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ÁNGEL DEL POZO
Miércoles, 25 de marzo 2009, 01:46
«Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de Él a toda la cohorte. Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblado la rodilla delante de Él, le hacían burla diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!». Así recoge el evangelio de San Mateo el episodio del prendimiento y humillación de Jesús de Nazaret. Cuenta la tradición que esa corona de espinas que estuvo en contacto con el hijo de Dios, permaneció en los primeros siglos en la Basílica del Monte Sion, en Jerusalén. En 1053, dichas reliquias, fueron transportadas a la capilla imperial de Bizancio. En 1238, Balduino de Courtenay, un emperador latino que entonces gobernaba la ciudad y pasaba por dificultades económicas, decidió enviar una serie de reliquias que le habían sido traídas de tierra santa, entre las que figuraba la corona de espinas, a los bancos de Venecia, depositándolas como garantía de créditos que le fueron concedidos. Luís IX, rey de Francia, al enterarse del hecho, cubrió inmediatamente los créditos del emperador de Bizancio, adquiriendo las reliquias con el objetivo de llevarlas a su país. Ya en su Francia natal, mandó edificar en Paris, para cobijo del santo vestigio (la corona de espinas), la Sainte Chapelle, obra maestra de la arquitectura gótica.
A partir de este momento y de ser cierta esa tradición, esas espinas de la corona comienzan a repartirse para advocación en distintos lugares.
Solamente en España tenemos registradas alrededor de 60 espinas de la corona de Cristo y en nuestra región poseemos tal preciada reliquia en los municipios vallisoletanos de Barcial de la Loma, la Santa Espina y Villagarcía de Campos. También podemos encontrar ejemplares en la capital leonesa y en las localidades sorianas de Ágreda y Burgo de Osma. Les invito pues, a realizar un recorrido apasionante por nuestra región en busca de estas reliquias, donde veremos las leyendas y tradiciones que las envuelven, y las posibilidades que existen de su posible autenticidad.
Quizás la reliquia más afamada sea la Santa Espina que se alberga en el monasterio del mismo nombre. En cuanto a su llegada a estos lares se barajan varias hipótesis. La primera de ellas se atribuye al viaje que Doña Sancha (1095-1159), hermana de AlfonsoVII el Emperador, e hija de la reina Doña Urraca, realizó a tierra santa, lugar este del que dicen que se trajo un fragmento de la cruz de Cristo (lignum crucis) y un dedo de San Pedro. Parece no factible ya que es extraño que no se mencione la reliquia de la espina y además los historiadores aseguran que la peregrinación de una dama de la realeza, es poco verosímil en sí misma y, de haberse realizado, hubiera dejado testimonios más consistentes. Otra tesis hace referencia a otro viaje de Doña Sancha a París. Es en esa ciudad donde, supuestamente, se produce el encuentro con el rey Luís IX, el santo. Enterada esta de que el rey es poseedor de la Santa Corona, pide favor de otorgarle una de las espinas que conformaban dicha corona. Así se recoge, en un libro de 1607, conocido con el nombre del Tumbo (especie de diario de a bordo de la congregación donde se anotan los hechos mas importantes de la comunidad y al cual se le da valor oficial) y que se encuentra a buen recaudo en el propio monasterio de la Santa Espina. Pero al revisar la cronología nos daremos cuenta que eso es imposible, pues cuando la reliquia llega a manos de San Luís (1238), Doña Sancha llevaba muerta ya 79 años. Circula otra tercera creencia que afirma la posibilidad de que la reliquia fuese traída hasta estas tierras por personas relacionadas con ordenes religiosas de la época como fueron los hospitalarios de San Juan e incluso los templarios, pero nada de esto ha podido ser demostrado hasta el momento.
Por tanto no conocemos su origen y la negativa de los datos históricos nos acerca más a la leyenda que a la realidad. Características similares se producen en el resto de las espinas castellanas
Espinas legendarias
Hubo tres espinas en la localidad soriana de Ágreda. Hoy en día se conservan dos, ya que en 1895, el Obispo de Tarazona, Juan Soldevilla y Romero, aprovechó una visita al municipio soriano para llevarse una. No se conocen a ciencia cierta sus orígenes, aunque se supone que San Luís, rey de Francia, las pudo donar debido a su ascendencia. Era hijo de Blanca de Castilla, nieto de Alfonso VIII y sobrino, por lo tanto, de Leonor, la que se casó en Ágreda el día 6 de febrero de 1221, seguramente en la iglesia de Nuestra Señora de la Peña. Lo cierto es que existe gran devoción por estas reliquias y desde el año de 1580, se tiene constancia de que se tocaban las campanas de la susodicha iglesia, para ir a su devoción. Tradición que se conserva actualmente el Martes Santo.
También tienen honda veneración las dos espinas que podemos encontrar en la iglesia de Nuestra Señora del Mercado en la capital leonesa. Con una afluencia masiva, los devotos veneran las espinas el Domingo de Pasión (el anterior al Domingo de Ramos). También se desconoce su origen, aunque se sabe que proviene del antiguo Convento leonés de San Claudio y se supone que pudo venir de Roma por los estrechos lazos que existieron con el Vaticano. Este es el mismo caso de la espina que podemos encontrar en la localidad vallisoletana de Villagarcía de Campos. Dentro del museo del colegio de Jesuitas, se halla una espina que se enmarca dentro de un óvalo de plata dorada adornada con rayos y estrellitas sobre una columna de cristal que descansa en una base de plata. Se cree que al igual que la mayoría de la extensa colección de reliquias que alberga, pudo provenir de una donación del Papa Pío V a Juan de Austria, cuya madre, Magdalena de Ulloa sentía una ardiente devoción por este tipo de recordatorios.
Otra espina la hallamos en la Catedral de Burgo de Osma, así consta en la documentada obra 'Descripción histórica del obispado de Osma' del canónigo Juan Loperráez, publicada en el año 1788. Sin que conozcamos ningún dato sobre su procedencia.
Paso honroso
Por último podemos encontrar otra espina en la localidad vallisoletana de Barcial de la Loma. Como el resto su partida es incierta. Algunos estudiosos se inclinan a pensar que puede estar relacionada con la familia ilustre leonesa de don Suero de Quiñones, protagonista de la batalla del paso honroso, a quien los peones de González Quijada, señor de la villa de Barcial, mataron en el mencionado pueblo el día 11 de julio de 1456. Asegura la tradición que antes de este suceso fue enterrada y años más tarde fue descubierta por un cerdo que siempre acudía a olfatear al mismo lugar. Escamado el pastor de la piara, desenterró un pequeño cofre, encontrando la afamada espina, en una tierra denominada de la ermita en el término de San Pedro.
Como han podido comprobar no existen datos fidedignos que avalen históricamente el origen de ninguna de ellas pero, ¿Y si alguna o todas realmente hubiesen estado en contacto con la cabeza del Nazareno? Sería una de las posibles explicaciones para resolver los milagros que se las atribuyen, sin embargo existen otras teorías en las que seguramente usted este pensando ahora mismo
castillaoculta@hotmail.com
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