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VIRGINIA T. FERNÁNDEZ
Lunes, 3 de junio 2013, 22:48
Cuando a Marcos Isamat (Barcelona, 1965) se le pregunta sobre su doble faceta como hábil dibujante y biólogo especializado en genética profesión que ejerce en Cataluña y en la que también encuentra un «componente creativo» no es capaz de hacer prevalecer una personalidad sobre la otra. Doctor en Genética Molecular por la Universidad de Cambridge, no vive con menor intensidad el mundo de la expresión plástica, en el que debutó hace veinticinco años. La última exposición de su obra, 'Tierra de pinares', se puede visitar en la Fundación Segundo y Santiago Montes hasta el 26 de julio.
La muestra ha pasado ya por Barcelona pero Valladolid era su destino natural; por la ascendencia castellana de su esposa, la periodista Inés García-Albi, que le lleva a viajar a menudo a Fuente-Olmedo, y por la fascinación que le produjo el paisaje de la meseta desde que hace quince años se dejó maravillar por los «océanos de pinares» que la pueblan, esas «extensiones inabarcables que son inmensas, de una elegancia geométrica que solo puedo comparar con el horizonte de una marina, cuando miras desde tierra hacia el mar», confiesa Isamat.
Es una «inmensidad que no cesa». Isamat trata de atraparla «pintando con el lápiz». La luz es el elemento definitorio de la forma: líneas dinámicas para denotar profundidad durante el día, mayor estatismo para la noche. Algunas de sus obras, como las tituladas 'Dentro del pinar', recuerdan la sensación de «estar imbuido en un código de barras», por la incesante visión de troncos y troncos que no acaban. Las 37 piezas de la exposición oscilan entre lo inmenso y el detalle a partes iguales. El pinar como línea de horizonte en medio de la nada, la corteza de un negral a escala natural cuyas irregularidades conforman un paisaje en sí mismo.
La serie 'Luz entre pinaza' invita a una doble lectura estética. Tras lo orgánico, lo abstracto. «No es abstracción, es la forma de mirar. Lo más importante para dibujar es saber mirar, y no es necesario dibujar lo que ves sino lo que quieres ver como síntesis de lo que estás mirando», «yo busco la síntesis de la realidad». Sin embargo, esa reducción esencial no está reñida con lo minucioso: «Es que el detalle es inmenso. Puedes mirar durante horas cómo cuelgan las agujas de un pino, ver pasar la luz a través de ellas, y eso es un panorama inmenso. O cómo se distribuyen las agujas sobre el terreno, eso es de una inmensidad caótica, pero a la vez sumamente elegante», explica el artista.
La simplicidad, a veces revestida de descontextualización del objeto en un entorno indefinido, es uno de los objetivos de Isamat como creador. Asegura que «no le gusta ornamentar en exceso». En lo austero se esconde la belleza que él encuentra en los pinares, aunque para la gente de la zona, reflexiona el catalán, a menudo pase desapercibida: «Es lo que para mí significa la belleza, algo que no sorprende la primera vez que lo ves sino que apenas sin darte cuenta va creciendo dentro de ti. Lo otro es espectacular, pero hay cosas que pueden ser espectacularmente bonitas y espectacularmente feas. La espectacularidad tiene poco que ver con lo que yo entiendo que es el paradigma de lo bello».
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