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Alberto Velasco (izquierda), junto a la coreógrafa Marta Carrasco. / El Norte
ARTES ESCÉNICAS

Querido actor de talento ¡vente para Madrid!

La escuela castellana de actores se ha convertido en un 'sello' respetado por la profesión en la capital

ANTONIO CORBILLÓN

Domingo, 3 de febrero 2013, 17:58

Este lunes se estrena como personaje televisivo en el serial de Antena 3 'Amar es para siempre'. No será un personaje principal pero «se mantiene toda la temporada que es lo importante». Alberto Velasco (Valladolid, 1982) es el último talento del teatro castellano y leonés que desembarca en la gran pasarela madrileña, la última puerta de salida para una profesión que agoniza en los cuarteles de invierno caseros lamentando tiempos mejores y agravios comparativos. La oportunidad le llegó sin buscarla, la fortuna de darse casi de bruces con el elemento clave de los escenarios hoy: un director de casting. «Seis meses en Madrid sin buscar nada y una amiga me presentó a este hombre. Hice el casting... y ya tengo representante y todo», afirma. El suyo es un personaje «boñachón, con ligero retraso aunque muy cariñoso».

Pero nada llega por casualidad en una profesión en la que solo sobreviven los que no dejan 'palillo' creativo sin tocar. Ha pasado una década desde que Velasco cruzó por primera vez las puertas de la Escuela de Arte Dramático de Valladolid. Aquel actor inquieto, con un talento acorde o que incluso no le cabía en su amplia humanidad, empezó a hacerse un hueco cuando defendió con desparpajo en el Festival de Artes de Calle de Valladolid del 2007 su espectáculo '¡Vaca!', crítica mordaz a la tiranía de los cuerpos perfectos. Le valió un premio del festival y le dio fuerzas para continuar con su propia compañía, La Pezera, y mantener ese sarcasmo en nuevas obras rupturistas como 'Madamoiselle Monarquía'.

Su físico rotundo pero versátil, sin complejos, le llevó a no decir que no a nada, en especial, a las propuestas de creadoras de danza contemporánea. Hasta que se cruzó en su camino, la coreógrafa más laureada de la escena española, Marta Carrasco, que le señaló con el dedo y dijo en público: «el gordito aquel, ¡para mí!». Con ella recorrió los escenarios de España y Europa sintiéndose como «un pequeño príncipe con la reina de la creación». 'De-lirios y otros pe(s)cados', 'Dies irae, en el réquiem de Mozart' o 'No se sí...', los tres espectáculos conjuntos le hicieron crecer a pasos agigantados, pero también desarrollar un prudente sentido de la realidad. «Marta Carrasco me ayudó a entrar en círculos en los que ni soñaba. Entendí que, cuanto más aprendía menos sabía y que hay que ser humilde siempre porque, si no, la tontería te puede... y hay mucha tontería en esta profesión».

Tristeza por los colegas

Como todo actor forjado sobre las tarimas de los teatros, tenía sus pequeños prejuicios sobre la televisión, que ha tardado poco en superar. «Son otros ritmos, otra manera. La idea de que el teatro es especial nos hacía dejar a la pequeña pantalla de lado, pero me está ganando a pulso». Frente a la habitual nocturnidad de la vida teatral, con mañanas de relax, en los platós de Antena 3 la frenética actividad arranca con madrugones a las seis de la mañana para estar a las órdenes de producción. No ve problemas en nada porque «me hago rápido a las cosas y, si algo caracteriza a la tele, es la rapidez».

TESTIMONIOS

Jorge Calvo, actor

'Farmacia de guardia', 'Manos a la obra', 'Los ladrones van a la oficina', en televisión. 'La caja 507', 'Cachorro', 'Desde que amanece apetece', en cine. Trabajos junto a Paco Rabal, Fernánz-Gómez, Fernando Rey... Jorge Calvo, también es un veterano en los escenarios capitalinos, a los que llegó a la vez que otra vallisoletana asentada en ellos: Elvira Mínguez. Junto a ellos, 13 o 14 compañeros de promoción se desparramaron por aquel Madrid en el que ya había muchos actores de todas partes pero «todavía no existían los casting y había que dedicarse a recorrer las productoras llevando tu material para que le hicieran hueco. Ahora, su rostro es más que familiar pero, como el resto, tuvo que hacer toda la 'maratón' previa, en su caso «ocho o nueve años en los que te enrolabas en cosas en las que no ganabas nada, pero sumaban».

En lo que no han cambiado tanto las cosas es en la certeza de que «el trabajo sale echándose a la calle». A las nuevas generaciones les insiste en que no olviden que hay que recorrer todo el proceso hasta el final si se quiere cumplir la meta de vivir de la interpretación. «Lo que no se puede es pensar en llegar, estar seis meses y ver qué pasa. No conozco a nadie que no lo vea como una carrera de muy largo recorrido». A los nuevos que realizan el viaje que su generación inició a principios de los noventa, les aconseja que se centren en esa figura clave en que se han convertido los directores de casting. «Si no conoces a ninguno, te puedes acabar sintiendo como un trozo de carne que va de sitio en sitio».

Óscar Zautua, actor, director y productor

Hijo de la fecunda generación que surgió de la antigua Escuela de Arte Dramático de Valladolid (coincidió con Fernando Cayo, Ana Otero o Roberto Enríquez, entre otros), Óscar Zautua lleva 18 años en Madrid sin «estar ni un solo mes parado». Pronto se dio cuenta de que Valladolid era un gran lugar para aprender, lejos de la salvaje lucha por un 'casting' en Madrid, pero en el que no te enseñaban lo fundamental: «Que el 90% de los que salen de las Escuelas de Teatro se quedan por el camino».

Tenía claro que no iba a ser su caso, así que entendió que solo había una forma de ser parte de ese 10%. «Siempre he tenido mi propia mirada y nunca he esperado a que vengan a buscarme al sofá de casa». Eso se ha traducido en una febril actividad en la que actuar solo ha sido la punta de una labor de lo que él llama «venta personal. Hay que perder el pudor a coger el maletín con tu foto y acudir puerta a puerta a los jefes de 'casting'». Pero está orgulloso de que «donde vas y dices que eres de Valladolid tienes las puertas abiertas y te dicen aquello de ¡vaya cantera que tenéis!».

Lucía Rodríguez, directora teatral

«La única opción para continuar es no dormir». Y lo dice en sentido literal, ya que cuando llega a su casa madrileña tras un día de ensayos, prepara por 'skipe' otro montaje en Nueva York. La vallisoletana Lucía Rodríguez regresó a España hace un año tras cursar un máster en Teatro y Educación en la New York University gracias a una beca Fullbright del Ministerio de Cultura. De su labor en la Gran Manzana nació The Cross Border Projet (Proyecto Cruzar Fronteras) con el que hizo una versión sobre 'Fuenteovejuna' trasladado a los conflictos migratorios modernos. Un trabajo que completaron con una beca-residencia en el LAVA vallisoletano. Pero la realidad española es otra y ha sido un año en el que «hemos pasado de llorar a ver la luz al final del túnel». Ese pasado fuera le hace tener claro que con Madrid solo no basta. «Un pilar fundamental para tener futuro es poner un pie fuera de España». Tiene claro que «aquí puedes hacer funciones pero para crecer y no agotarte hay que moverse fuera».

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