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A. G. Encinas
Miércoles, 13 de noviembre 2013, 12:29
Hay dos formas de conseguir llegar a ser un as de la ortografía, o aprendiéndose todas las normas de memoria o leyendo mucho. Emilio Burgoa escogió la primera desde que ni siquiera sabía lo que leía. «Lo primero que leyó fueron los libros de plástico acolchados que se utilizan para entretener a los niños en la bañera», cuenta su madre, Ana Isabel Escudero, que los tiene aún guardados.
De ahí, un poquito más adelante, a lo que más le atraía, «las novelas fantásticas». Porque al fin y al cabo de lo que se trata es de leer, sea lo que sea. La práctica lleva a la pasión por la lectura, y esa es la base del aprendizaje. «Luego ciencia ficción, algunas novelas cortas y El señor de los anillos, y ahora más novela histórica», admite.
Emilio, un chaval de 17 años que estudia segundo de bachillerato en el colegio Compañía de María, ha sido campeón de Castilla y León del Concurso Hispanoamericano de Ortografía. Mañana competirá en la fase nacional en Madrid, con los mejores de España. Y eso es mucho decir, porque el concurso se las trae. Nada de burro con b o con v.
Primero superó la fase provincial. «Nos llevaron a un edificio en el paseo de Zorrilla y gané. Y después en el Monasterio de Villa de Prado fue la fase regional, y fue la más dura, había gente muy buena», dice. Concretamente, los mejores de cada provincia. «En la fase regional nos daban tandas de palabras sueltas, sin contexto, las escribíamos en el ordenador y se corregían automáticamente». Recuerda, por ejemplo, «hagiografía, epéndesis, buganvilla..., palabras rebuscadas».
El resultado fue muy bueno, aunque resulta complicado ser perfecto cuando se incluyen palabras en desuso, como falleba. ¿O es falleva? (La pregunta y la solución la tienen en el juego que acompaña a esta información). «Había palabras que no sabía ni lo que significaban», reconoce. De las ochenta que le pusieron a lo largo de varias tandas eliminatorias, apenas falló una decena. Y hay que tener en cuenta que en la fase regional se dictaban palabras sueltas, sin un texto que las acompañe y las sitúe, que a veces sirve para intuir por dónde van las cosas. «En Madrid dicen que serán frases completas, pero no se sabe».
«He leído mucho toda mi vida, nunca he estudiado un libro de ortografía», asegura. Y aunque no cree que eso le sirva para poder dedicarse a la literatura, por ejemplo, admite que sí le permite expresarse con mucha mayor precisión.
Por supuesto, como cualquier joven de su edad, está atento a las nuevas tecnologías, aunque rompe un poco con la norma en las redes sociales. Y es que admite que para escribir un whatsapp utiliza «los signos de apertura de exclamación y de interrogación», por ejemplo, y tan solo se come alguna letra, o algún acento, cuando tiene que abreviar, pero solo en los mensajes que no quedan a la vista del mundo.Nada de meter la pata con la ortografía en las redes sociales, donde uno queda más expuesto.
Ganar la fase regional y la fase provincial no solo le ha permitido dar este paso más para competir con los mejores. Además le ha servido para obtener como premio una tableta con la que, sin embargo, no acaba de sacar el mismo jugo a la lectura. «Me la regalaron como premio por la fase autonómica, pero me descargué algunos libros y soy incapaz de leer, no me concentro igual», advierte. Así que, puestos a leer, prefiere el papel.
Ayer, en un acto que le sirvió para coger ánimo antes de la prueba, fue recibido por el subdelegado del Gobierno,José Antonio Martínez Bermejo, y por Agustín Sigüenza, director provincial de Educación. En el encuentro estuvo presente la inspectora de Educación Araceli Valdés, así como el director del centro Compañía de María, Francisco Otero y la profesora María Dolores Delgado.
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