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ANGÉLICA TANARRO
Jueves, 11 de julio 2013, 15:37
'Espero que busques lo que encuentres' era el sugerente título de una exposición anterior de Saelia Aparicio. Una exposición en la que se preguntaba sobre la veracidad de la memoria, sobre cómo procesamos nuestros recuerdos. En la muestra que ocupa durante todo el verano la galería Javier Silva de Valladolid da una vuelta de tuerca a este planteamiento: 'Entre las cosas que Billy Pilgrim no podía cambiar se encontraban el pasado, el presente y el futuro'. Esta vez el título procede de la novela 'Matadero cinco' de Kurt Vonnegut. Y el mensaje también es contundente: la realidad, mejor dicho, cómo vemos la realidad es a veces un trampantojo y siempre está mediatizada por la historia, por las noticias, por las interpretaciones interesadas que nos contaminan. Resulta un poco sorprendente esta preocupación por cómo el pasado llega hasta nuestro presente en una artista tan joven. Pero no es esto lo único poco convencional en su trabajo.
Aunque su formación y sus inicios en el mundo del arte tienen que ver con la escultura, desde un tiempo a esta parte, viene centrando su trabajo en el dibujo, en un dibujo tenso, expresivo, fuerte, separado de la condición de ilustración a la que a veces se le relega.
Cualquiera de las escenas que cuelgan en las paredes de la luminosa galería emiten la vibración de lo autobiográfico. Su casa de Londres, pero también el pueblo de su padre ('Tu casa en Hackney tiene vistas a Villaco'), rostros familiares, nuevos ámbitos personales desarrollados en una ciudad en la que no quisiera morir como titula uno de sus dibujos...
Lo que ya no es tan evidente es el complejo proceso que hay detrás de estas obras (los papeles convertidos a veces en pequeñas instalaciones, como un retrato superpuesto en la pared de la galería o la que ocupa el Patio Herreriano, dentro del proyecto 'Lienzo MPH'). Saelia Aparicio construye maquetas de las escenas que luego dibujará para que todo resulte lo más 'veraz' posible. A veces las fotografía, y el dibujo suele ser el último paso. Conceptualmente, cada una de estas escenas es para ella el punto de partida de algo nuevo, pues los recuerdos no dejan de ser una reconstrucción de nuestro pasado, y no siempre de nuestro propio pasado. En este viaje simultáneo entre el pretérito, el presente y el futuro las escenas que imagina en su cabeza acaban cobrando tridimensionalidad. Así se explica la instalación que preside la muestra y que reúne mobiliario de Ikea, objetos barrocos y otros encontrados en almonedas o baúles familiares. Es su propio viaje por el espacio-tiempo que tiene otros puntos de interés como 'El pensamiento de la escalera', una obra en la que unos personajes escuchan las voces que otras presencias dejaron al pasar, o los trogloditas que amenazan con volver en estos tiempos de crisis generalizada, o el mundo cálido y lleno de relaciones que imagina en el subsuelo de su barrio de Hackney.
Una artista a la que habrá que seguir con atención en el futuro
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