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ÁNGEL DEL POZO
Miércoles, 5 de marzo 2008, 01:34
La Seo Palentina es apodada popularmente la Bella Desconocida por no tener demasiada fama en España. Sin embargo la visita sorprende al visitante, ya que tras un exterior austero y sobrio y sin grandes ornamentaciones arquitectónicas; esconde en su interior una importante cantidad de obras de arte de gran valor repartidas entre sus veinte capillas. Además se trata de un templo de un gótico puro que con sus más de 130 metros de longitud la convierten en una de las mayores catedrales de España. El conjunto catedralicio que hoy podemos observar es el resultado de más de mil años de numerosas ampliaciones y transformaciones. Estas características han hecho que fuese declarada Monumento Histórico Artístico Nacional en 1929. La visita merece la pena y aun más para los amantes del misterio ya que la Catedral alberga numerosos secretos, leyendas y curiosidades.
El lugar donde se erige la majestuosa Catedral es considerado sagrado desde tiempos remotos. De hecho, se tiene conocimiento de que hubo en la antigüedad un templo de culto pagano. Ese templo se debió sustituir más tarde por otro paleocristiano. De ninguno de los dos queda memoria en el emplazamiento del edificio actual. El vestigio más antiguo es el fondo de la cripta de San Antolín, que es el resto de un edificio visigodo de mitad del siglo VII, construido con y sobre restos romanos. Precisamente la cripta de San Antolín es uno de los mágicos lugares a visitar. Cuenta la leyenda que este es el emplazamiento donde tuvieron lugar unos enigmáticos hechos. Asegura la tradición que por estos lares se encontraba de paso el rey Sancho de Navarra, monarca gran aficionado a la caza. Sabiendo que en aquel agreste paisaje inundado de frondosos bosques podía encontrar excelentes piezas, se dispuso a ejercitar la montería. No paso mucho tiempo cuando vio a un hermoso jabalí, el rey sin dudarlo un instante se lanza a su caza. El animal escapa entre matorrales mientras el soberano le persigue, acosado el puerco se refugia en una cueva semioculta entre los espinos.
El monarca titubea un instante con miedo a adentrarse en el interior de la gruta, a oscuras; pero el deseo de cobrar esa pieza es más fuerte que su propio temor y, olvidándose del riesgo que puede correr ante el enfurecido animal, sin pensarlo más, entra en lo que él piensa que es la guarida del jabalí. Cuando vislumbra en la oscuridad a la suculenta pieza y cuando se dispone a lancear al cerdo salvaje, nota como el brazo se le paraliza quedando a merced del ataque del animal. Cuando ya lo cree todo perdido y casi está resignado a su suerte, se le aparece San Antolín indicándole que iba a derramar sangre en un lugar sagrado pues allí se le rendía culto. Arrepentido, el rey ruega al santo que le cure el brazo pidiendo perdón por la herejía que estaba a punto de cometer. El deseo fue concedido por San Antolín y el monarca en agradecimiento le prometió a cambio, erigirle un templo en aquel mismo lugar como desagravio.
Lugar sagrado
Desde entonces el lugar fue considerado sagrado y años más tarde se edificó un templo cuyos vestigios podemos observar hoy en día en la cripta. Además se siguió manteniendo el culto al santo, actual patrón de Palencia. La verdad es que desconocemos la auténtica historia de este singular varón ya que los historiadores no se ponen de acuerdo si es de origen francés o sirio. Por una parte se asegura que era un príncipe galo, discípulo de San Dionisio, evangelizador de la Galia y primer obispo de Pamiers, en Francia. Otros aseguran que fue un santo de origen sirio, citado por Teodoreto de Ciro en una homilía y cuyos restos bien pudieron ser llevados a Francia. Tambien sus reliquias están envueltas en un halo de misterio, ya que no se conoce con certeza como llegaron a la capital palentina. Aunque la versión más aceptada es que fue el rey Wamba quien las trasladó desde Naborna.
La cripta de San Antolín sigue siendo un lugar con propiedades mágicas. Hoy en día se mantiene la arraigada tradición de que las aguas del pozo que se encuentra en el interior mantienen propiedades curativas. Así es costumbre, acudir el día de la festividad del santo a beber el agua proporcionada por el cabildo. En otros tiempos en vez de agua se suministraba vino blanco previamente pasado por las reliquias de San Antolín. Incluso se conoce la prohibición de los canónigos para evitar el raspado de las piedras de la cripta, que las gentes creían que servían para atajar la fiebre causada por el paludismo, propagado por los mosquitos de las charcas cercanas a la ciudad.
Y ya que hemos hablado de las reliquias de San Antolín, la Catedral posee una capilla, actualmente en remodelación, que contiene reliquias asombrosas. Entre ellas, restos de los famosos panes y peces. Sí, hablamos de aquellos que el mismo Jesús de Nazaret multiplicó para felicidad de la multitud de comensales que acudieron a aquel famoso convite. Pero aun hay más y podemos encontrar cabellos de San Juan Evangelista, una manga del sayal del Bautista o la cabeza de una de las Once Mil Vírgenes, entre otros famosos restos.
No son las únicas curiosidades de la Seo palentina. En una de las capillas laterales encontramos una iconografía sorprendente. Se trata de un trasplante de pierna, realizada por los santos Cosme y Damián. Así lo describe Jacques de Vorágine en la leyenda áurea de la vida de los Santos: « el encargado de cuidar el templo parisino dedicado a ambos santos sufría enormemente a causa de un tumor en su pierna; y una mañana despertó sin dolor y con una pierna obtenida del cadáver de un etíope fallecido el día de antes». Según la tradición, estos santos son hermanos gemelos, nacidos en Arabia; estudiaron las ciencias en Siria y llegaron a distinguirse como médicos. Como eran auténticos cristianos, practicaban su profesión con gran habilidad pero sin aceptar jamás pago alguno por sus servicios. Fueron martirizados y se cuenta que antes de ser decapitados, salieron con bien de varios tipos de ejecuciones, como ser arrojados al agua atados a pesadas piedras, ser quemados en hogueras y ser crucificados.
Historia sorprendente
Una historia desde luego sorprendente, como la que albergan los sepulcros situados en la capilla del Sagrario. En el primero de ellos encontramos el cuerpo de la reina Doña Urraca que se encuentra incorrupto y en el otro permanece Doña Inés de Osorio. A los pies de la figura que representa a la noble dama en la tapa del sepulcro, se encuentra una doncella como símbolo de fidelidad. Asegura la tradición que si se tira de la coleta de la fiel criada mientras se piensa un deseo, este se convierte en realidad. Algo que por lo visto también sucede con la famosa gárgola situada en el exterior que asombra a los visitantes que no conocen su verdadera historia. Se trata de la representación de un fotógrafo y por supuesto su ubicación en el lugar es posterior a las obras del templo. El arquitecto palentino Jerónimo Arroyo que se encargó de restaurar la Catedral decidió colocarla en honor a un conocido suyo que falleció realizando unas fotos en el tejado de esta Seo. También existen otras curiosidades en el museo catedralicio, como una extraña representación en la que se pude observar a Santa Ana con la Virgen sobre sus rodillas y en las de ésta, el niño Jesús. La curiosidad provine de que Santa Ana esta en un tamaño mucho mayor que su hija, como queriendo atribuirla una mayor importancia. Tambien hay un cuadro de Carlos I, de rostro amorfo imposible de descubrir a simple vista, para verlo bien hay que mirarlo desde un agujero practicado en el lateral del marco.
Un templo mágico lleno de extrañas curiosidades y enigmáticas leyendas que junto a sus obras de arte, harán que la visita se convierta en inolvidable, si además tienen la suerte como yo de que en buena compañía, les acompañe la música del órgano del coro mientras la luz solar inunda el suelo de la capilla Mayor.
castillaoculta@hotmail.com
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