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VALLADOLID

Sucesión apostólica y nuevo arzobispo

Texto de la carta publicada en El Norte de Castilla con la que Delicado Baeza recibía a su sucesor, Braulio Rodríguez

EL NORTE

Lunes, 17 de marzo 2014, 14:45

EL ministerio episcopal se relaciona con el colegio inicial que formaron los Apóstoles que eligió el Señor, pero en la cadena de la sucesión. Cristo no tiene sucesores, sus funciones perduran: la celebración de la Eucaristía, la predicación para la conversión y entrada en el Reino de Dios, la reconciliación y el perdón de los pecados, su misma misión. Con el Nuevo Testamento, la Tradición eclesiástica ha afirmado siempre, más en actos que en palabras, que la Iglesia permanecía apostólica, no sólo en el origen de su fe y de sus documentos, sino también por el carisma de los apóstoles en las personas de sus sucesores, los obispos. Así lo enseña el Vaticano II: «Los obispos han sucedido por institución divina a los apóstoles como pastores en la Iglesia, y quien a ellos escucha, a Cristo escucha, y quien los desprecia, a Cristo desprecia y al que lo envió (Lc 10, 16)».

El 'sheliah' judío era el enviado que representaba plenamente a quien le enviaba en una identificación tal con su persona que llegaba a comprometerla indisolublemente. De ahí el adagio rabínico del Talmud: «El 'sheliah' de un hombre es como si fuese él mismo». En este concepto parece inspirarse el Nuevo Testamento. Cristo es el 'sheliah' del Padre, y Cristo envía a otros: «Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo» (Jn 17, 18). A éstos los llamó Apóstoles, los constituyó en colegio, les revela especialmente los misterios, les concede unas facultades especiales de salvación al servicio de los demás y los envía. Y éstos le representan tan perfectamente que quien los recibe, recibe a Cristo y recibe al Padre (Mt 10,40).

Los Apóstoles primeros, con estas facultades de salvación, recibieron la gracia incomunicable de haber experimentado a Cristo resucitado para ser sus testigos. Sus sucesores reciben también el encargo con las facultades para realizar ese ministerio de salvación, pero sin la experiencia pascual originaria y fundante, aunque sí con la asistencia del Espíritu Santo, gracia especial conferida en el momento de su ordenación episcopal para que puedan ejercer la misión canónica que el sucesor de Pedro les confía al frente de una Iglesia particular.

El destinado a ejercer esa responsabilidad episcopal ha de vivir de la fe y de la confianza en Aquel que le ha llamado para esa misión. Los miembros de esa porción del pueblo de Dios, que es la diócesis a la que se le envía, se unen a él como a su pastor con la conciencia de que en esa Iglesia particular está y obra la Iglesia de Cristo. Por eso los cristianos han de acoger y colaborar con el obispo con este mismo espíritu de fe.

Sobre esta base fundamental que garantiza el ministerio episcopal, las cualidades personales de D. Braulio Rodríguez, vuestro nuevo arzobispo, humanas, cristianas como gran creyente en Jesús y fiel a la comunión eclesial, y de experiencia pastoral en este ministerio episcopal en las diócesis de Osma-Soria y de Salamanca, conocedor y colaborador activo en nuestras diócesis de Castilla, auguran un fecundo episcopado en la de Valladolid. Su preparación en Teología Bíblica, los cargos en la Conferencia Episcopal como presidente actual de la Comisión de Apostolado Seglar y anteriormente de la subcomisión de la de Familia y Vida, y, en nuestra región, como obispo encargado del sector de la Caridad y pastoral social, etc., son complementos que manifiestan su capacidad y la confianza que en él han depositado los que le conocen.

En este domingo, día 13 de octubre, se celebrará la Eucaristía de su entrada y toma de posesión del cargo de arzobispo de Valladolid, celebración a la que está invitado todo el pueblo de Dios para dar gracias al Señor por su envío y mostrar al nuevo arzobispo el gozo de su acogida y la promesa de la colaboración generosa. En esta última carta, después de veintiséis años de comunicación semanal, agradezco a los lectores ya la Dirección de El Norte de Castilla su benevolencia.

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