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Miércoles, 24 de julio 2013, 22:32
José Ramón Botellas acababa de superar un cáncer de colon, así que aquel camino de Santiago, por duro que resultara, no dejaba de ser una especie de celebración vital. Lo hizo en bicicleta, de Roncesvalles hasta la mismísima catedral de Santiago, y acompañado por ese amigo con el que había recorrido miles de kilómetros compartiendo maillot y sufrimiento, primero en el Laguna, luego en el MG y después en el Solís Vega asturiano. Tanto le gustó la experiencia que le propuso a su compañero de ruta una locura: hacerlo de un tirón.
«Si tú lo haces, yo lo hago», aceptó el órdago Ismael Alonso.
Mañana, sin embargo, cuando Ismael salga desde Roncesvalles montado en su bicicleta a las cinco de la mañana, con un ojo en la carretera y otro en las luces de los camiones, no tendrá a su lado a José Ramón. «Tuvo metástasis, se le pasó el cáncer a los pulmones y de ahí a los huesos, y en el 2011 falleció», explica este periodista y monitor deportivo con el físico de un ciclista profesional, tostado por el sol y sin un gramo de grasa, venas marcadas y una disposición al sacrificio sin la que este reto sería imposible.
El año que rodó por esas mismas carreteras con su amigo lo hicieron durante cuatro días. «Fueron bastante duros, con mucha exigencia», recuerda.
A 200 kilómetros diarios.
Esta vez serán ochocientos. Seguidos. A un ritmo, calcula, de unos 25 kilómetros por hora, para no exigirse demasiado.
De alguna manera, uno de sus objetivos ya está cumplido.Quería recaudar fondos para ayudar a la Asociación Española Contra el Cáncer. Para echar una mano a otros joséramón que luchan a diario contra la enfermedad. «He vendido kilómetros solidarios, a tres euros por kilómetro. Al principio hice 800, que son los que separan Roncesvalles de Santiago de Compostela, pero ante la gran respuesta de la gente he tenido que hacer 1.300», dice. Y no solo eso.Ha conseguido, en estos tiempos nada menos, que 19 empresas se animen a manchar su maillot. Una mancha benefactora que, unida a los kilómetros vendidos, arrojan 9.000 euros que han ido íntegramente a la caja de la Junta Provincial de la AECC.
Coche de apoyo
Ismael Alonso tendrá la compañía en esta aventura de su padre, su hermano, una amiga y un equipo de Televisión Castilla y León. Y de muchos compañeros de trabajo que le seguirán desde la distancia. No podrá contar, eso sí, con un coche de apoyo al cien por cien. Le escoltarán dos coches, sí, pero no ha recibido el permiso necesario para que lo hagan protegiéndole todo el camino, como si fuera una carrera ciclista o uno de esos transportes especiales. Su velocidad es demasiado reducida y podría suponer un peligro para la seguridad del tráfico. Como si bajar los 15 kilómetros de Foncebadón de noche no fuera ya suficiente peligro.
«El coche de apoyo me lleva la alimentación líquida y sólida y ropa para cambiarme, porque solo voy a parar para cambiarme, no podría hacer los ochocientos kilómetros con el mismo maillot y el mismo culotte», explica.
Sabe lo que se va a encontrar. Ciclista antes que periodista, quiso hacer una prueba definitiva hace algo más de un mes y medio. Para comprobar hasta dónde llegaba su estado físico y, sobre todo, qué mensajes le mandaba su cuerpo cuando superaba la duración de una etapa normal. Y normal es mucho decir para un tipo que acostumbra a salir a rodar con ciclistas comoRicardoSerrano y Óscar Pujol, profesionales de esto, además de Roberto Sancho, Fernando Grijalba, Edgar Nohales, Rodrigo Araque, Alberto Guinea y Carlos González. Una buena rueda que seguir, desde luego.
400 kilómetros en 13 horas
«Hice una prueba de 13 horas en las que recorrí cuatrocientos kilómetros.Pasé por varias fases.Primero me dolía la planta del pie, luego me dolía el culo de apoyar en el sillín, pero cuando me dolía una cosa me dejaba de doler la otra, hasta que llegó un momento en el que el cuerpo acusó fatiga y no me dolía nada y solo estaba cansado. Lo que hay que tener es mucho cuidado, aguantar ese dolor, que lo vas a tener, pero sobre todo hidratarte, comer y beber a tiempo para no tener calambres u otras lesiones que te impidan dar pedales», explica Ismael Alonso.
Su hermano, además de ser un buen apoyo, es masajista, lo que es una ayuda extra por si vienen mal dadas, aparecen los calambres o hay que detenerse para poner a tono los músculos. Se trata de hacer la ruta del tirón, pero sobre todo de llegar. Y hasta en eso, en el plan de viaje, ha pensado el aventurero contra el cáncer. La fecha no es casual, desde luego. «Salgo el miércoles 24 a las cinco de la mañana y hago el camino francés. Roncesvalles, Pamplona, Logroño, Burgos, León, Astorga,Ponferrada, Cebreiro y Santiago.La idea es llegar el jueves 25, día de Santiago, en torno a las tres de la tarde».
La bicicleta está lista. Los maillots, verdiblancos como el símbolo de la AECC, también. Y la mente, reforzada por el recuerdo del amigo. Durante tres meses se ha entrenado en los huecos libres que le dejaba el trabajo, buscando patrocinadores que quisieran pedalear contra el cáncer. «Lo hago con gusto porque creo que la causa lo merece».
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