A la sexta va la vencida

Seis finales, tres semifinales, unos cuartos de final y unos octavos es el periplo europeo del BM Valladolid en sus once temporadas en Europa. Un bagaje propio de un equipo campeón, pero que en el caso del conjunto de Juan Carlos Pastor se traduce en un eterno subcampeón, en el equipo más huérfano de títulos europeos del continente.

En los primeros años las derrotas se entendían desde el evidente desequilibrio de potencial tanto económico como de jugadores, aunque luego las evidencias han señalado a otros aspectos, árbitros incluidos, que han tergiversado la realidad de la cancha.

A pesar de las derrotas, la historia europea del BM Valladolid ha estado cuajada de gestas desde que en 1996-97 una plantilla que hubo de recurrir a un encierro de dos semanas para sobrevivir como club, se ganó a pulso el derecho a participar en las competiciones europeas. Fue un pequeño paso, pero sin duda el más importante. Ahí surgió la ilusión de una plantilla capaz de las mayores hazañas y de labrarse un nombre en el panorama del balonmano europeo. Y todo ello siempre con el denominador común del entrenador Juan Carlos Pastor. Su particular visión del balonmano, sus sistemas tan novedosos y su obsesión por el trabajo y el entrenamiento han sido santo y seña de un club que vuelve al primer plano continental con su sexta final.

Esta temporada, el Pevafersa ha dejado en la cuneta al Zivinice, Steaua, Constanta y Amicitia, y se enfrentará al Nordhorn en la lucha por el trofeo de la Recopa de Europa, un título que se le ha negado a los vallisoletanos en dos ocasiones. Esta será la tercera final de esta competición y a la tercera también tiene que ir la vencida. Además será la primera final europea que el Valladolid juege en mayo y no en abril. No es mucho, pero algo tiene que cambiar...