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AGAPITO OJOSNEGROS
Miércoles, 26 de agosto 2009, 03:16
A unos días de bajar la persiana, al menos en Padilla de Duero, y pasar del trabajo de campo al de laboratorio en las instalaciones de la Universidad de Valladolid, el balance que hace de esta campaña 2009 el director de las excavaciones arqueológicas de la ciudad vaccea de Pintia, Carlos Sanz, «desde una perspectiva arqueológica», es un balance muy positivo, debido principalmente a que la zona de la necrópolis de las Ruedas, donde se han centrado los trabajos este verano, «es una zona que está prácticamente virgen donde había una densidad de estelas tremenda».
Nada menos que sesenta estelas funerarias en un sector de apenas 90 metros cuadrados. Alguna de ellas de más de mil kilos de peso, lo que ha permitido «de alguna manera, que aunque esta tierra se arara, prácticamente no ha habido movimientos importantes que afectasen a los restos arqueológicos allí atesorados».
Para retirar estas lápidas fue necesario la intervención de un camión dotado de grúa. Y es a partir de aquí cuando la paciencia y el trabajo meticuloso entran en acción.
Armados de herramientas más sutiles que la pluma del camión, estudiantes nacionales y un buen número de extranjeros -norteamericanos, ingleses, canadienses y franceses- están sudando la gota gorda estos días para rescatar los objetos y utensilios que poco a poco, entre caricia y caricia de brocha y cepillo, asoman de las tumbas.
Ahora mismo el último turno de excavación lo componen jóvenes como Louis Marie Bloyet, Julie Howk, Matthew Irish, Hailey Latour, Catherine Moon, Maksim Sanz García, Maeva Serieys, Harrison Sless, Aileen Tierney y Rachel Whittington.
A las tareas de cribar la tierra, fotografiar, dibujar y documentar cada pequeño detalle suman también sus esfuerzos María Luisa García, Ana Isabel Garrido, Patricia González, Eva Laguna, Cristina Martínez, Roberto de Pablo, Surey Rodríguez, Diego Sevilla, Álvaro Sanz y Amador García.
Pero sin duda la mejor experiencia de esta campaña de excavaciones se la llevará Sergio 'Atio' Rodríguez, un niño que apenas alcanza los 7 años de edad que veranea en Padilla de Duero, mejor dicho, en Pintia, y que ha sido bautizado así por lo arqueólogos, Atio, en honor a un habitante de la ciudad vaccea allí enterrado.
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