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EL NORTE
Domingo, 9 de marzo 2014, 13:21
Desde que en la Guerra de la Independencia decidieran emparedar su cuadro de El Greco en la sacristía de la iglesia para evitar el expolio francés, los vecinos de la villa de Martín Muñoz de las Posadas vienen demostrado que la conservación del legado que han heredado de su singular historia es una de sus prioridades.
La lucha de este pueblo por mantener vivo su patrimonio no solo se ve reflejada en los avatares de este lienzo, que estuvo 17 años encerrado en el calabozo del cuartel de la Guardia Civil tras la paralización, en abril 1983, de las obras de restauración de la iglesia y el inicio de un interminable contencioso entre la Junta y el Ministerio de Cultura para determinar qué administración debía asumir el pago de los trabajos de restauración. Ahora, el objetivo se traslada a la puesta en valor del palacio del cardenal Diego de Espinosa y Arévalo (1513-1572), uno de los personajes políticos de mayor relevancia en el Siglo de Oro y hombre de confianza de Felipe II.
El pasado año, la villa no quiso desaprovechar el V centenario de su nacimiento para dar a conocer esta figura histórica y para reivindicar ante las administraciones una utilidad al palacio que el propio Felipe II mandó construir para su lugarteniente en su localidad natal. Los actos se prepararon concienzudamente y con tiempo. En octubre de 2009, en una reunión celebrada entre los vecinos, se acordó nombrar una comisión para concretar los eventos a celebrarse con motivo de este aniversario y en la misma también se estableció que el objetivo último debe ser poner en valor el palacio para que contribuya a la reactivación económica del municipio, informa Ical.
Diego de Espinosa, al que Felipe II se refirió como «el mejor ministro que he tenido en mis coronas», se licenció en Derecho por la Universidad de Salamanca en 1547 y tras ocupar diversos cargos civiles y eclesiásticos, en 1562 ingresó en el Consejo de Castilla, donde tres años más tarde se convierte en presidente. Además, de forma casi paralela, el Papa le nombró inquisidor general. Así, Diego de Espinosa, que en 1568 es nombrado cardenal y presentado para el obispado de Sigüenza, una de las diócesis más ricas del país, alcanza un inmenso poder en un imperio en el que no se ponía el sol.
El profesor emérito de la Universidad Complutense Javier Davara destaca que como «inquisidor general, primer ministro y confidente de Felipe II, Diego de Espinosa se convierte en uno de los hombres más poderosos y temidos de España. Es la cabeza visible del denominado gobierno de los letrados. El cardenal gobierna de forma rigorista y eficaz y por sus manos pasa todo lo sacro y lo profano, la carne, el mundo y el espíritu. Interviene en todos los asuntos de Estado, implanta rígidamente el catolicismo salido del Concilio de Trento, amplía y fortalece los tribunales inquisitoriales, culmina la reforma de las órdenes religiosas, dicta las normas para erradicar las costumbres moriscas y persigue sin desmayo el afán protestante. La ortodoxia debe ser preservada y cualquier discrepancia, sancionada».
Pero a pesar de su intensa carrera política y religiosa, Diego de Espinosa nunca perdió de vista a su pueblo. Medió para que Martín Muñoz de las Posadas alcanzara la categoría de villa, algo que logró en 1588, y también consiguió la celebración de una feria franca anual por San Mateo y un mercado semanal. Además, financió la ampliación de la cabecera de la iglesia parroquial, así como el retablo mayor y la construcción de la plaza Mayor.
Pompeio Leoni
En la cabecera de la iglesia, en un impresionante mausoleo obra de Pompeio Leoni, el mismo autor de las grandiosas esculturas de bronce dorado del presbiterio del monasterio de El Escorial, símbolo apasionado de la monarquía española de los Austria, descansan sus restos mortales desde que muriera en septiembre de 1572 de forma repentina.
Al lado de esta amplia plaza y su artística iglesia es donde se levantó entre 1566 y 1572 el palacio. El conjunto se configura en torno a un patio interior de planta cuadrada con dos galerías superpuestas. Cuenta con 40 arcos en sus dos plantas; la inferior con columnas toscanas soportan arcos de mediopunto y la superior, adintelada con antepecho de baluastres de columnas jónicas, donde se apoyan zapatas y un friso con una serie de tondos que sirven de adorno.
Exteriormente, en este edificio diseñado por Gaspar de la Vega, uno de los arquitectos reales, destacan sus dos torres gemelas cuadradas con huecos a modo de grandes ventanas terminadas en arcos semicirculares y pilastras. Por encima, sendos chapiteles de cubiertas empizarradas, dentro de la más pura arquitectura de los Austrias.
Este obra de arte pasó a manos privadas durante la desamortización de Mendizábal y a principios del pasado siglo presentaba un avanzado estado de ruina del que el diario 'ABC' se hizo eco en un artículo publicado en diciembre de 1932 y en el que César González-Ruano asegura que «...su palacio está en ruinas. En ruinas su nombre y su fama, sólo conocida por los eruditos e incógnita para la popularidad...».
Afortunadamente, desde entonces mucho ha cambiado la situación de este palacio, declarado Monumento Histórico Artístico. A mediados del pasado siglo el Estado se hizo con la propiedad e inicio unas obras de restauración que finalizaron en 1966. Desde entonces, el ala sur pasó a convertirse en el colegio público Campos de Castilla, mientras que el ala norte también pasó a manos municipales y en la actualidad es centro social.
El edificio, que durante los 17 años que la iglesia parroquial estuvo cerrada también hizo las veces de templo, recuperó el pasado año el protagonismo con motivo de los actos del V Centenario del Nacimiento de Diego de Espinosa. Así, en la iglesia parroquial y en el propio Palacio se pudo contemplar la exposición 'El Cardenal Espinosa. Gobierno y poder en al corte de Felipe II', muestra comisionada por el profesor Pedro Sáez León, natural de la localidad y uno de los impulsores del proyecto de recuperación del palacio.
El pasado octubre la Junta concluyó la reparación de las cubiertas del edificio, una actuación que supuso una inversión de 60.000 euros, y en diciembre el presidente de la Diputación de Segovia, Francisco Vázquez, y el alcalde de la villa, José Antonio García, firmaron un convenio por el que la institución provincial concedía una ayuda directa de 15.000 euros para la construcción de aseos y la recuperación de la carpintería exterior del palacio, en lo se considera la primera fase de la rehabilitación.
Pedro Saéz León explica que una vez terminadas las reformas que se necesitan, «el objetivo es utilizar el palacio para el desarrollo de actividades culturales y turísticas, todas ellas encaminadas a desarrollar tareas que generen una difusión de nuestro patrimonio». Además, el propio alcalde asegura que la puesta en valor del palacio es una de sus prioridades y destaca la implicación vecinal para lograr este objetivo.
Comuneros
En este sentido, no se descarta que pueda acoger un centro de interpretación de la historia de una villa con un pasado singular. Además de ser cuna de este importante personaje y de albergar en su iglesia una obra de El Greco, el municipio, según recuerda Sáez León, debe su nombre al de Martín Muñoz, un hombre de confianza de Rodrigo Díaz de Vivar, 'El Cid', que en el año 1081 fundó el pueblo dándole su nombre.
Pero Martín Muñoz también tuvo un protagonismo especial en el levantamiento comunero, ya que en esta villa se acordaron los cimientos de lo que acabó siendo la Ley Perpetua de Castilla, redactada por la Junta de Procuradores de las Comunidades de Castilla en Ávila en el verano de 1520. Al mismo tiempo, también tuvo un papel importante en la Guerra de la Independencia, donde los vecinos, tomando ejemplo de los levantamientos madrileños del 2 de mayo, se enfrentaron a las tropas francesas.
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