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Soledad Arroyo muestra la portada de su libro. R. GÓMEZ
«Las madres de bebés robados lo han vivido como un secreto vergonzante»
Valladolid

«Las madres de bebés robados lo han vivido como un secreto vergonzante»

Soledad Arroyo Periodista y autora del libro 'Los bebés robados de Sor María'

A. G. ENCINAS

Viernes, 31 de mayo 2013, 14:59

Soledad Arroyo se enteró, entre la neblina de una gripe, de que esas noticias que veía en la televisión, incluso en su propia cadena, sobre los bebés robados, tenían una protagonista muy cercana: su propia madre.

Fue en la habitual conversación telefónica en mitad de la gripe, hija, ¿cómo estás?, aderezada por un «mira, mamá, pon la tele, que hay una señora contando que le pasó algo parecido a ti, que si no fuera por que tú sabes que tu hija murió, sería para mosquearse...».

«La verdad es que yo siempre he pensado que me la robaron».

La periodista televisiva con años de carrera, la que se fracturó una mano porque un guardaespaldas de Ana Mato decidió, de golpe y porrazo, que no había más preguntas, la que ponía el micrófono a los demás, se vio, de repente, en un punto de vista inesperado.

«Estuve cuatro meses hablando sola. No acababa de creérmelo».

Sor María,SantaCristina, bebés robados.

«No era capaz de concentrarme en nada, estaba completamente ida».

Decenas de casos que luego fueron centenares.

Y el suyo, claro.

«Lo que más me chirrió fue que la causa de la muerte de mi hermana fue hidrocefalia.Los niños con hidrocefalia nacen con la cabeza muy grande y no pueden salir por el canal del parto, y hay que hacer cesárea.Pero mi madre parió. No podía ser hidrocefalia la causa de la muerte. Y si era una hidrocefalia leve, debería haber una autopsia que estableciera la causa de la muerte».

No la había.

«A mi hermana la enterraron cinco horas después del parto».

Habla de su hermana con una cercanía que choca con la realidad. A día de hoy, sigue sin saber quién es, dónde está y si sigue viva. Asiste como periodista a reencuentros de otros con esos hijos robados, y los vive con la desazón de esperar lo mismo sin saber si algún día llegará.

«Esta mañana hablaba con una chica que ha encontrado a su familia biológica y me tengo que alegrar por ella, somos compañeras en esto, pero me da una pena inmensa que no sea mi hermana.Probablemente mi hermana no sepa que es robada, ni tampoco que es adoptada».

O peor aún.

«Hay mucha gente que probablemente muera sin saber que no era hijo de sus padres».

Ahora hay denuncias.Hay plataformas de apoyo.Hay exigencias para que el Gobierno ponga las herramientas para descubrir los casos que siguen sin resolver, que son la mayoría. «Hace falta una Policía Judicial específica para estos delitos como ocurrió en Argentina», clama por ejemplo Soledad Arroyo.

Pero entonces, cuando ocurría todo aquello que cambió sus vidas, no era tan sencillo.

Madres solteras, parejas que llegaban a la ciudad procedentes del mundo rural, sin apenas estudios. «Mi padre no sabía escribir. Era analfabeto. Y mi madre, casi», confiesa Soledad. No eran un caso aislado. Llegaban del campo y se encontraban con figuras que imponían muchísimo respeto. «Si ahora los médicos son personas importantes, en aquella época se les miraba con un respeto reverencial».

Y entonces, al dolor de perder un bebé se unía otro más duradero, de consecuencias psicológicas terribles. «La mayoría de las madres lo han vivido como un secreto vergonzante». Soledad Arroyo se lo espetó a su madre, claro. «¿Cómo no me lo has contado antes?». La respuesta se la dieron las decenas de madres de bebés robados con las que ha hablado después. «Todas estaban convencidas de que eran las únicas a las que les había pasado esto.Nadie podía dar crédito a que en España se robaran tantos niños. Es un delito...»

Cruel.

Esa es la palabra.

Y a la crueldad, y a la vergüenza, se une ahora otro dolor más: la culpabilidad. «Muchas se sienten muy culpables de no haber hecho antes lo suficiente. Y muchos maridos se sienten culpables de no haber apoyado a sus mujeres, a sus hijas, a sus hermanas».

La búsqueda sigue. La suya y las de otros 950 casos. «Esta semana se ha dado un positivo de ADN con una chica que fue adoptada hace 44 años». Es un proceso arduo y con poco apoyo del Gobierno. «Y nosotros seguimos siendo las víctimas».

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