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ANTONIO OJEA
Sábado, 6 de septiembre 2008, 03:50
Corría el año 138 A.C.; Viriato había sido asesinado por Miminuro, Aulaco y Ditalco un año antes. Décimo Junio Bruto, tras vencer a los brácaros en la Lusitania, se dirigía con sus numerosas legiones a pacificar la Gallaecia, algunas de cuyas tribus habían estado combatiendo junto al 'pastor lusitano'. Había cruzado el río Duero y se había detenido, unos kilómetros al norte, ante un curso de agua que unos llamaban Limia y otros Belión, cuando sus hombres decidieron negarse a cruzarlo porque, según dijeron, aquel era el mítico río Lethes, o 'río del olvido'. Dice la historia que Décimo Junio Bruto cruzó entonces el polémico río y, para demostrar a todos sus soldados que no era el Lethes y que no se perdía la memoria por cruzarlo, fue llamando a todos sus legionarios, uno a uno, por sus correspondientes nombres. El hechizo quedó roto y las legiones de Bruto pasaron el que hoy conocemos como río Limia (Lima, en su curso portugués), cruzaron también el Miño, al norte, y llegaron hasta el Finis Terrae.
Pero la leyenda del río Lethes le persiguió hasta el océano, según cuentan los propios historiadores romanos. Estrabón, entre otros.
Nuevos temores
Una espectacular puesta de sol, de las que en Galicia hay para todos los gustos, volvió a atemorizar a Décimo Junio: el sol se hundía en el océano haciendo brotar llamas de las aguas y tiñendo de rojo el cielo. Horrorizado, Bruto volvió a Roma y dejó la tarea de pelearse contra túrdulos, tamaricus y ártabros al propio Julio César, quien completó el trabajo para que Roma pudiera lucrarse de los placeres y minas auríferas de esta tierra y prosiguiese la búsqueda de las islas Casitérides, que algunos identifican con las islas Cíes que cierran la ría de Vigo.
A su regreso a la capital del extenso imperio romano, el propio Julio César llamaría 'gens bellicossisima' a aquellos infatigables guerreros de la tierra fronteriza Gallaecia.
Pasaron más de veinte siglos y, en la localidad ourensana de Xinzo de Limia, cada mes de agosto, se rememora el episodio del río Lethes, en una fiesta de reconstrucción histórica en la que los legionarios romanos cruzan el cauce para, a continuación, asistir a las honras fúnebres del caudillo celta Beltaín, que murió en la batalla.
La fiesta
Lo que entonces fue cruenta batalla se ha transformado en una más de los cientos de romerías que se celebran en verano en la comunidad de Galicia, con el nombre de 'Festa do esquecemento' (fiesta del olvido). Tras el paso del río por los diversos paisanos ataviados de legionarios romanos y aguerridos célticos galaicos, se cumple con la tradición gastronómica de comer todos juntos.
Hasta aquí los retazos de historia. Pero en una tierra de leyendas como Galicia no podía faltar una interpretación más autóctona. Hay quien afirma, precisiones históricas aparte que, efectivamente, el Limia, o Lima, era el mítico río Lethes de la leyenda.
Según esta imaginativa versión, los legionarios comprobaron que algunos compañeros que habían cruzado el río ya no regresaban. Al tratar de comunicarse con ellos, los 'desertores' contestaban desde la otra orilla con extrañas preguntas: se habían olvidado de su vida anterior, como contaba la leyenda, e iban desapareciendo de la vista.
Por lo tanto, aquel tenía que ser el mítico río Lethes, el del olvido, que hacía perder la memoria de la vida anterior a todos aquellos que lo cruzaban.
Esta interpretación supone que los legionarios romanos se convertían en gallegos al cruzar el río y, con ello, mandaban a Décimo Junio Bruto a freír espárragos. De acuerdo con esta leyenda, el que, al norte del río Limia, los habitantes resultasen crípticos, y respondiesen a una pregunta con otra, y no fuera fácil saber si suben o bajan, se corresponde a la perfección con ese tópico que define a los gallegos como unas personas que se esconden detrás de sus contestaciones .
La leyenda del río Lethes, además, encaja perfectamente en una explicación de por qué los legionarios romanos cruzaban el río para desertar, alentados por los temores que alimentaban los pueblos de adoradores del sol conquistados por el imperio romano, y protegidos por la leyenda que decía que se 'olvidarían' de su vida anterior.
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