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Luis Thau es el primer jubilado de la Sinfónica regional. / H. SASTRE
«El músico de orquesta es un anarquista que obedece al director»
PERDONE QUE LE HAGA ESTA PREGUNTA LUIS THAU SCHAFFER VIOLISTA

«El músico de orquesta es un anarquista que obedece al director»

V. M. NIÑO

Domingo, 12 de julio 2009, 03:20

El último concierto de temporada recogió el ramo de flores, ese que siempre se destina para los solistas. Salió de las filas de las violas, dejaba atrás el sitio que ha ocupado en la OSCyL desde 1988. Luis Thau (nacido en Buenos Aires de padres austriacos) es el primer músico que se jubila en la sinfónica regional. Para él fue emocionante, pero en una vida musical tan intensa no cabe la nostalgia, sí la memoria, que alimenta con los hallazgos de grabaciones en Internet y viajes por Castilla la Vieja medieval, sobre la que leía de joven.

-Del bonaerense Teatro Colón al Auditorio Miguel Delibes. ¿Qué recuerdo se lleva de cada uno?

-Gran parte de mi vida ligada a la ópera, un género que disfruto muchísimo, transcurre allí. Aquí conocí el repertorio sinfónico.

-¿Qué tiene de atractivo el foso para un músico?

-Estamos escondidos, sí. Pero siempre recuerdo la frase de un director que decía que el mejor cuadro sin un buen marco no luce, eso pasa en la ópera. Los protagonistas son las voces pero sin una buena orquesta, no hay nada.

-¿No le tentó la carrera de solista, eligió el atril compartido?

-Hay instrumentos llamados a ser protagonistas, pero la viola siempre ha sido complementaria. Si está, no molesta y si no está se la echa de menos. Es como el relleno de la empanadilla.

-¿Y cómo lleva el anonimato del grupo orquestal?

-Va en las ambiciones, yo nunca ambicioné el protagonismo del solista. Si puedes exigirte 100 y vives en un sitio que tienes que dar 80, estás cómodo, tienes margen. Y eso no significa dejarse ir. Cada silencio, cada corchea, cada negra tiene importancia y aunque el público no lo note, tú sí sabes si lo has hecho bien. Es satisfactorio acabar gozosamente cansado tras ensayos agotadores.

-¿Necesitó psicólogo para adaptarse a Castilla?

-No. Me asustaron en Madrid cuando hice las pruebas para venir aquí y me advirtieron de cómo era la gente. Al cabo de 22 años tengo que decir que no me he topado con el típico vallisoletano.

-¿Se quejan al maestro cuando dirige deprisa?

-No. Siempre decimos que el músico de orquesta es anarquista, no respeta la investidura. Eso sí, en cuanto se sube el director obedecemos a todo, pero al tercer o cuarto compás sabemos si hay una entrega mutua o no. No siempre se produce. En cualquier caso sabemos que dependemos del estado de ánimo del director. Nos dirigió el año pasado Spinozi en 'El oso' de Haydn, y al final dijo, «no sé si es Haydn o no, pero es como lo siento yo», y también como lo sentimos los músicos.

-¿Distingue los aplausos?

-Perfectamente, se nota cuando los aplausos son de compromiso y cuando salen del corazón.

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