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Robladillo de Ucieza ejerce como ayuntamiento del término. /FOTOS DE GONZALO ALCALDE CRESPO
PALENCIA

Por el valle del Ucieza

Miñanes, Robladillo y Villasabariego se apean próximos al río, pero no ocurre con Villamorco

GONZALO ALCALDE CRESPO

Miércoles, 22 de julio 2009, 03:16

Que sepa el viajero que si va a dar una vuelta por la despejada vega del Ucieza -otro de los largos ríos autóctonos terracampinos- buscando este pueblo que se autotitula como Valde-Ucieza, por mucho que escudriñe no dará con él, pues físicamente no existe, aunque sí administrativa y políticamente. Con este doble nombre se identifica a un municipio más de la provincia de Palencia, que fue constituido en 1944, a cuya junta vecinal pasaron a pertenecen cuatro localidades muy próximas entre sí que responden a los nombres de Villasabariego, Robladillo, Villamorco y Miñanes.

De los cuatro núcleos de población, tres se apean próximos a la cuenca del mencionado río que les riega: Miñanes, Robladillo de Ucieza y Villasabariego de Ucieza, no ocurriendo lo mismo con Villamorco, que se aleja un poco de él. Con sus antiguos nombres, estos pequeños pueblos palentinos recuerdan en muchos casos a los que pudieron ser sus primitivos repobladores o al modelo de vegetación que allí existía cuando llegaron. Es el caso de Robladillo, que nos habla de pequeño robledal del que queda todavía algún vestigio, y que además ejerce como Ayuntamiento del término.

Cuenta la tradición que por esta zona del Valle del Ucieza existió otro poblado conocido como Trampalirón, que según parece tuvo que ser abandonado por sus antiguos vecinos como consecuencia de una plaga de pulgas, por lo que su demarcación se repartió entre los pueblos vecinos, pasando a ser terreno comunero de todos ellos.

Es tierra de agricultura extensiva. Las naves agrícolas que por allí se ven son ya más grandes que los cascos urbanos de los pueblos que las acogen. Y por lo que se ve, tienen que ser así, pues dentro de ellas se alojan tractores mastodónticos, que ahora andan como locos por los caminos acarreando remolques de grano a las eras o empaquetando rollizos de paja, pues es tiempo de plena cosecha.

Otros que también andan de cosecha son los cernícalos, azores y águilas ratoneras, que planeando como colgados de un invisible hilo del cielo siguen de cerca a las cosechadoras y tractores, pues por lo que parece ya es hora de la merienda, y además tienen que sacar adelante a la nueva prole. A ellas, lo de las tablillas de cotos privados de caza que andan por estos campos está claro que se la trae 'al pairo'.

Recorriendo las cuatro poblaciones, vemos que se van a pavimentar varias calles con las ayudas del Fondo Estatal de Inversión Local. Y de su monumentalidad artística poco les puedo contar, pues sus iglesias rurales nunca fueron más de lo que son ahora. Por ejemplo, de la iglesia parroquial de Robladillo, sólo es destacable su portada gótica, que seguramente perteneció a otra iglesia anterior a la que reemplazó la actual de estilo barroco.

A Miñanes, ya se le mentaba en el siglo XI como posesión del Priorato de San Salvador del Nogal, y posteriormente como posesión del abad de Sahagún. La iglesia de Santa María de Miñanes es de ladrillo y tapial, con una curiosa disposición de planta. En su interior destacan sus retablos rococós y neoclásicos, así como una sobredimensionada pila bautismal románica.

La de San Esteban de Villamorco posiblemente reemplazó a una anterior más rústica y románica. Reparte su planta en dos naves, que se cubren con bóvedas de aristas recogidas de yeserías planas, destacando en su interior varios retablos del siglo XVIII.

Villasabariego de Ucieza también tiene una iglesia parroquial de ladrillo y mampostería, que tiene una sola nave con crucero. En su interior, varios son los retablos barrocos que se conservan, destacando el mayor, que es del siglo XVI.

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