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A. CORBILLÓN
Sábado, 6 de octubre 2012, 22:22
Concibe la literatura como una cebolla. Bajo cada capa hay un mundo de historias, interpretaciones, posibilidades y vivencias. A sus 22 años (Valladolid, 1990), las propias experiencias de Víctor Gutiérrez no darían para tanta vida como se cuela en 'Juego de sombras y espejos', el libro de relatos con el que ha ganado el premio Seleer y cuya primera edición ha visto la luz estos días. Así que se apoya en su condición de lector compulsivo desde muy niño para buscar entre las hojas de los libros lo que aún le tiene que enseñar la vida real. Ahora se acuerda de aquellos tiempos escolares en los que les leía a escondidas a sus compañeros las escenas más tórridas de 'Los pilares de la Tierra' (Ken Follet), mientas ellos solo conocían los cómics. Alguna ventaja tenía que ser hijo de un editor. «Mi infancia ha estado rodeada de libros por todas partes», admite Víctor.
De hecho, escribe desde muy joven, pero siempre «tratas de imitar lo que consideras buena literatura», explica todavía con la sensación de «vértigo» en el cuerpo tras la presentación oficial de ésta su primera publicación. «Sentí miedo porque a estas alturas ya sé que hay gente muy dañina, que te puede hacer mucho daño con lo que escribes», admite. Y eso que ya debería acostumbrase a estar asomado a los palmarés literarios. En su corta vida pero larga relación con los galardones ha sido finalista, entre otros, del Premio Diego de Muros, el Jeromín, ganó la Ruta Quetzal, el concurso Martín Garzo...
Pero la primera madurez también es un tiempo de dudas, como cuando te enfrentas al folio o la pantalla en blanco. «Soy muy dado a los altibajos y las catástrofes porque, en este mundo, o eres el mejor o no sales». Por su mente, que parece ir más rápida que sus palabras, también ha cruzado el miedo a lo que a partir de ahora se espera de su literatura. «Cuando recibes un premio así no dejas de pensar que, si esto va a ser lo mejor que eres capaz de escribir, vas listo». Cita a J. D. Salinger («los mejores relatos cortos que conozco»), Borges («tal vez por oposición al anterior»), pero también a Bukowski, la generación 'beat' americana, los rusos del XIX como lecturas de cabecera. Pero también cumplió años con Harry Potter, algo de lo que «no me avergüenzo».
Y todo ese 'condimento', convenientemente digerido por su mente, da sabor a los diez relatos en 'Juego de sombras y espejos' en los que el lector avezados puede descubrir que, como dejó escrito su también querido Valle-Inclán, «deformar tanto la realidad hace que todo parezca más real».
El camino de la madurez literaria, aún no enturbia las esperanzas de alguien «espera vivir algún día de ello». Pero, mientras tanto, culmina sus estudios de Periodismo y Literatura Comparada con su labor en el imaginativo programa literario 'La milana bonita', una aventura que emprendió en Internet hace tres años.
Vivir de las letras
'La milana bonita' nació en la Facultad de Periodismo de la Universidad de Valladolid fruto de la inquietud de un grupo de estudiantes conscientes de que son grandes tiempos para comunicar cosas. «Empezamos en casa, en una mesa de ping pong y acabamos comprando equipos», recuerda. El programa, una propuesta semanal de 55 minutos, es un club de lectura o biblioteca virtual en la que se leen libros, se hacen análisis de texto y se cumplen con las peticiones de los oyentes. Superan ya las 3.000 descargas y cuatro veces más 'on line' (de los que la mitad están en Latinoamérica). Ayer regresaron a las ondas con el mismo objetivo con el que empezaron: «la literatura es una forma de vida y solo queremos extenderla. Si logramos que alguien lea, ya nos damos por satisfechos», asegura.
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