Borrar
ARTÍCULOS

Oaxaca

FERNANDO REY

Viernes, 2 de mayo 2008, 03:57

LA semana pasada estuve en un Congreso en Oaxaca, México. Fui invitado a hablar sobre el derecho de acceso a la información. El encuentro tuvo lugar durante un par de días en el Legislativo del Estado de Oaxaca, que hasta hace un año estaba en el centro de la ciudad pero que, para evitar los colapsos derivados de las frecuentes manifestaciones, ha sido trasladado a las afueras, a un descampado. Así que no me quedó más remedio que seguir todas las conferencias, aunque confieso que al final lo he agradecido porque he aprendido mucho. México es un país barroco, explosivo, complejo y misterioso. Un país fascinante. La política allí es todo menos aburrida. En esos días algunos diputados del PRD (el partido de izquierda que dirige AMLO, Andrés Manuel López Obrador) habían 'tomado' la tribuna del Congreso federal en protesta por la política privatizadora del petróleo mexicano emprendida por el presidente Felipe Calderón (del PAN, el partido de derecha). Gran parte del dinero mexicano procede del monopolio estatal del petróleo, de Pebex (petróleo mexicano), que es un entramado opaco y obsoleto y sin tecnología suficiente para refinarlo. Pero los intentos de modernización chocan con la idea firmemente asentada de que el petróleo es mexicano y sólo mexicano.

Oaxaca saltó a la fama mundial en el 2006 por el conflicto de los maestros. Apenas quedan restos de aquella batalla, pero la situación de fondo sigue igual: hay una enorme desigualdad social y una injusta distribución de la riqueza. La principal fuente de ingresos de la zona tiene que ver con el turismo. Oaxaca capital es una ciudad colonial preciosa. La recorrí un sábado al atardecer. Había música en cada esquina. Marimbas, coros y mariachis asaltaban al paseante con sus melodías alegres y pegadizas. El calor había empujado a toda la ciudad a las calles. Los aromas de flamboyanes y buganvillas se esparcían por doquier. En Oaxaca se comen sabrosos helados y 'nieves' (granizados), de frutas con denominaciones hermosas e imposibles, como 'guanábana', que es una palabra de la que me he enamorado. El convento de Santo Domingo es, simplemente, hipnotizante, la capilla sixtina de Norteamérica. A pocos kilómetros de Oaxaca se alza Monte Albán, una de las ruinas más espectaculares de México, de la cultura zapoteca. Emociona estar en un lugar que conoció gran esplendor entre los siglos V a. C. a VIII d. C. Los restos de orfebrería en oro, preciosos, se guardan en el convento antes mencionado. Hicimos esta excursión el domingo y acabamos con una comida ¿que acabó a las 8 de la noche! porque ese domingo se celebraban las elecciones en Paraguay, y uno de nuestros amigos era un profesor de ese país (ahora en Harvard) que había sido torturado en su día por Stroessner. Estaba feliz por la renovación política del Paraguay (aún con los riesgos que se ciernen sobre el obispo Lugo y sus políticas), así que en la sobremesa se empezó a brindar con Carlos I (luego se agotaron todas las dinastías). Aquel domingo, todos fuimos paraguayos. Nos parecía, más que nunca, que la palabra 'libertad' tenía la magia de las palabras necesarias.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Oaxaca