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C. CATALINA
Domingo, 4 de agosto 2013, 21:44
El Arzobispo de Valladolid, Monseñor Agustin Blázquez animó este domingo a los cientos de fieles que se dieron cita en el templo parroquial de la localidad pinariega de Alcazarén a restaurar sus vidas y su fe en Cristo, al objeto de que esta perdure y se trasmita en el tiempo a las nuevas generaciones, de la misma forma que se ha hecho con su bello y antiquísimo templo parroquial, lo que permitirá mantener otros tantos años mas el lugar de reunión, credo y disfrute para el que fue edificado.
Lo hacía en el transcurso de la misa inaugural de sacralización que presidió acompañado por el sacerdote de la orden de los Agustinos Recoletos que tiene encomendada la responsabilidad de la parroquia alcazareña, Carmelo Arroyo, por otros seis presbiterios de dicha orden religiosa, entre ellos el alcazareño responsable de la formación de novicios en la casa que posee la orden en Pamplona (Navarra), Jose Manuel Gonzalez Duran, que no quiso perderse este entrañable e histórico acontecimiento, y el Prior de la orden en Valladolid, Miguel Angel Tejada.
Un acontecimiento para recordar en los anales de la historia más reciente de Alcazarén, que llegaba después de once años, siete meses y 19 días desde que sus puertas fueran cerradas a cal y canto para el culto un 15 de diciembre de 2001 tras informe emitido el día antes por el arquitecto asesor municipal, David de Pablos Herrero, que obligaba al regidor, Alfonso García Cano, a firmar un decreto ordenando el cierre del templo parroquial por razones de seguridad.
Entre los muchos fieles asistentes, ocupando un lugar destacado, las autoridades locales encabezadas por el Alcalde, Alfonso García Cano, a quien acompañaba el Vicepresidente de la Diputación de Valladolid, el regidor de la vecina localidad de Olmedo y presidente de la Asociación de Desarrollo Rural Ruta del Mudéjar, Alfonso Centeno Trigos. Y de forma más discreta, pero sin por ello pasar desapercibidas, varias religiosas alcazareñas que profesan en diversas órdenes, un grupo de cuatro religiosas filipinas de la orden de la Agustinas Recoletas, y el vecino más ilustre de la villa, el escritor y periodista Premio Cervantes, José Jiménez Lozano, junto a buena parte de los miembros de su familia.
Comenzó la celebración eucarística con unas palabras del párroco haciendo una breve reseña, siguiendo la indicación del Arzobispo, de lo que han sido las diferentes obras y actuaciones realizadas hasta completar la restauración del monumento declarado Bien de Interés Cultural. Una misa castellana, interpretada por el corro parroquial formado por casi una treintena de voces e instrumentistas, que pusieron la nota musical.
Antes de su homilía, Blázquez, que además de animar a esa restauración espiritual hizo especial hincapié en los valores cristianos, señaló como pese a que el deseo de todos, incluido el mismo era haber celebrado el acontecimiento el pasado 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol, patrón de Alcazarén y al cual está dedicado el templo desde su construcción, recordando el fatal accidente ferroviario del día antes en la capital gallega precisamente unas horas antes porque en esa fecha participaba en Ciudad Rodrigo en la Jornada Mundial de la Juventud organizada en la diócesis del municipio salmantino al mismo tiempo que el Papa Francisco lo hacía con millones de jóvenes de todo el mundo en Brasil, indicó como lo que ahora verdaderamente importaba es que por fin y después de tan largo tiempo y arduo trabajo la recompensa llegaba con el final de la restauración y la apertura de nuevo al culto.
El final del acto, de nuevo fue para el titular de la parroquia, quien agradeció la colaboración y esfuerzo de unos y otros, desde el Ayuntamiento, pasando por la Junta de Castilla y León, la Asociación para el Desarrollo Rural del Mudéjar y los propios vecinos y colectivos locales, que gracias a su generosidad y las aportaciones económicas realizadas habían permitido que la gran obra de restauración realizada se complementara con un nuevo mobiliario y equipo de sonido.
La iglesia de Santiago Apóstol, declarada bien de interés cultural con la categoría de monumento, en un bello ejemplar de estilo románico-mudéjar reformado posteriormente a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Su ábside de ladrillo rojo macizo, en el que en una intervención llevada a cabo a principios de los años 90 del pasado siglo se descubrieron unos interesantes frescos, es uno de los más interesantes de toda la provincia; consta de tres cuerpos de arcos ciegos sin revestir, fechándose su construcción entre los siglos XIII y XIV.
El resto de edificio parroquial se compone de tres naves de casi la misma altura, entre pilares y arcos de medio punto, de las cuales la central se cubre con bóveda de cañón con lunetos y aristas. La sacristía y la nave del Evangelio ademas se cubren con yeserías de estilo barroco. La torre, de ladrillo y hormigón, se sitúa en la cabecera, en el lado de la Epístola, adornándose el campanario con bolas de piedra y rematada en chapitel.
Entre los elementos y adosados que constituyen el templo, sobresale la capilla o camarín de la Virgen del Carmen, una pequeña capilla cubierta con cúpula de yeserías barrocas fechas a mediados del siglo XVIII, de gran interés y originalidad, decoradas con abundante ornamentación policromada a base de pintorescas figuras de músicos de abigarrados atuendos tocando diversos instrumentos, trofeos, rocalla, escudos carmelitanos, medallones con atributos marianos, cabezas de guerreros y otros temas.
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