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Salvador Gutiérrez Ordóñez: "La lengua es un organismo vivo"
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Salvador Gutiérrez Ordóñez: "La lengua es un organismo vivo"

El catedrático de Lingüística General de la Universidad de León ha conseguido en México la aprobación por unanimidad de la nueva ortografía de la lengua española, que él ha dirigido

ICAL

Martes, 30 de noviembre 2010, 11:46

Salvador Gutiérrez Ordóñez (Taballes, 1948) es asturiano, doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo y catedrático de Lingüística General de la Universidad de León, ciudad donde reside hace años, alternando residencia en los dos últimos con Madrid, donde desde febrero de 2008 ocupa el sillón S en la Real Academia de la Lengua Española. En sus dos años y medio como académico, ha dirigido la nueva gramática básica y la polémica nueva ortografía que acaba de ver la luz en México con el respaldo unánime de las 22 academias de la lengua española de todo el mundo. Él, acostumbrado a trabajar en la sombra, intentó evitar por todos los medios comparecer en la foto de familia con los dirigentes de las 22 academias, pero la insistencia de todos ellos acabó por convencerle. Enamorado de la palabra, apasionado investigador de sus recovecos y secretos, en esta entrevista con Ical reconoce que el español es un importante activo económico y asegura que el peor enemigo de la lengua no son los sms, ni la televisión, sino posiblemente la enseñanza; el poco tiempo que se dedica a la enseñanza, la práctica y la corrección de la lengua.

- ¿Qué le llevó desde Taballes a la Universidad de León?

Fue un largo camino. Primero en Taballes tuve que hacer el Bachillerato y estudiar por muchos sitios, y luego estudié en la Universidad de Oviedo; hice unas oposiciones a la Universidad de Zaragoza y luego accedí a la Cátedra de la universidad de León. Y allí me quedé.

- ¿Y le ha enganchado León?

Al principio, la ciudad resulta un poco dura y extraña para quien llega a ella de fuera. Yo ya había vivido en Valencia de Don Juan de niño, así que para mí era un territorio en parte ya conocido, donde tenía varios amigos. Sobre todo me enganchó la Universidad, el equipo que poco a poco pudimos ir creando, con gente joven y proyección de futuro, y unas estupendas relaciones personales.

Castilla y León es este año la invitada en la FIL de Guadalajara, donde ha desembarcado con el lema Castilla y León, cuna del español. ¿La Comunidad sigue siendo hoy una referencia del español?

Castilla y León es evidentemente la cuna del español, lo cual no quiere decir que el idioma haya nacido en un sitio o en otro, porque con las lenguas sucede como con la humanidad, que surge en un espacio diverso y sufre una evolución muy lenta; no amanece un día en un único lugar. Es fruto de una evolución en varias zonas, y luego aparecen escrituras en determinados sitios, con las Glosas Silenses o Valpuesta, en Burgos. Es decir, que no hay una localización única para el nacimiento del idioma, si bien lo que sí es cierto es que el castellano nace en el norte de Castilla y desde allí se proyecta a todo el mundo. La Junta en estos momentos ha hecho una apuesta de expansión, porque un Gobierno tiene la obligación de poner su territorio en el mapa del mundo, igual que cuando yo llegué a la Universidad de León pensaba que mi obligación era ponerla dentro del mapa.

- ¿Cree que las instituciones están aprovechando bien las posibilidades económicas del español y su aprendizaje?

Creo que hay intentos, no sé si totalmente certeros, pero hay mucha voluntad de utilizar el español. En estos momentos el español es un gran activo económico en todos los ámbitos: la cultura, internet, la economía, las relaciones humanas, el turismo... Es un conglomerado muy complejo pero de una riqueza y una trascendencia fundamentales. La enseñanza de la lengua española, la elaboración de libros de texto o la repercusión que luego pueden tener quienes han estado en Castilla y León como embajadores de esta tierra en el futuro también tiene mucha importancia.

Tras diez años colaborando con la RAE como asesor científico, en los dos últimos dos años y medio como académico ha mantenido una agenda endiablada. Por sus manos ha pasado la nueva gramática y ahora la nueva ortografía. Supongo que es un honor pero también debe ser una responsabilidad muy grande.

(Ríe con gesto cansado) Sí, es una carga importante. Me han encargado la ortografía, que felizmente se ha aprobado por unanimidad por parte de las 22 academias de la lengua española de todo el mundo, y que ahora entra en máquinas, pero antes hay que corregir pruebas, hay que hacer adaptaciones y tendrá que sufrir un largo proceso que acabará a mediados o finales de diciembre. También me encargaron la gramática básica, una gramática pequeñita, que simplifica los dos tomos definitivos en 300 páginas, destinada ya al gran público. Es mucho más sencilla y trata de que todo esté muy claro, recogiendo lo esencial para que pueda ser comprendido por todos.

- ¿El español necesitaba hoy esta revisión general, que afecta a sus dos pilares básicos?

Hay una serie de implicaciones que podríamos denominar el código de la lengua. Nosotros, cuando crecemos, conocemos la lengua y la aprendemos poco a poco, de manera intuitiva, en la familia y con los amigos. Vamos aumentando el léxico y enriqueciendo la sintaxis, pero es algo que aprendemos de una manera muy natural, no es como el aprendizaje de una segunda lengua, que obliga a seguir una ruta académica, mucho más costosa, y que requiere un difícil camino de aprendizaje. La gramática reflexiona sobre ese conocimiento que nosotros hemos ido acumulando y del que no somos conscientes, es decir, hay muchas actividades que tenemos asimiladas y que no pensamos; es como quien toca el piano, algo instintivo.

- Varios escritores de renombre aseguran que la riqueza lingüística en los núcleos rurales es mayor que en las grandes concentraciones urbanas. ¿Comparte esa creencia?

No sé si sucede exactamente es así, lo que ocurre es que los ámbitos rurales conservan una serie de palabras que en los ámbitos urbanos han desaparecido. Cuando uno vuelve a los pueblos se encuentra con esos términos arcaicos, antiguos, que reflejan también todos los géneros de vida, las actividades que tenían las gentes de los pueblos, los nombres de las plantas o árboles y utensilios... Todavía tienen esa riqueza, pero en la ciudad han adquirido otras palabras, que son distintas y relativas a las actividades que allí se están realizando.

- En los medio se habla mucho de las nuevas incorporaciones de palabras al diccionario, pero poco de las que desaparecen. ¿Cuándo se puede declarar una palabra oficialmente muerta?

Una palabra nunca está muerta. Hay veces que son muertos bien vivos. Lo que ocurre es que hay realidades que desaparecen. Su nombre puede permanecer a veces cambiando de objeto; por ejemplo, antes llamaban coche a un coche tirado por caballos, y ahora ha desaparecido esa acepción y ha aparecido otra realidad que es al automóvil. En otros casos desparece, como la palabra landó, que puedes leer en una novela del siglo XIX pero ya no se utiliza. Otras palabras son antiguas y bien sea a través de una vía culta o por una moda, reaparecen. Horacio tenía un verso donde decía: Renacerán muchas de las palabras que habían perecido, y otras cuyo uso impera, perecerán. ¿Por qué?, porque la lengua es un organismo vivo.

- Entre los folletos de instrucciones realizados con traductor automático, los sms o la televisión, ¿cuál es el enemigo más feroz para la integridad de la lengua?

El peor enemigo de la lengua no son los sms, ni la televisión, sino posiblemente la enseñanza. El poco tiempo que se dedica a la enseñanza, la práctica y la corrección de la lengua. Una persona que no escribe bien, no es porque lo haya olvidado a causa de los sms, sino porque no lo ha aprendido. El que no habla bien es porque no ha aprendido a escribir y a hablar.

- ¿La RAE intenta hacer hincapié en ese sentido con el Ministerio de Educación?

La principal tarea de la Academia es el cuidado de la lengua. No es un organismo en sí mismo político, pero de vez en cuando, cuando tiene que hacer una observación o una intervención, la hace.

- ¿Cuáles han sido las bases de esta nueva ortografía razonada?

Son las bases teóricas que han seguido los ortógrafos de siempre, lo que ocurre es que eran bases teóricas que no eran explícitas. L diferencia que hay entre esta ortografía y las anteriores, es que ahora hemos propuesto una ortografía científica, basada en principios, ideales y normas. Ofrecemos una ortografía coherente y exhaustiva, todo lo simple posible, que se apoya en las bases del principio empírico científico. ¿Qué ocurría antes?, que se hacían ortografías que eran pequeños recetarios donde se decía cómo se debe y no se debe escribir, o cómo se debe y no se debe acentuar. Sin embargo, los principios que siguieron los que crearon la acentuación española son una maravilla. En español podríamos determinar, gracias al sistema acentual, el punto exacto de la palabra donde reside el acento, algo que no sucede en otras lenguas. ¿Por qué sucede?, porque han ideado un sistema binario estupendo de poner tildes o no ponerlas, del más y el menos. Es de un gran ingenio, y cuando lo descubres te das cuenta de la gran cabeza que tenía quien lo organizó.

- ¿Se esperaban la polémica que ha suscitado? ¿La comprenden?

Las novedades han suscitado polémica porque no se han explicado bien. Por ejemplo, la denominación de y, b o v es una recomendación para futuro, para que entre en el mundo de la enseñanza, que poco a poco vaya calando y que en el futuro todos los países hispánicos tengan una denominación para cada letra. Una sola y simple. Porque en Hispanoamérica hay mucha variedad, y será un bien común que haya denominaciones únicas.

- Se trata de la primera ortografía razonada, una tarea que se antoja titánica. ¿Hay partes que han sido más complicadas de razonar?

Sí, claro. Como todo edificio fue difícil asentar los cimientos. Las bases y los principios es lo que más tiempo ha llevado.

- Apenas cuentan con un mes desde su aprobación este mismo domingo hasta que salga a la calle publicada. ¿No es un plazo un poco suicida?

(Ríe) Es muy corto. No sé si llamarlo suicida pero estamos a punto de estrellarnos.

- ¿Mucha gente se pregunta si ahora corren peligro las haches?

¿Las haches? A día de hoy no.

- ¿Y después de haber dirigido la gramática básica y de haber conseguido que se dé el visto bueno a la ortografía, qué retos le esperan?

Descansar un poco (Sonríe). Descansar un poco, poder leer, ver a la familia...

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