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VIDAL ARRANZ
Miércoles, 8 de enero 2014, 18:21
Pertenece a la tercera generación familiar dedicada al comercio, así que la vocación la lleva en la sangre. De hecho, es hijo de Gaspar García, uno de los fundadores de Avadeco, la asociación que Alejandro García Pellitero preside desde hace cuatro años. Hace ocho decidió montar con su hermano una colchonería que ha tenido que crecer y sostenerse en los peores años de la crisis, con un trabajo «muy cuesta arriba», así que conoce de primera mano las dificultades del sector. Con todo, lo que ahora más le preocupa es el «riesgo cierto de que el centro de Valladolid se convierta en una ciudad fantasma» por el traslado de grandes dependencias administrativas y la marcha de 4.000 funcionarios.
La primera señal de alarma se produjo con los traslados del hospital Pío del Río Hortega, al nuevo edificio más allá de las Delicias, y el de la Agencia de Desarrollo de la Junta, a Arroyo. Con el primero se fueron 1.945 funcionarios y con la segunda otros 600 más. Y el próximo año está previsto que también se marchen del centro de la ciudad 550 funcionarios de Hacienda, y los 250 de la Seguridad Social, que se trasladarán a sus nuevas sedes de Villa del Prado y de la Ciudad de la Comunicación. Y con ellos, se va todo el movimiento ciudadano que estos grandes centros administrativos generan. Un proceso que se agravará con la construcción de la Ciudad de la Justicia, en Girón, donde se unificarán todas las dependencias judiciales de la ciudad. Aunque ésta es una amenaza que aún se demorará unos años.
«Sacar del centro la vida administrativa lo vacía de actividad y deja heridas que luego no es fácil resolver. Si el centro se queda sólo para los visitantes, tenemos que advertir que el turismo no da para tanto», opina. Y avala su temor la experiencia de las zonas comerciales que ya han sido 'abandonadas' y que han sufrido un descenso de ventas drástico e irremediable.
Lo peor, a su juicio, es que no es seguro que las nuevas sedes tengan capacidad por sí solas para impulsar un tejido comercial alternativo en los lugares donde van a ubicarse, dado se trata de zonas con pocos servicios. «Este fenómeno nos preocupa mucho porque creemos que va a repercutir negativamente en la economía de la ciudad», asegura el presidente de Avadeco.
Pero no es su única preocupación. La otra importante es la falta de progresos suficientes en el proyecto de Gran Valladolid que debe conectar y coordinar mejor la capital y los pueblos de su entorno. «En el tratamiento de las aguas sí que se ha logrado un acuerdo, pero falta una red de transporte urbano unificado». A su juicio «se está rompiendo la unidad» entre la capital y el alfoz y problemas como los que han surgido recientemente entre los taxistas de Valladolid y de Arroyo, por los derechos de cada cual sobre el uso de sus paradas, le parecen una prueba palpable.
«Conseguir un Gran Valladolid es bueno para el ciudadano y es bueno para todos. Si logramos que todo esté más cerca y más a mano se darán mejores condiciones para que se instalen las empresas», opina García Pellitero. «Se ha querido dar servicios a los pueblos y eso está bien, pero no siempre se ha actuado con racionalidad. Hubo una época en que se hicieron gran número de polideportivos y piscinas en los municipios, y luego otra en la que proliferaron los polígonos industriales, que hoy están desiertos».
No olvida el presidente de los comerciantes una preocupación clásica de la asociación que preside: facilitar el acceso en coche a los comercios, y el aparcamiento en sus inmediaciones. «Que un coche pueda pasar por una calle da mucha vida y mantiene los negocios abiertos», opina. De algún modo parece un retorno a posiciones de años atrás en las que los comerciantes rechazaban la peatonalización de calles comerciales con argumentos que luego fueron desmentidos por experiencias exitosas, como la de la calle Mantería. García Pellitero matiza que no está en contra de las peatonalizaciones, pero defiende que deben hacerse «con sentido». Y, a su juicio, la de la Acera Recoletos no se cuenta entre ellas. «Desde que se ha cerrado al tráfico, ha desaparecido el comercio, con cierres emblemáticos como la empresa de maquinaria agrícola Sanz. Es importante recuperar esa zona».
Para facilitar esa accesibilidad comercial, cree Alejandro García Pellitero que sería bueno eliminar la zona verde de la ORA (de aparcamiento exclusivo para residentes) de algunas calles comerciales, como Regalado o Menéndez Pelayo, y sustituirla por una nueva zona roja, que concibe como una especie de «carga y descarga» para los ciudadanos con necesidad de recoger a quienes acuden a comprar. «Esta zona roja debería ser más cara de lo normal y tener una mayor limitación del tiempo máximo de estacionamiento, para favorecer la máxima rotación».
Respecto a los aparcamientos subterráneos, que durante años fueron una demanda tradicional de los comerciantes, García Pellitero cree que Valladolid ya tiene una oferta adecuada, aunque apunta que, cuando la situación económica mejore, puede ser bueno desarrollar el segundo parking previsto en el Paseo Isabel la Católica, a la altura del Núñez de Arce.
Asimismo, propone buscar grandes marcas y empresas que puedan funcionar como 'locomotoras comerciales» para el centro. Para ello sería necesaria una mayor disponibilidad de locales de 500 a 1.000 metros cuadrados, que son los que ese tipo de firmas necesitan. «Aunque supondrían una competencia directa, su tirón sería positivo», cree el presidente de Avadeco.
García valora positivamente el proyecto de reforma del Mercado del Val porque «ayudará a recuperar la zona comercial en el entorno de Platerías, que ha pasado unos años muy difíciles».
Entre las tareas pendientes de la ciudad destaca el soterramiento de las vías del tren, que califica como un proyecto «acertado y necesario». Desde la perspectiva comercial, destaca que se crearán muchas nuevas plazas de estacionamiento y aparcamientos disuasorios a 5 o 10 minutos de la Plaza Mayor, que tienen más posibilidades de resultar eficaces que el de la Feria de Muestras «porque no habrá que saltar la barrera del río». Además, el proyecto para la zona ferroviaria «contempla nuevas zonas comerciales y ayudará a traer población al centro».
En el terreno de lo concreto, el otro 'debe' de la ciudad es dar una adecuada solución al 'punto negro' de la glorieta de San Agustín, que canaliza la entrada a la ciudad de los vecinos de Laguna y que es zona frecuente de atascos y embotellamientos.
El otro gran reto es «buscar nuevos equipamientos para las zonas vacías del centro», las que han perdido o perderán actividades institucionales que las sostenían. El Palacio de Congresos que la ciudad demanda podría ser una de ellas, cree García Pellitero, aunque admite que no es el momento de plantearlo. «Yo dejaría ese proyecto para épocas de mayor bonanza económica».
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