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LORENA SANCHO
Viernes, 4 de octubre 2013, 18:33
Casi de película, por aquello de que Valladolid no está habituada a sufrirlo. Pero lo cierto es que para la Agencia Estatal de Meteorología que se produzca un tornado por estas tierras no es algo descabellado. Entre su opción más consistente está este fenómeno. Eso, o que fuera un reventón de una nube y dejara una columna de aire. Aunque esta última posibilidad habría afectado únicamente a un punto concreto y no hubiera barrido toda una zona, como ocurrió el miércoles en Villanueva de San Mancio. «No tenemos cómo medirlo o determinarlo. El tornado deja un camino marcado de daños durante unas decenas de metros. Por eso hasta que mañana (por hoy) no lo veamos sobre el terreno y comprobemos los daños no podremos determinar qué ocurrió», explica el delegado territorial de la Aemet en Castilla y León, José Pablo Ortiz de Galisteo Marín.
Las categorías para medir los tornados van del 0 al 5. En su fase uno, según añadió Ortiz de Galisteo, es cuando puede arrastar vehículos, tal como ocurrió en Villanueva de San Mancio con la caja de un camión. De ahí que la Aemet baraje que sea un F1, con vientos que pudieron oscilar entre los 117 y los 181 kilómetros por hora de máxima, y que entraría en la categoría de F2. «Hablamos de que el tornado del miércoles podría haber alcanzado rachas de 150 kilómetros por hora», añade.
Este fenómeno meteorológico pudo venir asociado a la fuerte tormenta que descargó en Tierra de Campos desde poco después de las 18.30 horas. No es lo habitual, pero sí hay antecedentes ya en Valladolid. El 16 de febrero del año 2007 un tornado se llevó por delante parte del polideportivo de La Pedraja de Portillo mientras varios niños jugaban en su interior. Hace cuatro años, el 8 de octubre de 2009, otro más afectó a Roales de Campos, uno de los enclaves de Valladolid en Zamora. Y dos más en Castilla y León. Uno en Navaleno (Soria) de categoría 2 el 1 de junio de 1999 y otro hace apenas dos meses, el 10 de julio de este año, de pequeña escala en los Montes de Toral, en Ponferrada.
El del miércoles sería así el quinto de los últimos años en Castilla y León. Solo afectó a una parte del pueblo, el lateral derecho de la carretera en dirección a Palencia. Allí lo asoló, levantó uralitas y dobló la estructura de hierro de una nave, agujereó con pedrisco otra más, destrozó trece plataformas solares algunas de ellas salieron despedidas varios metros y, lo más sorprendente, desplazó unos diez metros una caja de un tráiler que pesaba 6.500 kilos.
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