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ENRIQUE BERZAL
Martes, 10 de abril 2012, 10:54
Su mandato, solo por dos meses y de forma provisional, discurrió sin embargo en unos momentos de auténtico fervor municipal y éxtasis democrático. Francisco Bravo Revuelta, vallisoletano de Tordehumos fallecido el pasado viernes, capitaneó la nave edilicia de manera breve y en dirección hacia las primeras elecciones municipales de la democracia restaurada.
Auxiliar de farmacia diplomado, atesoraba una destacada experiencia en el Consistorio desde que en 1967 resultara elegido concejal por el tercio sindical con 27 votos. Participó activamente en el Patronato Provincial de las Viviendas Sindicales, que promovió la construcción de las viviendas sociales de XXV Años de Paz, Huerta del Rey, Polígono Arturo Eyries y otras zonas de la ciudad. También intervino en la ampliación del Hospital Río Hortega, en la construcción del Hospital Clínico Universitario y de todos los ambulatorios entre 1964 y 1977.
Cuarto teniente alcalde en 1979, las renuncias al cargo del edil Manuel Vidal García y de los concejales Santiago Marín Nadales y Bernardino Vergara Gil para poder presentarse en las candidaturas de las elecciones municipales le llevaron a presidir, durante dos meses y en funciones (entre el 22 de febrero y el 24 de abril), el Ayuntamiento de Valladolid. La actividad era, en ese momento, bastante lánguida, pues apenas asistían con regularidad nueve concejales.
Aun así, heredó algunos problemas urbanísticos suscitados durante la alcaldía de Vidal, en especial todo lo relacionado con los planes parciales, red viaria y Planes Especiales de Reforma Interior (plan de la Antigua), y antes de cesar como alcalde acordó, junto a su equipo, conceder la amnistía al personal municipal mediante tres medidas que entrarían en vigor desde la fecha de toma de posesión de su Corporación: el sobreseimiento de los expedientes administrativos de carácter sancionador, el archivo de los actuaciones sobre hechos que pudieran dar lugar a la incoación de expedientes sancionadores, y la cancelación, en cada expediente personal, de toda nota desfavorable como consecuencia de expedientes disciplinarios.
Consciente de la nueva época que se avecinaba, en su discurso de despedida señaló que «la actual Corporación es protagonista del cierre de un ciclo en el que si bien pueden recordarse errores, por los que sus miembros piden perdón, estos reiteran también su espíritu de servicio al engrandecimiento de la ciudad. Ahí queda una obra que ya es historia, y el historiador juzgará».
Bravo Revuelta era fundador de la Hermandad de Donantes de Sangre, que también presidió, lo mismo que de la Asociación de Auxiliares de Farmacia. Estaba en posesión de la Medalla Colectiva de la Ciudad de Valladolid, la Medalla de la Feria de Muestras, la Medalla de Oro de la Hermandad de Donantes de Sangre, la Cruz Azul de la Seguridad Social, la Medalla de Plata de la Organización Sindical y el título de Caballero de la Orden de Cisneros.
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