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ANGÉLICA TANARRO
Viernes, 23 de noviembre 2012, 21:57
Ha muerto José Luis Borau (Zaragoza, 1929) y con él un capítulo importante de la historia del cine español. Su nombre quedará unido sobre todo a un título, 'Furtivos', y en un segundo plano, a películas difíciles de clasificar, como 'Tata mía' o 'Niño nadie'. Su físico, grande y de apariencia amable, envolvía una personalidad cercana y accesible que ejerció casi todos los oficios que se pueden ejercer en el cine (fue crítico, profesor, guionista, director, productor y, ocasionalmente, actor) y que compatibilizó su amor por el séptimo arte con su pasión por la escritura.
José Luis Borau murió ayer en Madrid, a los 83 años, de un cáncer de garganta, tras un tiempo retirado de la vida pública en el que su salud se fue resintiendo de forma irreversible. Pero hasta que la enfermedad pudo con él, fue un personaje incansable, con una agenda enloquecedora, llena de encuentros, conferencias, cursos y proyectos. Una prueba de su extraordinaria capacidad de acción es la sucesión de cargos que ejerció. Fue presidente de la Academia de Cine de 1994 a 1999 y presidió la SGAE entre 2007 y 2011. En febrero de 2008 tomó posesión del sillón B de la Real Academia española en sustitución de otro grande del mundo del espectáculo: Fernando Fernán Gómez. Su discurso de posesión fue contestado por Mario Vargas Llosa.
Como cineasta fue un creador irregular, ajeno a las modas y en muchas ocasiones a contracorriente. Cuando compañeros de generación como Mario Camus, o Francisco Regueiro iniciaban los caminos del llamado 'nuevo cine español', Borau sacó dos títulos de género más cercanos al estilo del cine de Hollywood ( 'Brandy' y 'Crimen de doble filo') y que tuvieron poca repercusión tanto crítica como comercial. Su impronta personal comenzó con 'Hay que matar a B' (1974) una película en la que desarrolla un lenguaje un tanto seco de escasos recursos expresivos. Un año después llegaría la película por la que sin duda será recordado, 'Furtivos, con una extraordinaria Lola Gaos en uno de los principales papeles. El guión de esta película, que ha sido etiquetada como una metáfora de la España franquista y un ejemplo del cine de la Transición, lo hizo en colaboración con Manuel Gutiérrez Aragón. No fue su último trabajo juntos, ya que el director aragonés ejerció de productor en 'Camada negra'.
En Valladolid
Su relación con Valladolid comenzó pronto. En 1963 fue jurado de cortometrajes de la Semana Internacional de Cine de Valladolid y un año después comenzó su estrecha relación con la Cátedra de Cine de la UVA en la que ejerció de profesor en muchos de sus cursos. Esta faceta de pedagogo también la ejerció en la Escuela Oficial de Cine. Por sus clases de guión pasaron nombres clave de nuestro cine como Pilar Miró, Iván Zulueta, Manuel Gutiérrez Aragón o Jaime Chávarri.
Por la Seminci se le vio en mucha ocasiones, pero dos de las últimas fueron especialmente significativas. En 2007, siendo presidente de la SGAE, participó en el homenaje que el Festival dedicó al productor italiano Alberto Grimaldi. Y un año después acudió con Icíar Bollaín a la presentación de la Fundación que lleva su nombre y hoy tristemente olvidada. La complicidad con la actriz madrileña se puso de manifiesto entonces. Ella fue la protagonista de 'Leo', la última cinta que estrenó, por la que recibió el Goya a la Mejor Dirección, un premio que, según él mismo dijo, le había rejuvenecido 20 años y que vino a sumarse a otros premios como el Nacional de Cinematografía o el Tigre Juan de Narrativa.
En 2009 y en la que se convirtió en una de sus últimas apariciones públicas recibió el Roel de Honor por toda su trayectoria en la Semana de Cine de Medina del Campo.
Borau escritor
Lo que quizá mucha gente desconoce es que Borau era además de cineasta un excelente escritor. Un escritor, también, a contracorriente. En un momento en que los microrrelatos comenzaban a hacer furor en las editoriales especializadas, él publicó en la editorial palentina Menoscuarto un libro de relatos, 'El amigo de invierno', compuesto por historias de veinte o treinta páginas, con el que participó en la Feria del Libro de Valladolid del 2009.
Fue su primer libro tras haber ocupado un puesto en la RAE y le preocupaba la reacción de los lectores. Siempre fue directo y sincero. En los últimos tiempos decía que no rodaba porque no encontraba productor. Fue siempre un creador de largos silencios y él mismo se refería a este hecho con ironía. «Tardo tanto entre una película y otra y entre un libro y otro que mis obras no se parecen en nada».
Ahora este niño que a los doce años ya leía revistas de cine ha callado para siempre.
Javier Angulo (director de la Seminci)
«Su vida ha sido el cine. Se puede decir que José Luis Borau no tenía vida privada fuera del cine al que dedicó todo su tiempo y en el que ejerció todo tipo de oficios. La lástima es que su Fundación se haya quedado en nada. El mejor homenaje que se le podría rendir ahora es retomarla, porque es un extraordinario legado. Habría que hacer un llamamiento para recuperala».
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