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Cándido, el mesonero, recibe a los reyes de Grecia, Constantino y Ana María, en presencia del gobernador civil de Segovia, Adolfo Suárez. Es 7 de enero de 1969 y Suárez acaba de conocer a los príncipes de España, Juan Carlos y Sofía, que también están presentes. / Mesón de Cándido
Aquel gobernador civil que se ganó al pueblo de Segovia
Adiós al padre de la transición

Aquel gobernador civil que se ganó al pueblo de Segovia

Todo empezó a la vera del Acueducto, donde Suárez habló con el príncipe Juan Carlos por primera vez

Carlos Álvaro

Lunes, 24 de marzo 2014, 11:45

El general Franco estrechó la mano del joven gobernador civil y le dijo:

¿Cómo le va, Suárez?

No sé qué decirle, Excelencia respondió Adolfo.

Franco insistió:

¿Qué quiere decir?

Que no sé, Excelencia, si los segovianos se sienten ciudadanos de segunda.

Me interesa mucho eso, me interesa mucho eso... Venga a verme.

La anécdota, recogida por biógrafos de Suárez como Gregorio Morán o Carlos Abella, tuvo lugar en el transcurso de una visita a la provincia de Segovia con motivo de la inauguración de un tramo de la vía férrea entre Madrid y Burgos. Suárez era entonces un político treintañero, pero tuvo el arrojo de decirle las cosas claras al dictador. Su reacción simboliza mejor que nada el compromiso que contrajo con Segovia durante el poco margen de tiempo que permaneció al frente de una provincia que, a decir verdad, siempre se había sentido dejada de la mano del Gobierno. No paró el joven político abulense hasta conseguir que el territorio segoviano fuera considerado de acción especial dentro del II Plan de Desarrollo.

Adolfo Suárez llegó al Gobierno Civil de Segovia con solo 35 años, en el verano de 1968, y en la sede de la plaza del Seminario permaneció hasta el mes de noviembre de 1969, en que el Consejo de Ministros le designó director general de Radio Televisión Española. Escasos, pues, fueron los meses que pasó a la vera del Acueducto, pero intensos y trascendentes. Pocos saben, por ejemplo, que Suárez y el príncipe Juan Carlos se conocieron en Segovia el 7 de enero de 1969. Don Juan Carlos había acudido con su esposa, la princesa Sofía, y sus cuñados, los reyes de Grecia Constantino y Ana María, según relata Carlos Abella en su biografía Adolfo Suárez, y el gobernador fue invitado a almorzar con ellos en el Mesón de Cándido. Aquel encuentro inauguró una amistad duradera y fecunda, crucial para la historia de un país atormentado.

Del almuerzo de Cándido ha quedado la anécdota del papelito que, al parecer, Suárez entregó al príncipe: una hoja de ruta escrita en el reverso de una comanda con los pasos a seguir para alcanzar una democracia plena. Aurelio Delgado, exjefe del gabinete de Adolfo Suárez y cuñado del primer presidente de la actual etapa democrática, siempre ha negado la existencia del célebre papel, «entre otras cosas porque nadie ha logrado confirmarme su existencia y yo nunca lo he llegado a ver». Cándido López, nieto del legendario Mesonero Mayor de Castilla, asegura habérselo escuchado al propio Suárez Illana, hijo del expresidente.

Sea como fuere, el almuerzo tuvo lugar en el mesón hay fotos que lo acreditan y las visitas del futuro Rey de España a la casa de los Suárez se sucedieron durante los meses siguientes. Con razón sostiene el periodista Luis Martín que en el despacho segoviano de Suárez «se parió la Democracia».

Durante este periodo, Adolfo Suárez entabló amistad con hombres que, transcurrido el tiempo, le ayudarían a navegar por las procelosas aguas de la Transición. Es el caso de Fernando Abril Martorell, un joven ingeniero agrónomo afincado en Segovia donde ejercía como responsable de Ordenación Rural, a quien Suárez no tardó en nombrar presidente de la Diputación Provincial. Cuenta Abella que Adolfo ya captó entonces el interés de la prensa nacional, que le dedicó algún que otro reportaje: «El carácter abierto y dinámico de Adolfo Suárez quedó demostrado en su actividad como gobernador civil de Segovia, y no hubo festejo popular ni tradición local que quedara fuera de su programa de visitas. Segovia absorbió su tiempo y le permitió compartir con sus sobrias gentes castellanas su gusto por lo popular y su contacto directo con los habitantes tanto de Turégano como de Fuentepelayo, viéndosele bailar la jota en Cuéllar o en la procesión de la Virgen de la Fuencisla», narra el biógrafo.

Tragedia

Pero en Segovia también conoció el de Cebreros el lado amargo del cargo por culpa de la tragedia de Los Ángeles de San Rafael, acaecida el 15 de junio de 1969, cuando 58 personas murieron y 147 resultaron heridas al derrumbarse el nuevo restaurante del complejo promovido por Jesús Gil y Gil, justo en el momento en que más de quinientos comensales celebraban la novena convención de la cadena alimenticia Spar. El gobernador llegó al lugar del siniestro acompañado de Abril Martorell y dio las primeras órdenes para la evacuación de los heridos. Incluso se remangó la camisa y colaboró en las tareas de desescombro.

Su nombramiento como director general de RTVE le impidió asistir, el 22 de noviembre de 1969, a la inauguración del Colegio Universitario Domingo de Soto, una de sus principales realizaciones en la provincia, pues figura entre los impulsores de este centro que implantó en Segovia la carrera de Derecho. La llegada de la universidad puso el broche de oro a la etapa segoviana de Suárez, breve pero muy recordada.

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