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MARÍA CARRO
Viernes, 21 de septiembre 2012, 00:12
El frente en defensa de la minería se ha derrumbado. Las presiones de la empresa han podido con la voluntad de lucha de los mineros que, fraccionados, desgastan ahora las fuerzas que puedan quedarles tras casi cuatro meses sin cobrar en enfrentarse con sus propios compañeros.
De momento, parece que Victorino Alonso está ganando la partida. Algo que ha conseguido cortando de raíz la cabeza de la huelga, cercando a los representantes de los trabajadores con la apertura de expedientes de despido contradictorio alegando coacción a los trabajadores que sí deseaban acudir a sus puestos de trabajo y el no mantenimiento de servicio mínimos. La rotura existente en la minería se hizo ayer más palpable que nunca con el regreso al tajo de los trabajadores de interior del pozo de Santa Cruz del Sil (Páramo del Sil).
Escoltados por más de una decena de parejas de la Guardia Civil recuperaron la actividad de la mina a eso de las 8.00 horas de la mañana y ante los ojos tapados pero incrédulos de los piquetes que veían como sus propios compañeros les daban la espalda. Al grito de «esquiroles» y entre aplausos de vergüenza, los huelguistas encapuchados manifestaron su malestar. También en Alinos la plantilla intentó volver al trabajo, pero aquí la ausencia de la Guardia Civil permitió que los piquetes ganaran la batalla.
Piquetes
Por su parte, en el parque móvil de La Lomba, en Ponferrada, de donde salen los camiones que luego transportan el carbón, se produjo un enfrentamiento abierto entre partidarios de regresar al trabajo y piquetes. De hecho, los últimos impidieron a los primeros abandonar el recinto durante un rato conscientes de que los que venía después eran nuevas denuncias. Y así fue. Al más de medio centenar de denuncias presentadas el miércoles por los mineros de Santa Cruz, los operarios de La Lomba sumaron ayer otras cincuenta aproximadamente, según confirmaron fuentes del comité Intercentros de Uminsa. «Nos sentimos totalmente abandonados y ahora tenemos la certeza de que lo único que mueve a estos trabajadores es garantizar su prejubilaciones. No les interesa nada más», se lamentaron algunos de los trabajadores de los cielos abiertos.
Batalla entre compañeros
Así, el conflicto se endurece a nivel interno y la batalla se libra ahora entre compañeros, lo que está permitiendo a la patronal ganar terreno y salirse con la suya, pues quienes regresen al tajo en los cielos abiertos deberán hacerlo ya aceptando las nuevas condiciones, es decir, la fijación de turnos de seis días de trabajo y tres de descanso, sin tener en cuenta fines de semana y festivos. Modificación horaria que motivó la convocatoria de una huelga indefinida el pasado 28 de agosto porque, entre otras cosas, supone una reducción de entre 200 y 400 euros mensuales en las nóminas de los trabajadores de las explotaciones a cielo abierto.
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