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JESÚS DOMÍNGUEZ
Domingo, 11 de mayo 2014, 19:33
Escribió una vez Joaquín Sabina que «este adiós no maquilla un hasta luego» y «este nunca no esconde un ojalá». Como anticipo, pues no esperó a ver al Aula Cultural despedirse de su afición en una temporada histórica. Puede ser porque no le gusta el balonmano si es ese el motivo, será porque no ha visto el desempeño de las de Peñas o, lo más probable, porque hablaba de un desamor, y no de deporte.
Caso distinto es el del encuentro que disputó el Aula para cerrar por este curso el telón en su pabellón. Por descontado que sirvió como un acicate, si es que este hacía falta. Que la negación no ocultó un deseo, ya que el de la victoria estuvo latente hasta los minutos finales.
Prosigue el maestro diciendo que «estas cenizas no juegan con fuego», y que «este ciego no mira para atrás». Y en esto último se podría decir que tendría razón si se refiriera al Aula, porque, después de la campaña que ha hecho pendiente de cierre, no cabe duda de que nadie mirará para atrás, salvo para señalarla en rojo como parte de la historia del club.
Pero, ¿jugó con fuego?Pues sí. Y si se convirtió en cenizar fue por eso, precisamente, porque a fuerza de intentar jugar, terminó cayendo de un modo un tanto injusto, o por lo menos agridulce.
Buen tramo visitante
El Aula comenzó mostrando una gran convicción en la búsqueda del triunfo, que le permitió disponer de una renta de hasta cuatro goles en los primeros minutos.
La defensa madrileña parecía no ser capaz de frenar las acometidas de Isabel Calderón y de la que a la postre se convertiría en máxima goleadora del envite Amaia Garibay. Sin embargo, después de un tiempo muerto empezaron a solucionar los desajustes defensivo y, de la mano de Teresa Francés, comenzaron a crecer y voltearon el marcador. A la vez que esto sucedía, las locales no encontraban precisión en el juego en estático, ni en la presión, que tan buen resultado les había dado en el inicio. Y, cuando esta funcionaba, era el acierto de cara a puerta lo que brillaba por su ausencia.
De las dudas al crecimiento
En estas, llegó el descanso, con una desventaja para el Aula Cultural de tres goles y la sensación de que el Alcobendas tenía el partido donde quería. Más aún después de que las locales volvieran a salir con dudas en la segunda mitad, manifestadas en varios errores más de cara al gol y en las contras materializadas por las atacantes madrileñas.
Las vallisoletanas se llegaron a ver hasta cinco goles por debajo, lo que, en cualquier caso, no les llevó a bajar los brazos. Al contrario, como enrabietadas, elevaron de nuevo la presión y con dos recuperaciones rápidas y dos veloces transiciones marcaron dos tantos consecutivos que encendieron al Miriam Blasco, que comenzó a creer que sí se podía, más aún cuando Ángela Nieto logró empatar a 22.
El generoso esfuerzo acabaría por no verse recompensado debido a la calidad de las atacantes madrileñas, que con un parcial de 0-3 volvieron a despegarse, ya definitivamente, por más que el último aliento del Aula amenazase con contrarrestar otra vez la desventaja, que llegó a ser de cuatro goles al final.
El vacío que produjo la derrota fue doble, por el arrojo con el que las de Peñas buscaron un resultado que les permitiera despedirse de su casa y de algunas de sus compañeras con buen sabor de boca y por el propio hecho en sí de no puntuar. Pero no por acabar así, vacías, ha de tenerse el partido por malo, pues durante gran parte del encuentro lograron hacer sufrir a uno de los conjuntos más fuertes de la categoría.
«Para decir con dios a los dos nos sobran los motivos», decía Sabina en la canción de introducción. No así al Aula con este curso. Histórico, sobran los motivos para recordarlo.
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