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FERNANDO BRAVO
Jueves, 15 de noviembre 2012, 10:57
La cabeza de la manifestación llegaba al Bilbao BBVA, en Duque de la Victoria y la cola aún no había arrancado del Madrid Banco Madrid, en la Acera de Recoletos. Más allá del número de participantes, el centro de Valladolid se convirtió ayer en una multitudinaria marmita pacífica donde bullía la indignación contenida pero sin resignación de decenas de miles de ciudadanos agobiados por las medidas del Gobierno ante la crisis. El desahogo social empezó a desbordarse a partir de las 18:30 horas en torno a la plaza de Colón, aunque toda la Acera de Recoletos estaba ya inundada de ciudadanos que esgrimían pancartas y atronaban con pitos, vuvuzelas, tambores y cualquier instrumento que les ayudara a mostrar su indignación. A pesar del número y el malestar, lo hicieron de forma pacífica, pero casi nunca festiva. La procesión, larguísima cuarenta minutos pasaban desde que los representantes sindicales abrieron la manifestación y aún no habían salido los últimos manifestantes de Colón no era tampoco una pasarela de rostros resignados. Parecían personas de toda condición, edad, incluso ideologías diversas, con expresión grave que, además de las consignas gritadas, dejaban a su paso comentarios como «...¿Ideas nuevas? ¡qué va!...»; «...Reivindican su puesto, su parcela de poder...»; «...pues mi hijo también está en paro, pero mañana...».
Agustín García Prieto, secretario regional de UGT estaba satisfecho: «Es la manifestación más grande que ha tenido lugar en Valladolid. Y la huelga ha sido más visible que nunca, aparte de las cifras, porque se ha visualizado más que nunca». Ángel Hernández, su homólogo de CC OO calificaba la concentración de un gran broche «para una jornada de libertad. Es un termómetro dijo que refleja el apoyo de la gente a las reivindicaciones del movimiento sindical».
El desfile fue largo y la posibilidad de que el recorrido habitual Acera de Recoletos, Miguel Íscar, Duque de la Victoria y Ferrari no tuviera capacidad para acoger a tantos ciudadanos descontentos con la política del Gobierno antes de desembocar en la Plaza Mayor, los organizadores decidieron abrir un segundo frente por la calle Santiago. Allí, con muchos comercios abiertos, no se produjeron incidentes notables pero el desfile pudo comprobar que también el sector padece la crisis, al pasar frente a comercios que mostraban su precaria situación, como Yaker con un 'liquidación por cierre' en su escaparate.
La Plaza Mayor estaba ya repleta de manifestantes y también las calles aledañas cuando, más de una hora después de su inicio, María José Gómez, presidenta de la Confederación de Asociaciones de Padres de Alumnos de Castilla y León, pidió un aplauso para los manifestantes que no habían llegado a la plaza y anunció: «Aunque no hayan llegado, empezamos». Pedro Escolar, presidente de STEs-Intersindical abrió el turno de intervenciones, al que siguieron Marcelo García, representante de USO, y de los colectivos Mas y Artesa. Prieto y Hernández, de UGT y CC OO cerraron el acto.
A la manifestación asistieron otros representantes sindicales y políticos, entre ellos Ana Redondo, viceportavoz del PSOE en las Cortes, aunque el protagonismo lo tuvieron los entre 38.000 y 80.000 manifestantes que, según las diversas fuentes salieron ayer a la calle.
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