500 euros.
«En la zona de Las Navas del Marques y El Escorial hay una colonia de buitres que en los últimos años ha aumentado», señala Ignacio Senovilla, secretario de la organización agraria UPA Ávila, quien advierte de que se han registrado más casos en explotaciones ganaderas de esta provincia que limita con la Comunidad de Madrid. «Nunca nos han admitido los expertos de la Consejería que un animal que esté vivo sea atacado por buitres, pero estas fotos lo demuestran».
Jesús Muñoz cree «es un problema que se puede solucionar más fácilmente que el tema del lobo». En su opinión, «hay que tomárselo en serio» para no aumentar la gravedad de la situación. Con la recogida de cadáveres de las reses de la ganadería, se han cambiado los hábitos alimenticios del ave carroñera. Aunque la normativa vuelve a permitir dejar los cuerpos en el campo, «se tiene que encargar el ganadero de todo», cuando los trámites deberían ser responsabilidad de la Junta, se queja.
Muladares clausurados
Para Joaquín Antonio Pino, de Asaja Ávila, la Administración no está controlando la fauna salvaje por desidia. «En nuestra provincia hay dos muladares (espacios cerrados donde se deja la carroña), uno en El Barraco y otro en Maello, y los dos están cerrados». Incluso señala que el Colectivo Azálvaro quiso gestionar uno de ellos sin coste para la Junta de Castilla y León y el Servicio Territorial de Medio Ambiente lo rechazó «al entender que los buitres tenían comida suficiente y que no era necesario», afirma Pino.
Sin embargo, el jefe de la sección de Espacios Naturales y Especies Protegidas de la Junta en Ávila, Nicolás González, afirma que solo se registran entre dos y cuatro denuncias de este tipo al año en la provincia. «Lo normal es que los buitres no ataquen a animales vivos», afirma, aunque reconoce que, en el caso de los partos, estas aves suelen aterrizar para comer la placenta y otros restos del parto y si el animal está débil, pueden llegar a picotearlo hasta provocar su muerte. Sin embargo, no es lo habitual y cree que «se crea alarma social con estas noticias sensacionalistas».
González recuerda que es una especie protegida y que, por lo tanto, no se puede hacer una «gestión activa» de la población de buitres. En su opinión, la cantidad de este tipo de aves es «normal» en la provincia de Ávila y cree que abrir los muladares impulsaría el crecimiento de carroñeras. Él defiende que es «mucho más natural» favorecer la otra línea, es decir, que los animales de la ganadería extensiva sirvan de alimento al morir en el mismo campo. No considera, como denuncian las OPAS, que los trámites sean muy complejos ni que haya un exceso de burocracia. «Lo único que tienen que hacer es identificar la explotación y solicitarlo».
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