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Joaquín Leguina, en Santander. / NOCITO
Leguina: «Una empresa que seleccione a su personal como los partidos se arruina»
ENSAYO

Leguina: «Una empresa que seleccione a su personal como los partidos se arruina»

El político madrileño publica el ensayo en 'Impostores y otros artistas'

JESÚS BOMBÍN

Domingo, 26 de mayo 2013, 21:01

Ha echado Joaquín Leguina mano al cajón de sus «folios perdidos» que ahora le sirven para forjarse opiniones, crear debate, reflexionar y cuajar visiones sarcásticas en torno al mundo del libro y el cine, sin descuidar guiños al fútbol y un surtido anecdotario sobre el que flota la figura del impostor. Con 'Impostores y otros artistas' (Editorial Cálamo), previene de que no busca más que entretener, divertir al lector. A lo largo de la entrevista insistirá en que no ha escrito un libro sobre política, pero durante las 356 páginas el lector topa con un Leguina ácido, previsor contra el sectarismo y otros desvaríos reconocibles de lectura contemporánea. Primer presidente de la Comunidad de Madrid (1983-1995), militante crítico y desencantado con un Partido Socialista «al que el zapaterismo ha dejado hecho un erial, como al país», dice vivir volcado en la literatura, territorio de sus desahogos.

Durante años se ha dedicado a la demografía, a la estadística y a la política y se confiesa huido de ello. ¿Es más confortable la cultura?

Es otro terreno. Tenía cosas sueltas y las fui colocando en un cierto orden. Me pareció que podía ser interesante contar algo que pretende ser en buena parte humor, ciertas gotas de mala leche y un poco de cultura general. También hablo de cine, de libros, y de un tipo de personas que siempre me han resultado curiosas y atractivas, no por ser buenas, que son los impostores.

El nexo de esos escritos es el divertimento.

Digamos que esto es una ensaladilla rusa, o mejor dicho ensaladilla nacional, que es como se llamaba cuando yo hacía la mili. Una mezcla que depende de la calidad de los productos que se meten pero también de la de la mayonesa que lo envuelve todo. He querido hacer un libro divertido. Tengo al final dos o tres aportaciones humorísticas sobre el fútbol, que me lo tomo en serio. Los futbolistas me parecen unos tipos con una inteligencia superior. En contra de lo que suelen decir los que les entrevistan, tienen que tener una cabeza muy bien amueblada para manejar una pelota con los pies, lanzarla a cuarenta metros y acertar en el pase. Todo hay que tomárselo con humor.

¿Por qué le fascina la figura del impostor?

Por lo que entraña de doble vida. Hay muchos tipos de impostura, pero yo me refiero al que se hace pasar por otro, que se la juega continuamente. Por ejemplo, Enrique Marco, el presidente de la Amical de Mauthausen, de los presos que había españoles en ese campo de concentración. Nunca había estado allí y se apellidaba Marco y llevaba veinte o treinta años al frente de esa asociación en un país donde hay muchísimos historiadores de la contemporaneidad, que son profesionales y, claro, le descubrieron. O el caso de una señora que se hace pasar por una hija de los zares siendo en realidad una pobre obrera de Pomerania.

¿De qué imposturas es testigo?

En política la impostura es el pan de cada día en el sentido no de hacerse pasar por otra persona, sino de disimular los propios convencimientos. Ahora, como soy más viejo, lo veo con más claridad pero lo he visto y sufrido en mi época. Había un político de IU en Madrid cuando yo era presidente, que era conocido como el G. I, el gran impostor, y bueno, ha tardado muchísimo tiempo en descubrirse que era un impostor, pero ahora lo tiene muy complicado porque ha sido vicepresidente de Caja Madrid y está visitando los juzgados. En el libro huyo de la política: ni política ni estadística ni demografía, cosas a las que me he dedicado profesionalmente.

Cuán desnudos estaban algunos reyes del mambo ideológico, dice en el texto a modo de genérico ajuste de cuentas. Concrételo.

Bueno, hay muchísimos grandes impostores ahí. El mayor de todos, me parece a mí, el gran manitú del estructuralismo marxista, Louis Althusser.

¿Y en el ámbito más doméstico?

No me he querido meter en ese barro, pero hay bastantes. Aunque hay algunos impostores como el general Della Rovere, de la película de Rosellini, pues yo diría que un impostor como él era Suárez, pero eran impostores buenos, digamos.

¿En política la impostura es requisito de supervivencia?

No, yo creo que en política en general, salvando estos impostores buenos que juegan un papel que no les correspondía... ¿como le podía corresponder traer la democracia a un jefe del Movimiento como Adolfo Suárez? Era un impostor como el general Della Rovere, pero los otros, los normales, los que se hacen pasar por lo que no son, abundan muchísimo.

Considera que el maniqueísmo sectario es el peor material para construir una obra literaria. ¿De qué calibre es el estropicio si se lleva a los asuntos ciudadanos?

Yo milito mucho en el antisectarismo, me parece que es un mal muy grave de los partidos en España, el pronunciarse con sectarismo. Uno de los problemas de la política en España es que se le ven mucho los forros, este se pone estupendo pero en realidad está pensando otra cosa. Y el estropicio a la vista está, que no hay forma de hacer nada, ni una ley de educación consensuada, lo cual es un defecto grave que tiene el país, con unos resultados educativos catastróficos en las enseñanzas medias. Pero me interesa resaltar que el libro no va de política. Esto es una ensaladilla de ensayos para divertir y entretener e ilustrar al lector.

Reflexiona sobre la vereda del dogmatismo sectario que, dice, ha conducido a la izquierda a callejones sin salida, a posiciones que vistas con la distancia del tiempo parecen detestables.

Me refiero al comunismo en general. En el siglo XX la izquierda está muy marcada por el comunismo, un régimen no solo liberticida, sino criminal. Hemos visto aquí a intelectuales y compañeros de viaje que aplaudían cosas impresentables y no por desconocimiento; se sabía muy bien lo que estaba haciendo Stalin. Y es que son muchos millones de muertos. Es el sectarismo típico de los nuestros por un lado y el resto de la Humanidad por otro.

Pertenece al Cuerpo Superior de Estadísticos del Estado. ¿Qué le dicen los datos sobre España?

De todas las instituciones españolas el INE es el que mejor hace la fotografía, mucho mejor que las encuestas de opinión, porque el INE nunca trata de opiniones, sino de hechos, es una institución imprescindible como lo es en Europa el Eurostat.

¿Qué recuerdos conserva de su época política?

La doy por cancelada y bien cancelada. Estoy en una edad que estoy para otras cosas. La situación política en Madrid y en España es bastante dura en este momento. Y especialmente para el que está en el Gobierno que tiene que lidiar con un panorama muy complicado, y no creo que lo esté haciendo bien, pero también para el PSOE, que atraviesa por un momento muy delicado porque Zapatero ha dejado esto hecho un erial, ha dejado al país mal, como sabe todo el mundo, pero al PSOE mucho peor, una política de tierra quemada... en fin.

¿Y cuál es la alternativa?

O se acaba con los efectos del zapaterismo o el zapaterismo lo puede enterrar todo. Yo en el partido soy cotizante, pago mis cuotas, si me preguntan contesto, pero no me implico mucho más. Hay que repintar los blasones y volver a la clásica de cualquier socialdemocracia. Hay que volver a la sensatez y olvidarse del 'y tú más'. Rubalcaba está girando hacia allá, a hacer propuestas que no son locas y moverse en ese mundo de la sensatez y no intentar correr detrás del viento de la calle, eres un partido de gobierno, no puedes hacerte ahora el indignado. Eso no impide que haga propuestas razonables a medio plazo. El gran reproche político que haría a ZP aparte de las cosas internas es que ha sido un desastre, nombró a quien le salió de las narices en cargos del Estado, la gente ha llegado a ministro o ministra... en fin, gente que ni por sorteo hubiera soñado nunca salir... En fin, voy a sacar un libro sobre el Zapaterismo, pero Rubalcaba sí está legitimado para decir cosas. No puede ser que el IRPF, que es el palo del pajar del sistema fiscal español, lo paguemos solo los asalariados, y eso hay que reconocer que en ocho años no se hizo nada, peo hay que ponerse de acuerdo para hacer algo, se trata de que la carga hay que repartirla en sentido más igualitario.

En un capítulo cuenta una anécdota ocurrida en la Asamblea Nacional Francesa en 1887, cuando acordaron elegir al presidente de la República y Georges Clemenceau propuso votar por «el más estúpido de entre todos nosotros». ¿Lo ha incluido para sugerir la vigencia de esa práctica?

No, no ha perdido vigencia, no (risas), ha ganado muchos enteros. Es que de verdad, Rajoy sigue con lo mismo. Hay personas ahí que qué pintan en el Gobierno, joder. No siempre es el mejor el más listo de la clase, pero no hay que echar del baile al más listo de la clase por ser el más listo, digo yo. En la política hay poca exigencia a la hora de filtrar quien recala en ella, es uno de los defectos graves que tienen los partidos españoles, hay que hacer una selección de personal. Cualquier empresa que utilizara los métodos de selección de personal de los partidos españoles mayoritarios con sus cargos se arruinaría. Si tu usas el mismo filtro, el mismo mecanismo acabas haciendo lo mismo que el otro, y es lo que ha pasado. Se ha notado más pronto en el PSOE por Zapatero pero es que ahora veo lo mismo en el PP; y ambos partidos tienen en los alrededores gente muy valiosa desde el punto de vista profesional y personal.

¿Cómo ve el panorama literario?

Desde el punto de vista económico han caído ventas, ha caído todo, pagan malísimamente a los autores, pero desde la abundancia creo que hay nuevos valores que uno los lee y dice: 'Este tío o tía van a dar mucho de sí'. Leo muchísimo, pero muy desorganizado, como debe ser, yo creo; a no ser que seas catedrático de la cosa. Tengo autores preferidos a los que sigo y otros que he leído y cuando no paso de las treinta páginas no los vuelvo a comprar. Las treinta primeras páginas de una novela son el test; si se te cae de las manos, no sigas, hay que leer para divertirse, no para hacer una tesis.

¿Qué hacer para aumentar los índices y la calidad de la lectura?

En España eso de leer... no se qué va a pasar con lo de Internet y demás, pero leer es un virus y hay que meterlo muy joven. Una vez que tienes el virus dentro ya no paras. A leer ficción o ensayo hay que empezar muy joven y para eso está la escuela y el entorno familiar. Yo me guío por las críticas y oigo a mis amigos y amigas. Y hay autores que compro porque me gustan; a Félix de Azúa, lo leo con gusto. Lo mismo a Jon Juaristi, aunque su última novela no me gusta. A Philip Roth, lo leo, y de los estadounidenses leo a bastantes y sistemáticamente. Y soy muy forofo de la mexicana Ángeles Mastretta.

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