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PAULA CARRIBA
Miércoles, 30 de diciembre 2009, 09:20
Leonés de nacimiento, pero vallisoletano de corazón, el famoso actor de la serie 'La Señora', Roberto Enríquez, volvió a casa por Navidad, ayer por la mañana, para apoyar a los miembros de la Asociación de Fibromialgia de Valladolid. El actor que ha dado vida al personaje del marqués Gonzalo de Castro en la serie de TVE, no ha olvidado sus raíces ni quién es con el paso de los años y eso le hace aún más especial, si cabe.
Por esa cercanía que tanto le caracteriza, quiso acercarse ayer al barrio de la Pilarica para acompañar a aquellas personas que se ven desfavorecidas, en cuanto a salud se refiere. «Hoy estoy aquí porque me parece necesario apoyar determinadas causas que están silenciadas. Hay enfermedades que son visibles y que tienen una manifestación física, lo que hace que todo el mundo se conciencie. Pero la fibromialgia y otras enfermedades neuronales, no se manifiestan de una forma tan patente. La gente que padece esta dolencia parece que están estigmatizadas y no se contempla esta enfermedad. Menos mal que desde hace poco ya es reconocida por los médicos como tal».
Aunque lleva casi toda una vida dedicada al mundo de la interpretación, quizá el personaje que le ha hecho llegar hasta donde está es el del marqués Gonzalo de Castro de la serie de televisión 'La Señora'. «Me da la sensación de que este personaje es el que más famoso me ha hecho entre el público. La televisión es lo que tiene. En el último día de emisión tuvimos un 21% de share y nos vieron más de cuatro millones de personas. ¡Una barbaridad! Eso en el teatro no lo consigues ni en tres años de gira y en el cine también sería bastante complicado que fueran más de cuatro millones de personas al cine».
Con los tres medios
A pesar de que ahora su vida gira más en torno a las series televisivas, al preguntarle por cuál de los distintos ambientes en los que le gusta trabajar (cine, teatro o televisión) no se decanta. «Yo soy el mismo actor independientemente del medio en el que trabaje. Me quedaría con los tres porque los tres me maravillan, aunque es cierto que cuando trabajas en teatro es como una especie de necesidad. Tiene algo místico para mí. El teatro es incomparable, es algo que ocurre mientras el espectador te está viendo y sintiéndolo a la vez que uno mismo está desarrollando su trabajo».
Ese trabajo del que habla y su tenacidad en él le han dado la oportunidad de realizar otros que verán la luz próximamente. Tras el último capítulo de 'La Señora' y antes de que comenzaran estas fechas navideñas, se terminó el rodaje de una miniserie que relata la vida de Cayetana de Alba, donde Roberto Enríquez ha protagonizado a Luis Martínez de Irujo y Artacoz, junto a otros actores entre los que cabe destacar al también vallisoletano Diego Martínez, que encarnará al primogénito de la familia, el duque de Huéscar. «Sólo coincido con Diego Martín en una escena en el segundo capítulo. Pero, a pesar de que tiene que hacer de mi hijo y nuestra edad no se diferencia tanto, la caracterización con la que he trabajado ha sido muy buen, aunque tras el rodaje me salió una erupción brutal en la cara. Eran cuatro horas y media las que tardaban en pintarme y prepararme y más de una hora para quitármelo».
Si se le requiere un balance del 2009 y que hable sobre los planes para el 2010, el actor recuerda que «ha sido un año de muchos contrastes ya que, a nivel profesional, ha resultado fantástico y maravilloso pero a nivel personal ha sido complicado porque he sufrido la pérdida de tres amigos muy importantes en mi vida: mi hermano del alma Ricardo Vicente Alonso, Raúl Pazos y Alberto de Miguel. Ha sido por un lado vivir la alegría de tener un éxito profesional porque no me ha podido ir mejor pero, por otra parte, ha sido bastante catastrófico. Para el 2010 no tengo ningún plan. Me voy a dedicar a descansar, a viajar fuera, a hacer un curso para reciclarme y, sobre todo, rodar y producir un cortometraje. Tengo ganas de hacer este proyecto».
Roberto Enríquez, un actor al que no le ha pasado factura la fama debido a la cercanía que le caracteríza, saca su vena sentimental al hablar de su ciudad: «Me encanta venir a Valladolid. Como no vengo mucho, cuando lo hago lo cojo con un gusto impresionante. Se reúne toda la familia y vienen todos mis amigos. Incluso siento la necesidad no sólo de estar con mi gente, sino de salir por la ciudad, pasear por ella y moverme por los sitios donde solía salir cuando era pequeño».
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